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El nuevo señuelo del presunto estafador que ha sembrado Madrid de víctimas: 'coworkings' sanitarios

Antonio Pérez

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La pega del nuevo negocio de Sánchez Pacheco es que arranca con su propietario repitiendo cuestionables parámetros de conducta: ha incurrido en impagos de salarios a sus nuevos empleados -que se plantean denunciarlo-, arrastra deudas de varios miles de euros con las empresas que le alquilaron las oficinas desde las que opera -ha tenido tres sedes distintas en dos meses- y vuelve a recurrir a transferencias de dinero, que nunca llegan, para ganar tiempo ante sus acreedores. Todo ello ha hecho que, una vez más, hayan saltado todas las alarmas en torno a su figura, que en el pasado ha dejado ya tras de sí varias decenas de víctimas.

El empresario constituyó el pasado 7 de octubre Soluciones Médicas Múltiplo SL, firma dedicada a la “gestión de clínicas y centros médicos privados, coworking sanitarios, así como a la prestación de servicios del sector salud”, según registro. 

Paralelamente, alquiló dos locales, uno en Paseo de las Delicias 31 y otro en Avenida Menéndez Pelayo 57, con la intención de convertirlos en contenedores de consultorios médicos, los cuales arrendaría a profesionales sanitarios de distintas especialidades, creando así una seria de clínicas que, a día de hoy, ni están listas ni cuentan con las medidas necesarias para operar.

Con el fin de atender sus clínicas, encontrar médicos que quisieran utilizar sus planeados coworkings sanitarios y para, en general, iniciar su negocio, Sánchez Pacheco contrató a siete trabajadores que, dos meses después de incorporarse a su nuevo trabajo, no habían recibido salario alguno y a los que terminó despidiendo sin previo aviso el pasado 27 de noviembre.

Uno de estos empleados declara haber firmado un contrato para ocupar el puesto de recepcionista en uno de los centros que iba a abrir el empresario, pero se vio teniendo que intentar captar médicos que quisieran ocupar los hipotéticos despachos que les ofrecía Sánchez Pacheco.

Harto de promesas incumplidas, de salarios que no llegaban y de sospechas de estar colaborando en un supuesto engaño de alquiler de espacios profesionales, que podrían no estar listos nunca, este trabajador, quien prefiere no hacer pública su identidad, es uno de los que se plantó ante el empresario -un día antes de que los pusiera de patitas en la calle- y ha optado por denunciar lo sospechoso de su nueva actividad.

Por otra parte, A.O.V son las siglas que identifican al responsable de la mercantil de reformas con la que el gaditano contactó a primeros de noviembre para acondicionar los dos locales que acababa de alquilar para montar sus clínicas. Cuenta que, sin haberle pasado siquiera un presupuesto, le entregó las llaves de los locales al tiempo que le urgió a comenzar unas obras para las que no tenía ni proyecto arquitectónico ni licencia de ejecución. 

Ante la petición de una cantidad en concepto de provisión de fondos para comenzar los trabajos, A.O. asegura que el empresario comenzó a dar excusas para no entregar ese dinero y que, finalmente, justificó -mediante resguardo- la realización de una transferencia bancaria que nunca llegaría, en un proceder similar al que había empleado otras veces en distintos asuntos.

Por fortuna, la actitud del protagonista de esta historia generó dudas en A.O, que decidió no comenzar a trabajar para él. Muy al contrario, lo investigó y, gracias a los artículos que encontró en prensa, en los que se explicaba detalladamente su modus operandi en presuntas estafas que habría cometido en el pasado, se dio cuenta de que podría estar tratando de reproducir una vez más esas formas de hacer.

Con el objetivo de evitar posibles engaños de Sánchez Pacheco, A.O. denunció los hechos a la policía, pero como a él no le había llegado a estafar, y le confirmaron que no tenía causas pendientes con la Justicia, poco más hicieron los agentes al respecto. “Consideré que tenía el deber moral de alertar sobre lo que creo que está tramando este hombre, pero ya más no puedo hacer”, comenta con resignación.

Los dos locales que Sánchez Pacheco habría alquilado para sus clínicas están bien situados y, aún sin reformar, daban sensación de seriedad e inspiraban confianza. A.O. considera que la reforma de estos espacios era el pilar fundamental sobre el que el empresario trataría de embaucar, supuestamente, a sus futuros inquilinos médicos.

El de Paseo de las Delicias tiene alrededor de 110 metros cuadrados divididos en dos plantas. El otro, junto al Retiro, en Avenida Menéndez Pelayo, era más grande -300 metros cuadrados- y contaba con una mejor ubicación. Sin embargo, según ha podido averiguar este periódico, este último ya no estaría en poder de Sánchez Pacheco, dado que la propiedad afirma haberlo podido recuperar. Tras los primeros problemas con el arrendatario decidieron cambiar la cerradura del local y ponerlo de nuevo en alquiler.

En otro orden de cosas, desde que Sánchez Pacheco constituyó en octubre Soluciones Médicas Múltiplo SL, cuya sede social se encuentra en Carrera de San Jerónimo 17, 4ª planta, la empresa habría tenido ya despacho en tres sitios distintos.

El primero, en la dirección ya señalada, donde hay un coworking; el segundo, en el piso 9 de Torre Realia, en plaza Castilla, donde también se alquilan despachos profesionales y donde estuvo instalado un par de semanas; el último y actual, en el piso 3 del número 43 de Paseo de la Castellana, donde se ubica WeWork, otra empresa de alquiler de espacios compartidos de trabajo con la que, según ha podido saber este periódico, Sánchez Pacheco habría llegado a acumular una deuda superior a los 21.000 euros, al no haber pagado la renta de los 4 despachos que tiene allí reservados y la de una plaza de garaje.

La cabra tira al monte

A la figura de Tomás Sánchez Pacheco le acompaña la polémica desde sus tiempos de político en Barbate, ciudad en la que optó a la alcaldía, pero es su faceta de empresario la que más quebraderos de cabeza le ha dado, colocándolo ante la Justicia en más de una ocasión.

Antes de llegar a Madrid, su desleal gestión al frente de una cadena de gimnasios dejó tras de sí en Andalucía casi 900 afectados y, una vez en la capital, comenzó a hacerse famoso cuando hizo campaña por Pedro Sánchez en la carrera del hoy presidente del Gobierno por la secretaría general del PSOE y se coló en la foto del momento en el que el socialista celebraba su victoria en las primarias de 2017.

De esa etapa salió por la puerta de atrás, acusado de intento de estafa por algunos militantes del partido, pero fueron sus negocios inmobiliarios en el centro de la capital los que lo pusieron en el disparadero.

Primero, Sánchez Pacheco, supuestamente, pagó con cheques sin fondos el traspaso de un café en el barrio de Malasaña, en un asunto que está a punto de resolverse en los juzgados. Más tarde, se dedicó a alquilar viviendas compulsivamente -presentando nóminas falsas- y a subarrendarlas después.

A los propietarios de las mismas no les pagaba, mientras que obtenía dinero de los inquilinos que captaba y a los que convertía en okupas. Esta vorágine de supuestas estafas dejó tras de sí decenas de víctimas, a las que hay que sumar los espacios de coworking en los que establecía sus oficinas y con los que contraía deudas por las rentas que nunca llegó a pagar.

Con la llegada de la pandemia y, tras alguna que otra detención policial por sus tejemanejes inmobiliarios, Sánchez Pacheco rizó el rizo y se presentó como voluntario en el hospital Clínico San Carlos de Madrid haciéndose pasar por inmunólogo. Su intención, según sospecha la policía, estafar a los sanitarios recaudando fondos para adquirir material de protección anti Covid-19.

Su detención casual en un control de movilidad durante el confinamiento, en la céntrica calle de San Bernardo, habría destapado la farsa que, presuntamente, urdía, al tiempo que dio pie a que se paseara por distintos platós de televisión de programas nacionales, como el que conduce en Telecinco Ana Rosa Quintana, tratando de defender su inocencia.

Ahora, de nuevo, el presunto estafador está en la carretera.