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Residencias libres de virus y que llevan nueve meses sin contagios: “No sé cómo lo hemos conseguido, influye la suerte”

Una trabajadora atiende a una anciana en una residencia de Madrid. EFE/Mariscal/Archivo

Laura Galaup

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Son residencias pequeñas. Situadas la mayor parte de ellas en municipios del norte de Madrid. A pesar de que durante la primera ola los centros de mayores de la Comunidad se convirtieron en un foco de contagios, en estas residencias llevan nueve meses conteniendo la infección. Los últimos resultados del estudio serológico realizado por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso apuntan a que los residentes de alrededor de 50 de los 517 centros socio-sanitarios que hay en la región tienen un cero por ciento de inmunidad a la Covid-19. Es decir, por la mayor parte de estas residencias el virus no ha pasado. “¿Por qué lo hemos conseguido? No lo sé. La suerte también influye”, apunta Josefina Dávila, directora de la residencia Fuente Salud (Moralzarzal), que añade que cuando reflexiona sobre esta circunstancia “hay veces” que no se lo cree. 

Otro de los centros en los que se ha vivido con angustia cómo el virus asolaba las residencias cercanas sin llegar a sus instalaciones es Nuestra Señora del Rosario, situado en el municipio de La Cabrera. Para su gestora, Charo Sanz, una de las claves que podría explicar esta situación es el tamaño del centro. “Ese es otro éxito. No es lo mismo dirigir una residencia de más de 80 camas, que una en la que hay 34 plazas y conoces a tu gente como a tus propios hijos”, destaca. En la misma línea se posiciona Dávila, que considera que el hecho de tener una “afluencia menor” de gente y que haya “poca rotación” de trabajadoras puede afectar, pero más allá de eso tiene pocas claves que expliquen por qué han conseguido combatir el virus. 

Se anticiparon

En Pozuelo de Alarcón también hay una pequeña residencia de quince plazas que ha contenido contagios. Durante los primeros meses del año, en el centro de mayores Valderey tomaron dos decisiones que ahora, con el paso del tiempo, valoran como acertadas: adquirieron material en febrero al ver el impacto que tenía el virus en China y realizaron la compra de alimentos a sus trabajadoras para evitar que durante el confinamiento fuesen al supermercado. 

Los responsables de estos centros rememoran con angustia aquellos días de marzo, en los que se desconocía los síntomas del virus entre la población de la tercera edad. En la residencia de La Cabrera la directora Charo Sanz apostó por encerrarse en el centro durante 40 días seguidos. El confinamiento comenzó el 16 de marzo y a él se sumó gran parte de su equipo. “Me estaba sonando todo un poco raro, así que en el salón de casa le dije a mi marido: 'Me preparo una maleta y me voy”, cuenta. Por su parte, la responsable de Fuente Salud recuerda que tomaron las medidas preventivas con “las que cuenta todo el mundo”: “Mascarillas, lavado de manos y guantes desechables”. Durante los primeros días también apostaron por cubrir “todos los sillones con sábanas”, que lavaban “todos los días”. 

Más allá de estas medidas concretas adoptadas durante los días más duros de la pandemia, Matías, el director de la residencia privada Valderey defiende que para evitar una exposición al virus, los trabajadoras deben tener “buenas condiciones laborales”. “Nuestro personal solo trabaja en Valderey y tiene contratos indefinidos”, apunta, y destaca que en otros centros las profesionales tienen que completar su nómina con segundos trabajos: “Creo que fue un diferencial porque en muchas residencias [la Covid-19] entró por el personal”.

A la vez que cada centro buscaba su fórmula, los entrevistados observaban cómo algunos compañeros de profesión hacían frente a una cascada semanal de fallecimientos. Entre los meses de marzo y mayo murieron en las residencias de Madrid 7.690 usuarios, 1.203 de ellos confirmados con Covid-19. A pesar de que ellos se libraron del virus, algunos recuerdan aquellos días con pavor. “Era una angustia diaria. No podía dormir, estaba en vilo, me preguntaba cuándo iba a llegar, qué iba a pasar. Intentaba hacer todo lo que se me ocurría”, apunta Carmen Ochoa, directora de la residencia de Los Pinos.

Tras hacer públicos los resultados del estudio serológico, la Consejería de Sanidad explicó que con los datos obtenidos pretenden “reforzar las medidas de prevención frente al COVID-19 entre otras la flexibilización de las visitas en los centros con mayor inmunidad, o, por el contrario, la reducción de las mismas en aquellos donde los residentes presentan en conjunto menos anticuerpos”.

Visitas abiertas

Por ahora, las visitas en estos centros siguen abiertas, aunque es un tema sensible para los directores del centro. Tras tener algún problema con alguna de las familias, Dávila destaca que organiza pocos encuentros para poderlos controlar. “He visto que era un imposible. Las mismas familias son unas irresponsables. Te plantean, ¿cómo no voy a poder tocar a mi madre? Yo comprendo que es súper triste, pero no me queda más remedio”, apunta. Por su parte, Ochoa optó por cerrarlas en agosto y la inspección de servicio le obligó a abrirlas un mes después. Aunque sí destaca que cuando estaban bloqueadas, hizo una excepción para una usuaria a la que “le estaba afectando muchísimo” el aislamiento. 

Temor ante las consecuencias económicas de las compras de material

Para reducir al máximo las posibilidades de que entre el virus, los gestores de Valderey han optado por no aceptar nuevos ingresos. “Hemos tomado la decisión de que no entre nadie para salvar a los nuestros”, explica Matías, que a su vez lamenta las consecuencias económicas que tiene para el centro todas las medidas que llevan desarrollando desde febrero. “La pospandemia económica está siendo dura y no sé si estamos recibiendo la ayuda que se debería”, narra el responsable de este centro de Pozuelo de Alarcón. Desde esta residencia explican que ahora están empezando a asumir la factura del material comprado y las decisiones adoptadas. “En marzo aplazamos el pago a Hacienda porque no podíamos afrontarlo y nos ha llegado hoy, sin estar preparados”, incide. 

Contenido el virus y con la vuelta a lo que se ha denominado nueva normalidad, los vectores de transmisión de la Covid-19 en las residencias son aquellas personas que entran y salen del centro, sobre todo, trabajadores y familiares. Un reciente informe realizado por ActuarCOVID, un grupo de más de mil sanitarios que avala análisis independientes sobre la evolución de la enfermedad, señala más al primer colectivo que al segundo. Los investigadores concluyen que el grupo de profesionales más afectados por la infección son las auxiliares. Estos centros son conscientes de la labor vigilante que deben mantener. En Los Pinos, Ochoa explica que actualmente su plantilla entra “por la zona de lavandería y no cruza el edificio de la residencia hasta que no se han limpiado los pies, cambiado de ropa, lavado las manos y colocado la mascarilla”.

La reincorporación de estos profesionales tras las vacaciones de verano ha sido un momento crítico para estos pequeños centros. Tres de ellos aseguran que la Comunidad de Madrid no les ha facilitado test y cada uno ha optado por una alternativa. En Los Pinos las trabajadores “se han buscado la vida” –según explica su directora– para conseguir una PCR tras volver de su libranza. En Valderey las pruebas fueron abonadas por la empresa y en Fuente Salud la directora ha concedido las vacaciones en función de la normativa. “La Comunidad de Madrid pide PCR para trabajadores que estén de vacaciones más de quince días, les estoy dando catorce. No incumplo nada. Así de triste es”, explica Dávila.

Si tienes información sobre la situación en las residencias de ancianos durante la pandemia, escríbenos a pistas@eldiario.es

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