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El tortuoso camino de la candidatura del Eje Prado-Recoletos: diplomacia, poesía y unas cañas en el bar de la Unesco

Andrés Perelló, embajador de España ante la UNESCO

Peio H. Riaño

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No es la primera vez que el embajador de España ante la Unesco, Andrés Perelló, debe defender una inscripción complicada en la lista de Patrimonio Mundial. Sin embargo, nunca hasta ahora se había enfrentado a una misión imposible como la que el Ayuntamiento de Madrid ha cargado sobre sus espaldas. José Luis Martínez-Almeida, alcalde de la capital, conoce el informe demoledor que ha redactado el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) contra la candidatura Eje Prado-Recoletos. El organismo que aconseja a la Unesco encuentra una contaminación disparatada en el eje propuesto y un vínculo histórico irreal entre ambas partes. Por ello le recomendaron que se lo pensara, quitara el Buen Retiro y presentara solo el Paseo del Prado. El equipo de Almeida, con Andrea Levy como responsable de Cultura y Luis Lafuente, en Patrimonio, ha preferido no escuchar las reprobaciones y seguir con el plan original.

Perelló asume la responsabilidad como el paso más difícil en su carrera desde que llegó hace tres años al cargo, en la Unesco, cuando lo nombró Josep Borrell, exministro de Asuntos Exteriores. A la Asociación de Diplomáticos Españoles, que agrupa al 75% de la profesión, no le gustó nada. Lo entendieron como intrusismo, porque el socialista no es diplomático de carrera, sino abogado y defensor en los setenta de la corriente Izquierda Socialista, contra las propuestas templadas de Felipe González.

Quienes han trabajado con el antiguo tertuliano de Javier Sardá en Crónicas Marcianas lo definen como “muy competente, directo y conciso en sus argumentaciones” y con el don de la palabra: “Sabe lo que hay que decir”, apunta Magdalena Corrales, presidenta de la asociación Tierra de Cerámica, que lo vio en acción hace dos años, en Bogotá, defendiendo la candidatura de la cerámica talaverana frente a los cuestionamientos de la embajadora de Austria. Entonces tenía 19 votos a favor confirmados antes de la sesión y costó sacar adelante la inscripción. Pero lo logró. Ahora necesita sacar 14 votos a los 21 miembros que deciden quién entra.

Tendrá que darle la vuelta a una candidatura que el Comité del Patrimonio Mundial ha señalado como “devolución de propuesta de inscripción”. Esto quiere decir que tiene escasas o nulas posibilidades de ser admitida. Convertir una “devolución” en una “inscripción” solo ha sucedido dos vences en la historia de la lista de Patrimonio Mundial. No encuentran el vínculo entre el Paseo del Prado y el Buen Retiro. A pesar de las escasas posibilidades de lograr que sea inscrita en la lista de Patrimonio Mundial, hace unos días Almeida se declaró “optimista” ante los medios, al tiempo que se hacía una foto con la oposición al completo para repartir daños en caso de batacazo.

La máquina de la persuasión y la diplomacia

Al político del PSOE no le queda otra que desvivirse por la candidatura de Almeida. Antes de llegar a la votación, que sucederá entre el 22 y el 25 de julio, Perelló va de cena en cena por las casas de los embajadores, haciéndose el encontradizo en las cita con otros diplomáticos con voto, para soltarles las excelencias de la candidatura de Madrid. Perelló ha encendido la máquina de la persuasión y la diplomacia. Es tiempo de sonrisas, meriendas y argumentos. También es la hora de cobrar favores. Y si no se pide el voto, se reclama humildemente que guarden silencio durante la sesión de votación para no espantar a los convencidos. El otro día invitó a varios miembros del comité y allegados a tomar unas cañas en el bar de la Unesco, en París. No es diplomático de carrera pero lleva años de embajadas y varios primeros ministros a sus espaldas. Sabe cómo tratarlos.

Tampoco es el mejor año para presentar la candidatura con menos posibilidades: el coronavirus impedirá las ponencias presenciales el día de la votación y las horas antes en los pasillos, donde Perelló es un maestro (incluso para convencer a Hungría, que este año votará en contra de todo el bloque europeo). El embajador defenderá la candidatura de Paisaje Urbano telemáticamente, encerrado en una habitación de la sede del Ministerio de Cultura, en Madrid, donde trasladará desde el día 20 de julio el campamento base.

El que fuera alcalde de Buñol en los noventa y diputado socialista de las cortes valencianas durante cinco legislaturas, desde los inicios de la democracia, ha sido senador y eurodiputado, y ahora a sus 64 años es el veterano de la Unesco. Le llaman para mediar en conflictos internacionales gracias a su talante resolutivo, pacífico y protagonista. Es decir, España en estos momentos tiene buena reputación en la Unesco y, lo más importante, aporta 7,5 millones de euros al año al organismo internacional. Solo 12 países sufragan más del 85% del presupuesto anual de la Unesco. A ello hay que sumarle los dos millones de euros destinados al fondo fiduciario. Es una razón de peso que abre posibilidades donde no hay.

En los próximos días debe encontrar al país que presente el proyecto ante el comité. Por la capacidad de captar otros votos, como el de Rusia, sería interesante que la princesa Haifa Al Mogrin, embajadora de Arabia Saudita ante la Unesco, presentara la candidatura madrileña. La verborrea de Perelló entrará en escena el día de las votaciones y en dos minutos tendrá que convencer a los indecisos que no le hayan confirmado el voto. Para entonces habrá pactado con los embajadores amigos alguna pregunta sin dentellada para ampliar el tiempo de explicaciones.

Los trabajos anteriores

“El fin de la inscripción en la lista de la Unesco es la protección del patrimonio, no la inscripción”, dice al otro lado del teléfono el propio Andrés Perelló, que reclama más conciencia a los gestores para no entregar el legado histórico al turismo. Lo dice y se lo cree: hace dos años recuperó para España los siete cascos celtíberos expoliados del yacimiento de Aratikos, en Aranda de Moncayo (Zaragoza). Eran propiedad de un coleccionista inglés, que decidió entregárselos al embajador. Las bambalinas de aquella operación quedan en la confidencia de un café.

Recientemente ha tenido que mediar entre la Unesco y la catedral de Burgos por culpa de las puertas de Antonio López. La organización internacional ha advertido a Perelló que retirará la declaración de Patrimonio de la Humanidad por mala conservación del conjunto si deciden instalarlas. Este año se la quitarán a Liverpool por algo similar. La Unesco no se anda con tonterías y en caso de incluir a Madrid, lo más probable es que reclame al alcalde motorista el punto final del tráfico en el Paseo del Prado para acabar con el peligro de la contaminación. 

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