Prueba del Renault Mégane Sport Tourer R. S. Line E-Tech, el híbrido enchufable más dinámico y familiar
La creciente oferta de híbridos enchufables va poco a poco haciendo posible que quien se incline por esta tecnología tenga cada vez más modelos entre los que elegir, en función de sus necesidades. Para alguien que, por ejemplo, prefiera un familiar antes que un SUV y, además, quiera un acabado deportivo y vistoso, ahora existe un vehículo ideal: el Renault Mégane Sport Tourer E-Tech (en su variante Plug-in, es decir, enchufable) y acabado R. S. Line.
Como el Captur, que sería su equivalente para el amante de los SUV, este Mégane incorpora un sistema de propulsión integrado por un motor de gasolina 1.6 de 91 CV y dos propulsores eléctricos, uno de 49 y otro de 22 CV, que se alimentan de una batería de 9,8 kWh. La potencia máxima conjunta es de 160 CV y la autonomía en modo eléctrico, de 50 kilómetros (WLTP), lo que confiere al modelo la etiqueta 0 de la DGT.
En la versión R. S. Line, la faceta eficiente y más racional del coche se conjuga con una larga serie de aditamentos deportivos servidos por Renault Sport, el departamento de competición de la marca. Entre ellos destacan la parrilla en forma de nido de abeja y las llantas específicas de 17 o 18“. Eso por fuera, ya que por dentro nos encontramos con otro puñado de alegrías: volante de cuero adornado con el doble diamante R.S., pedales de aluminio cepillado estilo competición y asientos deportivos con sujeción lateral reforzada.
Además, el interior alberga un salpicadero con acabado de imitación de carbono, revestimiento de techo negro, tapicería Alcántara con pespuntes vistos y materiales de alta calidad, todo ello dentro de un habitáculo en color negro acentuado con cenefas rojas.
Con sus dos caras claramente diferenciadas -pero armónicas-, este Mégane Sport Tourer se presenta como un vehículo idóneo para una familia con niños, que quiere realizar la mayoría de sus desplazamientos cotidianos sin emisiones y, al mismo tiempo, no renuncia a tener un modelo de aspecto deportivo y, hay que reconocerlo, muy atractivo tanto exterior como interiormente.
En cuanto al funcionamiento del sistema híbrido, nuestra extensa prueba de la versión enchufable nos ha permitido extraer varias conclusiones interesantes. Tal como se anuncia, pudimos recorrer 50 km justos con la carga de la batería y una mínima intervención del motor térmico que se sustanció en un consumo de 1,3 litros/100 km, el mismo de la homologación WLTP. Según el ordenador de a bordo, el consumo medio eléctrico fue de 15,7 kWh/100 km, un registro muy mesurado para un coche de casi 1.700 kilos.
Siempre con batería en la 'reserva'
Al igual que sucede en el Captur, en una conducción normal la batería conserva siempre una cuarta parte de su capacidad como reserva, de modo que, incluso cuando la autonomía eléctrica baja a cero según el indicador, el coche sigue disponiendo de apoyo eléctrico en las arrancadas y otras circunstancias.
Gracias a esta asistencia eléctrica, el gasto de combustible se mantiene por regla general en unos márgenes muy moderados. Después de 428 km teóricamente sin batería, nosotros obtuvimos un promedio de 5,8 litros/100 km. En ese recorrido, nos movimos en modo eléctrico por espacio de 8,4 km y el consumo de electricidad fue de 3,0 kWh/100 km, siempre según el ordenador de viaje.
Otra sensación gratificante del Mégane E-Tech la aporta su capacidad para regenerar energía, ya sea al pisar el pedal del freno, al forzar esa recuperación colocando la palanca de cambios en la posición B (de Brake, freno) o usando el control de velocidad, donde el vehículo elige por sí solo el modo más eficiente de desplazarse. Este buen funcionamiento del sistema explica que sea sencillo también conservar siempre algo de autonomía eléctrica para aprovecharla más adelante.
El coche dispone de tres modos de conducción: 100% eléctrico, o Pure en la terminología de Renault; híbrido (My Sense), que se selecciona por defecto al iniciar la marcha -a diferencia de lo acostumbrado en otros híbridos enchufables-, y Sport, donde trabajan a la vez los tres motores disponibles. Junto a ello existe una función e-Save para conservar algo de energía con vistas a usarla en un momento posterior.
Seguramente por tratarse de un vehículo más pegado al suelo -aunque sin descartar que el ambiente racing nos haya sugestionado favorablemente-, el Mégane nos ha parecido más ágil y vivo de reacciones que el Captur equivalente, tanto que el modo My Sense es lo bastante satisfactorio en casi todas las condiciones de circulación y el Sport puede reservarse para momentos puntuales donde queremos prestaciones más rotundas.
Si algo cabe lamentar de esta versión enchufable es que la presencia de las baterías de alto voltaje ensombrece lo que debe ser una de las mayores cualidades de una ranchera: la capacidad de carga. Mientras el resto de los Mégane Sport Tourer cuentan con 521 litros de maletero, en este caso el volumen disminuye a 389. Hay que precisar que, al menos, es solo la altura la que se ve mermada, mientras que la anchura y la profundidad del compartimento permanecen inalteradas.
El precio de este Mégane E-Tech con terminación deportiva R. S. Line -y muy equipado- parte de 34.221 euros, si bien el coche está disponible desde 31.245 euros en acabado Intens y desde 32.274 euros en acabado Zen. Son cifras relativamente contenidas para tratarse de un híbrido enchufable que, además, puede optar a ayudas oficiales como las del nuevo Plan Moves.