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Talas y un graderío siembran la discordia en La Cornisa: “El miedo es que deje de ser un parque que se disfruta”

El Parque de la Cornisa, junto a la céntrica calle del Rosario en Madrid, este lunes después de las actuaciones ejecutadas por el Ayuntamiento de cara a su reforma, en una imagen facilitada por los vecinos.

Guillermo Hormigo

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Los vecinos del Parque de la Cornisa desean que el lugar siga siendo suyo. Esta zona verde de La Latina podría sufrir una gran transformación según el proyecto que maneja la Junta Municipal del Distrito Centro. Unos cambios que implicarían, por ejemplo, la construcción de un anfiteatro y una pista que serviría de escenario.

La inquietud de los residentes del entorno de La Cornisa pasó a mayores después de una sorpresiva tala de 28 árboles en septiembre. Ya antes, en agosto, muchos se pusieron en alerta cuando el Ejecutivo municipal publicó una nota de prensa en la que informaba de una reforma en el parque. El día previo a la tala, representantes de varias asociaciones vecinales se reunieron con los dirigentes de la Junta Municipal del Distrito, que les aseguraron que los árboles no se tocarían. Fue la chispa que encendió la movilización: el pasado 22 de octubre tuvo lugar una protesta en el propio parque, y ahora la repiten este sábado 5 de noviembre en un formato pícnic que pretende aunar reivindicación y diversión.

Una de las residentes movilizadas, Carmela Gómez, incide en que no contar con las vecinas fue “la primera gran preocupación”. Explica que desde el consistorio “solo se reunieron con una organización vecinal y cuando el plan ya estaba publicado, además de asociaciones de padres y madres”. Lamenta esta desatención en el diseño del proyecto, pero también que una vez comunicado “no se esté informando a los vecinos de forma operativa”. Tuvieron que presentar una instancia para que les hiciesen llegar el diseño que se ha planteado para el espacio, la cual “tardó mucho en ser concedida”.

Carmela se explaya sobre las repercusiones que tuvo este documento entre la vecindad, y la consecuente respuesta del gobierno local: “Cuando nos compartieron el plano vimos el graderío que quieren construir. El Ayuntamiento se escuda en que es un espacio para que se hagan, por ejemplo, espectáculos de títeres dirigidos a los niños. Yo creo que es lamentable que utilicen a los más pequeños como excusa para poner más piedra en un entorno que no lo necesita y desnaturalizar el parque”.

Este diseño recoge y menciona las infraestructuras que tanto preocupan al barrio: en la plaza central se ubicarían “a modo de anfiteatro unas gradas”, además de una lámina de agua “que podría servir de escenario”. “Hubo un debate acalorado con la concejalía porque no querían que le llamásemos así, graderío, aunque en el propio plano se aluda a estas gradas”, recuerda Carmela.

Desde el consistorio madrileño, en declaraciones a Somos Madrid, matizan algunas de estas afirmaciones. Señalan en primer lugar que la reforma no pretende convertir el parque en un lugar que albergue conciertos o grandes eventos, sino que las nuevas dotaciones “serán para el uso cotidiano de los vecinos”. Reconocen que no están de acuerdo con el término graderío, pese a que así aparezca en el plano, ya que su objetivo principal es “salvar un desnivel, una cota en el terreno”. Constará apenas de “dos filas de bancos”, dicen. En cuanto al escenario, al que prefieren referirse como “plataforma”, destacan que “tiene apenas 20 o 25 metros cuadrados, es pequeña, abierta y no tendrá conexiones eléctricas”.

Continúan las actuaciones en el parque

En el Ayuntamiento aprovechan para trasladar su visión sobre la polémica retirada de 28 árboles: “Lo que se comunicó a los vecinos es que no íbamos a talar por talar para remodelar el parque. Lo que se ha hecho es actuar sobre los árboles afectados por Filomena o que no estaban en buen estado. Se van a replantar con especies que se aclimatan mejor al clima de Madrid y los espacios verdes van a aumentar, aunque sobre plano uno no se haga idea”, explica la portavoz en conversación con este periódico.

Es lamentable que el Ayuntamiento utilice a los niños como excusa para poner más piedra en un entorno que no lo necesita y desnaturalizar el parque

Los últimos días la estampa del Parque de la Cornisa ha seguido transformándose. “Han arrasado la rosaleda y han arrancado el césped”, denuncia Carmela. Dice que el Ayuntamiento se escuda, además de en Filomena, en la normativa según la cual “cuando hay una obra de remodelación la cantidad de césped permitida es solo un 20% de la superficie total”.

Susana, otra vecina del entorno del parque muy implicada en las protestas, lamenta que “han quitado los arbustos y han podado los magnolios”. Y añade: “Es desolador, ahí celebramos el primer cumpleaños de mi hija”.

Según Carmela, atendiendo al plan municipal y a lo que les han trasladado, no solo van a disminuir las zonas verdes. Las que resistan se van a sustituir por “plantas arbustivas o tapizantes”. Cree que eso “está muy bien para mirarlo, pero muy mal para disfrutarlo”.

Tensión entre los vecinos y Distrito Centro

Tampoco entienden el tono del Ayuntamiento durante el proceso. Los vecinos acudieron a la segunda reunión “con una petición de mínimos”: no reducción de zonas verdes, cese de la tala y marcha atrás del graderío (“no necesitamos culturizar el parque, sino que se quede naturalizado”, apunta). Al encuentro llevaron las casi 1.000 firmas físicas de las que disponían hasta el momento avalando estas tres reclamaciones (paralelamente han habilitado una petición virtual en change.org). La respuesta que asegura recibieron por parte de José Fernández, concejal de los distritos Centro y Salamanca, les pareció “indignante”: “Nos dijo que si hablase con cualquiera de las personas que han respaldado la petición ninguna sabría lo que ha firmado”.

“Algunas de las sugerencias que los vecinos han planteado estaban ya incluidas y otras se están estudiando. Siempre que se respeten las ordenanzas y la normativa intentamos sumar sus ideas, para lo cual estamos manteniendo reuniones con ellos”, responden sin embargo desde el consistorio. Aseguran que estos contactos han existido desde el inicio del proceso, aunque se hayan “intensificado” después de las disconformidades expresadas por los residentes.

La controversia ha supuesto el reinicio del movimiento vecinal para proteger este área, que ya en 2009 estuvo amenazada en la propuesta para el Parque de la Cornisa y los Jardines Seminario, ideada por el Ejecutivo municipal que entonces lideraba Alberto Ruiz-Gallardón.

Unos vecinos a los que revertir el proyecto les parece muy complicado, aunque según Carmela no están dispuestos a ceder en su empeño: “No faltan pruebas para ver que las intenciones del consistorio son privatizar y sacar rendimiento económico de todos los espacios públicos. Parte de la belleza que tiene La Cornisa es que no es un sitio no muy turístico, está casi escondido. Ahora, con tanta piedra, tan poco verde y tan poco banco, tememos que se convierta en otro parque para transitar, para sacarte una foto en el mirador e irte o para tomarte una cerveza en el bar si montan uno. El miedo es que deje de ser un parque que se vive y que se disfruta”.

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