A propósito de 'Barrios': cuando una exposición consigue salir de la sala para conectar genealogías y vecinos
Uno de los mayores éxitos de una propuesta cultural es conseguir traspasar los muros del espacio donde se desarrolla. Es lo que ha pasado, sotto voce y piano piano, con la muestra fotográfica de Javier Campano titulada Barrios. Madrid 1976-1980. Corran, aún disponen de un mes para disfrutar de ella.
La que empezó siendo una exposición de fotos más en una sala del complejo El Águila se ha convertido en una de las sorpresas más agradables de la temporada. Fotos históricas sobre Madrid hay muchas pero la mayoría las hemos visto cientos de veces repetidas en los numerosos grupos de Facebook o cuentas dedicadas a su divulgación en redes sociales. Sin embargo, las de Campano son decenas de instantáneas de vocación documentalista, apegadas al espíritu social de su época, que no habíamos visto nunca. Y son de distintos barrios y salen espacios poco tópicos de los mismos y las protagonizan muchos vecinos.
De un modo diferente a la mera nostalgia, ha servido para la activación de conexiones y genealogías; para viejos y nuevos vecinos de los barrios retratados, que ya son otros pero siguen siendo.. Se han llevado a cabo visitas colectivas de las asociaciones vecinales y las fotos de las fotos han corrido por los grupos de whatsapp de las barriadas.
Las fotos de la exposición también han sido objeto de un intenso debate en las redes sociales, tratando de encontrar las localizaciones de las imágenes en blanco y negro. O el juego de antes y ahora, como lo ha llamado Olga Berrios en un hilo de de X en el que ella misma y otros vecinos se han dedicado a localizarlas.
Casas bajas supervivientes, torretas de la luz, la numeración de las calles, barandillas, la sombra…cualquier detalle es un asidero temporal para desentrañar las coordenadas de la foto. Desconocemos si algún urbanista o sociólogo ha puesto nombre a la sensación de no ser capaz de conocer el espacio que uno vivió en algún momento por la radicalidad de sus cambios y la pérdida de referentes urbanos (nosotros hace ya muchos años lo asemejamos al extrañamiento que sufren las víctimas de las grandes catástrofes naturales después de que la devastación se lleve por delante sus ámbitos de referencia). En el caso de Tetuán la tabula rasa de muchas zonas de La Ventilla o, más recientemente, del Paseo de la Dirección produce este fenómeno.
El hilo de Olga rápidamente conectó con otros anteriores con similar vocación. Por ejemplo, al hablar del grupo de casitas escalonadas de una de las fotos de Campano. Nada más verlo, a los conocedores del barrio se nos viene a la cabeza un cogollito idéntico superviviente de la calle Serrallo. El debate ya lo habían tenido antes en un hilo de El Madrid desaparecido de Penny y Julio Gª. Moutón, una cuenta que congrega a muchos expertos en este tipo de CSI madrileñista (hablamos con el responsable de la cuenta en su momento). Y resulta que no, la pronunciada pendiente de la imagen no se corresponde con la calle Serrallo sino con la de Ricardo Gutierrez. La reflexión está clara: los elementos que hoy miramos como vestigios únicos no son sino elementos de la normalidad de ayer.
La visita a la sala de El Águila también ha movido (y removido) muchas conexiones entre los problemas a los que se enfrentaban entonces los vecinos de las barriadas periféricas y populares y el estado de la cuestión en el año 2024. “Esta expo de Javier Campano demuestra que, casi 50 años después, los problemas y las luchas por el derecho a la vivienda, contra la especulación y por la vivienda social, en los barrios de Madrid siguen siendo parecidas”, escribía por ejemplo el usuario de X Fran Lores. “En una de las fotos de la exposición Barrios, dedicada a la etapa de finales de los setenta del fotógrafo Javier Campano, se puede leer: NO PEDIMOS LA LUNA EXIGIMOS VIVIR EN EL BARRIO. Hace casi medio siglo… y las necesidades eran muy similares a las de ahora”, ponía por su parte Abraham Rivera en la misma red social. O “Este fin de semana ha habido una manifestación en #Lavapiés donde se hablaba de gentrificación, pisos turísticos y fin del espíritu del barrio, y con toda razón (lo vivo cada día). En 1978 Javier Campano ya lo retrató”, por Marta del Riego.
Barrios es una exposición que apela al visitante porque incentiva la curiosidad por la fisicidad de nuestro día a día y nos inserta en trayectorias compartidas y lacerantes, cuyas raíces se presentan delante de la mirada como una bofetada calma de realidad. Funciona como una colección de ventanas al cambio pero también como una postal encontrada en un viejo libro que trae de vuelta las sensaciones compartidas del viaje.
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