TRIBUNA ABIERTA
Madrid no tiene suerte (tampoco en 2023)
En el año 1992, el reciente premio nacional de Arquitectura Emilio Tuñón escribió el artículo MADRID NO TIENE SUERTE, en el que se lamentaba de la falta de suerte en la calidad de la arquitectura pública y privada de Madrid.
En dicho artículo comenzaba comparando los toscos bordillos de granito de Madrid frente a la amabilidad de los bordillos suavemente biselados de la Barcelona olímpica. Según él estaban hechos “con más alarde de fuerza que de pensamiento”.
Continuaba con el proyecto de las torres KIO en la Plaza Castilla en el que “han tenido que venir del otro lado del Atlántico para enseñar a los arquitectos de la villa cómo no se debe hacer un muro cortina”.
Y remataba con el Bernabéu “acosado por la retaguardia, tras la penúltima reforma, por uno de los centros comerciales más absurdos de Madrid, asustando a los paseantes con la desproporcionada altura de sus nuevos graderíos y torreones. El castillo de Mendoza, con sus metamorfosis sucesivas, se ha transformado en un alien merecedor del trofeo ”pichichi“ al más feo todavía”.
Después de 30 años la historia nos enseña que todo puede ir a peor, si alguien pone su empeño en ello. Y así ha sido.
Hubo una época, muy muy remota, en la que en Madrid se convocaban CONCURSOS DE IDEAS para pequeñas plazas, mobiliario urbano, instalaciones luminosas navideñas, escuelas infantiles, centros culturales, museos, centros sociales, centros de salud, centros de mayores, polideportivos, parques de bomberos, bibliotecas, viviendas sociales, etc. ¡hasta para las farolas de la puerta del Sol! Y en épocas más recientes concursos para grandes operaciones urbanas como Madrid Río o la Plaza de España.
Los concursos públicos de arquitectura constituyen una parte fundamental en el desarrollo y la evolución de la ciudad. Estos concursos permitieron a arquitectos y profesionales del diseño presentar propuestas innovadoras y creativas que contribuyeron a la mejora y transformación del espacio urbano.
Los concursos públicos de arquitectura no sólo brindan una oportunidad para que los arquitectos y profesionales del diseño muestren su talento y creatividad, sino que también promueven la participación ciudadana. Muchos de estos concursos incorporaron mecanismos de participación y consulta ciudadana, permitiendo que los madrileños expresasen sus opiniones y contribuyeran a la toma de decisiones sobre el diseño de su entorno urbano.
Eran otros tiempos. Se consideraba que los arquitectos podían participar en el diseño y el futuro de Madrid. Que la arquitectura pública podía ser un vector de innovación de nuevas tipologías adecuadas a su tiempo. Que la vivienda pública debía ser una oportunidad para responder, no sólo a los cambios sociológicos de las nuevas familias, si no para aportar belleza dentro del paisaje urbano.
Ahora los arquitectos hemos sido apartados para aportar nuestras ideas en el debate sobre cómo debe ser el desarrollo y la evolución de nuestra ciudad. Somos percibidos más como un “problema” y no como una “solución”. Probablemente nos lo hemos también ganado a pulso. La ciudad está llena de arquitectura abominable y de edificios que han dilapidado los recursos de nuestros impuestos o de sus clientes, ya sean empresas o particulares. No nos duelen prendas en reconocerlo.
Para evitar la proliferación de la fealdad, la fórmula del CONCURSOS DE IDEAS, con jurados expertos (incluso con procesos participativos de los ciudadanos), es la mejor forma en que toda las ciudades del mundo han conseguido crear arquitectura de calidad, amable, accesible, inclusiva y sostenible.
AHORA ESTAMOS EN OTRO PARADIGMA, contaminado por un lado en la urgencia de los políticos en inaugurar en su legislatura de 4 años y del mantra de la colaboración público/privada que nos quiere convencer de que el capital y los intereses privados gestionan mejor nuestro futuro urbano.
Los pocos concursos que se han hecho en los últimos años han caído en desgracia.
EL CAMPUS DE LA JUSTICIA, la mayor inversión que se hará en nuestra ciudad en muchos años, cayó en desgracia y se tiraron a la papelera tanto la ordenación urbana como todos los edificios que ganaron diversos concursos. En palabras del Consejero de Justicia de la CAM “ no queremos arquitectos estrella sino edificios funcionales” que serán objeto de un pingüe negocio para alguna empresa promotora, constructora y gestora durante 45 años. Eso sí, pagando un jugoso canon procedente de nuestros impuestos.
EL MERCADO DE LEGAZPI, ganado por concurso por los arquitectos Ulargui y Pesquera, también cayó en desgracia y a día de hoy nadie sabe cómo se gestionará ni para qué servirá.
Sabemos que el proyecto se hará por el Área de Obras del Ayuntamiento por unos arquitectos municipales que bastante trabajo tienen con ir remendando y rehabilitando el ingente patrimonio municipal.
Este Área de Obras opera con una casuística muy particular, ideada en la época de Ana Botella y continuada por los gobiernos de Carmena y Almeida. Para ellos los arquitectos “externos” somos el enemigo público. No nos quieren ver ni en pintura y piensan que sólo les complicamos su gestión. Sus directores (una de ellas incluso fue Decana del Colegio de Arquitectos) creen que los proyectos ganados en concursos públicos son caprichos arquitectónicos que no cumplen con los estándares de simplicidad y funcionalidad que debe tener la arquitectura pública. Los arquitectos municipales, siguiendo las instrucciones de sus superiores, realizan cientos de proyectos con la ayuda de 4 ingenierías “homologadas” con las que desarrollan los proyectos de ejecución y dirección de las obras. Esta manera de proceder ha producido engendros tan aberrantes como el Polideportivo de la Cebada o el recientemente anunciado edifico multiusos para escuela infantil, ludoteca y centro de mayores de la Guindalera.
Proyectos sin carácter, sin escala, sin amor por la calidad ni la belleza arquitectónica. PROYECTOS QUE AVERGÜENZAN A LA PROFESIÓN. Se desaprovechan todas estas oportunidades de mejorar la ciudad y el paisaje urbano.
Nuestras calles y nuestra plazas se colonizan con bancos monolíticos de granito, pavimentos duros impermeables y plazas carentes de vegetación como la denominada “sartén del Sol”. O aceras y bulevares sin apenas espacio público estancial. Todo sea en aras de construir la ciudad de la “libertad” en la que el terraceo y el negocio privado es el objetivo irrenunciable.
Madrid es como un gran juego del Monopoly, dónde todo se va vendiendo palmo a palmo. Se ha impuesto el mantra de la colaboración público/privada. Esa fantasía de los gobiernos ultraliberales en la que la ciudad se entiende como un mercado en la que todo se compra y se vende.
Esta colaboración público/privada es un eufemismo para legalizar de facto la privatización de la arquitectura pública y los espacios urbanos de Madrid. Consiste en transferir la responsabilidad de diseño, construcción y gestión de los proyectos arquitectónicos del sector público a entidades privadas. Esto implica que los proyectos de infraestructuras y edificación que anteriormente eran desarrollados por organismos de la administración local y autonómica ahora son llevados a cabo por empresas del sector privado.
Los espacios públicos se privatizan y se convierten en feriódromos (como la Plaza de España, o el futuro centro de negocios RENAZCA). Las calles se ocupan con aparcamientos en concesión (como los adyacentes al estadio Bernabéu con concesión al Real Madrid) o los adjudicados en los alrededores del Civitas metropolitano al Atléticos de Madrid.
La ciudad se sigue haciendo más en los palcos del fútbol que en los tableros de dibujo de arquitectos y urbanistas. COMO SIEMPRE.
El colmo de este gran parque temático, de este casino, es la adjudicación a empresas privadas del PARQUE DE VIVIENDA PÚBLICA EN ALQUILER. El plan VIVE de la CAM es un gran negocio que concede los derechos de superficie durante 45 años a empresas promotoras que antepondrán su “Bussiness Plan” a cualquier otro interés social y a la calidad de su arquitectura. Ya vimos en que quedaron las viviendas sociales vendidas a fondos buitre que, en cuanto pudieron, triplicaron sus alquileres expulsando a los habitantes y perdiendo su condición de reequilibrio social.
Quedan muy lejos los tiempos en que Madrid y su Empresa Municipal de la Vivienda realizó proyectos de vivienda social innovadora y su actividad a día de hoy es prácticamente inexistente. No se fomentan los MOVIMIENTOS COOPERATIVOS sobre suelo público (como fue en su día el Plan 18.000) como ocurre en otras ciudades de España, ni se promueven viviendas adaptadas a la emergencia climática o a las nuevas formas de vida postpandémica y nuevas unidades familiares monoparentales, integración de mayores, espacios al aire libre de convivencia, etc.
La vivienda pública en Madrid deriva hacia soluciones banales abandonando su responsabilidad como un vector de innovación arquitectónica y social.
Los POLIDEPORTIVOS MUNICIPALES, equipamientos largamente esperados en muchos barrios tradicionales o en los PAU´s, es otro ejemplo en el que priman los intereses económicos sobre cualquier interés público y sin ningún control sobre la calidad arquitectónica. Los concursos de concesión son convocados con unos toscos anteproyectos redactados por el Área de Obras del Ayuntamiento y se adjudican con el único criterio de la oferta económica. Y muchos de ellos se declaran desiertos, mientras los vecinos esperan y esperan un lugar donde ejercitar sus cuerpos y llevar una vida más saludable. Pero eso también importa poco…
La operación MADRID NORTE se promoverá, tras muchos años de compleja gestión, atendiendo a los intereses de una promotora privada, regalando miles de metros de oficinas y comerciales, sin atender al reequilibrio necesario con vivienda protegida.
La fábrica CLESA, un Bien de interés Cultural, que iba a ser el nuevo Centro Cultural MATADERO NORTE, ahora se ha cedido a una promotora holandesa que realizará una operación inmobiliaria especulativa sobre la que existen más dudas que certezas sobre la calidad del proyecto arquitectónico y su interés público.
Desde el grupo de arquitectos NEXOCOAM hemos denunciado este deterioro progresivo de la arquitectura y el espacio público de nuestra ciudad y promovimos en campaña electoral un PACTO DE HORTALEZA en defensa de la arquitectura y el espacio público de Madrid. Este PACTO que fue suscrito por los 4 partidos progresistas que se presentaron a las elecciones, abogaba por garantizar aspectos relacionado con la emergencia climática, el reequilibrio social, los modelos sostenibles de movilidad, la NECESIDAD DE CONVOCAR CONCURSOS DE IDEAS DE ARQUITECTURA para crear una ciudad más bella y más adaptada a las necesidades y anhelos de la sociedad del s. XXI. El partido Popular y Vox no quisieron suscribirlo. No queremos pensar que no les preocupa diseñar y construir una ciudad más hermosa, simplemente ellos entienden que las cosas se deben hacer de otra manera.
Que Dios nos pille confesados.
Definitivamente MADRID NO TIENE SUERTE.
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