Murcia no termina de despertar de una pesadilla. Seguimos con un partido que se comporta como una empresa para colocar a los suyos, confunde el liderazgo del mismo con la administración, buscando sustituir una legislación que nos asemeja a la democracia estadounidense por otra que nos hermana con la Rusia de Putin donde la corrupción está al orden del día.
La idea es mantenerse en el poder a toda costa porque cualquier relevo o diferenciación entre el partido y el gobierno rompería los débiles equilibrios de poder de un partido que sigue vivo por los puestos que dar, de ahí que la sucesión pase directamente por investir al sucesor con alguna canonjía, perdón, consejería que pasan y traspasan a otros para mantenerse en el poder. Miren al alcalde de Yecla que abandona su pueblo por una consejería para conquistar el poder.
Después de lo visto aquí no hay ideología, no hay búsqueda del bien común, es simplemente supervivencia y seguir con el juego, mientras rule el gobierno no es chamba y da igual el partido: en esta región algunos diputados de derechas son iguales e intercambiables porque su única ideología es repartirse el poder, si por lo menos fuera para bien.
Este es un juego en el que todo ha de estar controlado. Consumada la compra quedaba por controlar el legislativo, borrando del mapa los últimos vestigios del verdadero Ciudadanos. Una conquista en la que ha colaborado el presidente de la asamblea poniéndose de perfil. ¿Cabe mayor vergüenza? Por compra ha muerto la capacidad de legislar o supervisar el gobierno de los murcianos y hemos vuelto a la mayoría rodillo de una asamblea muerta. Tras todo este cambio de cargos cada día tengo más claro que no se ha hecho por la Región, sino para mantener el cambalache. El gobierno durara lo que quieran que dure y esperan que sea mucho porque creen que el murciano, hagan lo que hagan, no romperá la dinámica de bloques que les asegura el gobierno.
Pobre Región de Murcia. Sus gobernantes se han enriquecido, pero no sus habitantes. A pesar del crecimiento del país nosotros seguimos teniendo los peores números allá donde miremos: la tasa de embarazo adolescente, de fracaso escolar… y así podríamos seguir enumerando una tras otra todas las variables de una Región de Murcia hundida, con un Mar Menor destruido que todavía quieren demoler más. Lo peor de este asunto es que para reírse de nosotros tapan su nefasta gestión con frases rimbombantes, cuando todos sabemos que las listas de espera crecen y crecen o que, en educación, nuestros hijos van ya menos días de clase que el resto de españoles, mientras el dinero estatal del COVID anda desaparecido. ¿Cuánto nos faltará para ser como uno de esos países donde si no tienes dinero puedes morir a las puertas de un hospital o no llegar a una educación superior a pesar de tener las capacidades para ello por la desinversión en lo público?
Antes el Partido Popular tenía una ideología, era la suma de todas las derechas, pero en ella mandaba una derecha conservadora. A día de hoy de aquello no queda nada. Se han transformado en un apéndice más de la extrema derecha con un discurso populista de marcado carácter trumpista en el que compiten sus tres estrellas: Casado, Teodoro, e Isabel Díaz Ayuso. Un discurso que al negar la pluralidad de este país asusta al votante de centro-derecha. Esto les acabará pasando factura a ellos y a la sociedad española. En el PP ya no hay ideología, solo quedan gentes que están ahí para ganar dinero y atraen a gente que viene a lo mismo, y entre unos y otros nos arruinarán. Va siendo hora de despertar de la pesadilla.
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