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El coronavirus hace bajar las emisiones mientras las marcas se dividen por la normativa europea

Drástica disminución del tráfico rodado.

Pedro Urteaga

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Si algo bueno ha traído consigo la pandemia del coronavirus -tal vez lo único- es la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) y de la contaminación en las grandes ciudades debido, entre otros factores, a la drástica disminución del tráfico rodado. Por ceñirnos al CO2, el principal causante de los GEI, sus emisiones bajaron alrededor de un 25% en China durante los dos meses de confinamiento que siguieron al inicio de la enfermedad.

En España, el último informe del Observatorio de la Sostenibilidad indica que las emisiones se han reducido un 6% en el último año, especialmente por el parón de la generación de electricidad por carbón, y la tendencia se mantendrá con seguridad en 2020 a causa de la presente crisis.

Sin embargo, varios organismos ya alertan de que esta buena noticia presenta un reverso negativo en forma de efecto rebote cuando pase lo peor de la pandemia. En concreto, se refieren a la posibilidad de que se paralicen parte de las iniciativas enmarcadas en la transición ecológica en la que está inmerso, sobre todo, el continente europeo.

De hecho, este 2020 puede ser el primer año en más de una década en que las emisiones globales de CO2 registren un descenso. El precedente anterior lo encontramos en la crisis financiera originada en 2008, que tuvo también su cara oscura en un posterior repunte de gran intensidad motivado por la bajada del precio de petróleo, la falta de inversión en innovación y energías renovables y la vuelta a la utilización de materiales más baratos, entre otras razones.

Solicitar una moratoria o atenerse sin demoras a los objetivos de la UE

Estamos de nuevo, pues, en una situación crítica para muchos sectores de la economía, y el del automóvil está siendo uno de los más afectados. No solo le preocupa la caída de las ventas en numerosos mercados, como el español, sino también la incertidumbre sobre su capacidad para cumplir con los límites de emisiones impuestos para este año por la nueva normativa europea. Esto último ha provocado un cisma dentro de la industria entre los partidarios de solicitar una moratoria y los que abogan por atenerse sin demoras a los objetivos de la UE.

La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), presidida desde enero por el CEO de Fiat-Chrysler, ha solicitado aplazar las eventuales sanciones mientras los tres principales consorcios alemanes (BMW, el Grupo Volkswagen y Daimler, matriz de Mercedes-Benz) quieren que la regulación se cumpla sin retrasos, una postura que secunda la ONG ecologista Transport & Enviroment (T&E).

Mike Manley y diversas asociaciones que representan a proveedores de componentes, fabricantes de neumáticos y compañías de reparación de motores han enviado una carta a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en la que explican que la actual pandemia ha detenido la producción y el desarrollo de vehículos y trastornado “los planes para cumplir con las leyes y regulaciones de la Unión Europea, tanto existentes como futuras, dentro de los plazos establecidos”. La misiva concluye solicitando “algún ajuste temporal en estas leyes”.

Los grandes fabricantes alemanes se oponen a esta iniciativa y quieren hacer valer las cuantiosas inversiones en electrificación que han realizado en los últimos años. Solo veladamente señalan que algunos de los firmantes de esta petición podrían pretender compensar de esta manera su retraso en este campo, además de evitar las elevadas multas previstas para quienes incumplan los objetivos de emisiones.

Más tajante se muestra, como es habitual, la organización T&E, que acusa a algunas marcas de oportunismo al querer utilizar la crisis “para revertir descaradamente los objetivos climáticos de la UE”. Julia Poliscanova, responsable de vehículos limpios de la ONG, señala que “vender menos automóviles no afectará al cumplimiento de la ley. Lo que importa es el tipo de vehículo que se vende”.

De ahí que cualquier incentivo que se adopte tras la pandemia para aumentar la demanda “debe estar dirigido a automóviles de cero emisiones”, con lo cual se ayudará -prosigue Poliscanova- a “mantener los empleos en Europa, frenar la contaminación y aumentar la competitividad” de la industria automotriz del continente.

T&E no es la única organización que ha pedido una salida de la crisis vinculada a criterios de sostenibilidad. La alemana Asociación Federal de la Movilidad Eléctrica considera que la recuperación del sector debe llevarse a cabo ateniéndose a condicionamientos ambientales. Su presidente, Kurt Sigl, tampoco se ha andado con paños calientes. “La industria ha obtenido miles de millones en ganancias y ha sido impulsada por los dividendos durante años; ahora debe reorientar el rumbo para un nuevo escenario. Eso era necesario antes y ahora más por culpa del coronavirus”, ha manifestado.

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