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La colombiana Totó la Momposina recibe el Premio La Mar de Músicas 2018

Totó la Momposina

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Se hace llamar Totó la Momposina, pero ella es la cumbia. Toda su vida se ha dedicado a la manifestación musical de la costa caribeña de Colombia, como cantante, bailarina y maestra de la cultura musical de ese fértil lugar, donde las culturas africana, indígena y española se mezclan. Por ello, el festival La Mar de Músicas de Cartagena le concede su premio, en esta edición. Premio que le será entregado el lunes 23 de julio, cuando la Momposina ofrecerá un concierto producido exclusivamente para el festival y que tendrá como artistas invitadas a la guineana Djanka Diabate y a la tibetana Yungchen Lhamo.

El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena, David Martínez Noguera anunciaba, el pasado abril, que este premio se le concede a Totó la Momposina “por dedicar toda una vida a la difusión internacional de la música de la costa caribeña de Colombia, por ser una innovadora inquieta y por continuar incansablemente promoviendo la música de su tierra natal impulsada por la pasión y la alegría”.

El premio que este año recibirá la Momposina ya ha sido recogido en otras ediciones del festival por Oumou Sangaré, Susana Baca, Cheick Lo, Pablo Milanés, Omara Portuondo y Gino Paoli.

Vida de una “cantadora”

Totó la Momposina nació en las orillas del río Magadalena, en el pueblo de la Talaigua. Lo de Momposina le viene por ser de la isla fluvial de Mompox o Mompós. Estudiosa de las tradiciones sobre el terreno, lleva consigo toda la cultura de la costa caribeña. Al folclor ella lo llama “música de la identidad”. Y se define como “cantadora”. Unas de las mujeres que cantan acompañadas de palmas y percusiones.

Recorrió desde niña los pueblos de la región siempre atenta a aprender el arte de sus cantadoras y a empaparse de cumbias, bullerengues y mapalés. Recogiendo de la memoria de los mayores los viejos cantos y bailes. Como aquella Carmelina, a la que rindió homenaje en uno de sus discos, hacedora de alegrías, que día a día salía a pregonar y vender sus productos, contoneando sus caderas y ofreciéndolos de puerta en puerta.

Más de medio siglo lleva trabajando esta mujer que cantó en las calles de París cuando estudiaba historia de la danza en la Sorbona y acompañó en diciembre de 1982 a García Márquez en la entrega del Premio Nobel. Rompieron el protocolo, fue la primera vez que hubo música en la solemne ceremonia sueca.

Porros, cumbias, zambaplos, abozaos, merengues, afros y sextetos palenqueros constituyen los ritmos de sus discos. Se trata de un catálogo, no tan reducido, de la vasta y ecléctica oferta musical de Colombia, que ostenta más de 100 ritmos en sus diversas regiones.

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