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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Negar la evidencia, negar la vacuna

Vacuna Covid

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Cierto es que la proliferación de noticias sobre tal o cual futura vacuna contra la COVID-19 introduce un punto importante de confusión para el ciudadano medio. Sobre todo ahora que llevamos demasiados meses con un bombardeo excesivo e insistente de noticias en torno a la pandemia. Pero todo eso no parece excusa suficiente ni motivo razonado como para que no sea alarmante el porcentaje de población que duda o rechaza hacer uso de “la vacuna” –– es decir, de cualquier vacuna contra el bicho actual––, negando la evidencia de que las vacunas salvan vidas.

A la confusión reinante contribuyen algunos grupúsculos de gente con pretendida autoridad como los autodenominados “Médicos por la Verdad” cuyo mayor interés parece ser negar la evidencia difundiendo especies que niegan la existencia de una pandemia, la necesidad de usar mascarillas o mantener el distanciamiento social, etcétera…., al tiempo que insinúan la existencia de conspiraciones mundiales al estilo de la aireada por el famoso Cardenal Mendoza y su “chis” maligno.

Son “un grupo de fachas transtornados” dijo ayer mismo el católico ––y por tanto nada sospechoso–– exministro de Defensa y expresidente del Congreso José Bono refiriéndose a los militares del grupo de whatsapp en el que se ha pedido fusilar a unos veintiséis millones de españoles, más o menos. Lo mismo podríamos decir de ese paquete de galenos negacionistas de la pandemia, de las vacunas, de las medidas sanitarias consecuentes, del todo y de la nada: son transtornados.

Algunos de ellos ya han tenido dificultades con las autoridades sanitarias por su contumacia en negar la evidencia. Para todos ellos, componentes de ese ala descerebrada y bastarda de la Medicina, cabría pedir la inhabilitación profesional lisa y llanamente. Si no están de acuerdo con los avances, logros o propuestas de la ciencia sanitaria que se supone que ejercen, lo mejor es que se les impida legalmente que sigan disfrutando de un título que les capacita para administrarla. Si quieren actuar como curanderos, son muy libres de hacerlo. Que lo hagan. Pero que no actúen legalmente como médicos, puesto que parece que no tienen intención de serlo.

No obstante, sus enfebrecidos dictámenes y proclamas calan en la sociedad, como muestran los últimos sondeos oficiales sobre los porcentajes de ciudadanos más o menos dispuestos a ser vacunados inmediatamente contra la COVID 19, reflejados en una encuesta reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). A resaltar es que, según ese sondeo, quienes se muestran más reacios a vacunarse parecen cargar más a la derecha que a la izquierda. 

Resultaría tendencioso extraer conclusiones precipitadas, pero quizá el asunto esté relacionado con la toma de conciencia colectiva de los problemas frente al individualismo recalcitrante neoliberal ––o neocon, vaya usted a saber–– reflejado en el “yo hago lo que me da la gana que para eso soy libre”, que llega al paroxismo en esas tendencias políticas ultraliberales o pseudolibertarias en boga gracias al amigo americano

Sin llegar a deducciones forzadas, el asunto es que esas tendencias digamos “negacionistas” tienen su expresión práctica más que teórica en el día a día. Eso deberíamos interpretar del hecho ya muy repetido de unos cuantos descerebrados que se “escapan” de fiesta cada fin de semana, o se desplazan a su antojo a pesar de las restricciones de movilidad para disfrutar de un día en la playa, en el campo, la montaña o donde cada uno quiere, “que para eso soy libre”.

Son nuestros “negacionistas” en la práctica, nuestros “transtornados”, a los que no les importa poner en riesgo su salud y la de los demás con tal de seguir haciendo “lo que les da la gana” sin importarles las consecuencias sociales, en tanto que colectivas, que puedan tener los insensatos caprichos. Y todo indica, como está más que dicho en los últimos días, que las próximas “entrañables fiestas” anunciadas ya con el obsceno despliegue luminoso habitual serán el caldo de cultivo idóneo para la tercera ola pandémica que nos azotará impíamente antes de que empiece a notarse el efecto de las primeras vacunaciones.

Habrá que concluir, pues, parafraseando al exministro Bono, que aquellos que se aprestan, como si no pasara nada, a disfrutar de las “entrañables fiestas” ––apelotonándose en bares, restaurantes, calles céntricas, lugares de culto y fiestas familiares–– no son ciudadanos conscientes sino “transtornados” inconscientes y, en el peor de los casos, posibles homicidas imprudentes de alguno de sus seres supuestamente más queridos. Lo de “fachas” o no, lo dejo a la interpretación que cada quien haga de la encuesta del CIS. Es de esperar que mueran en gracia de Dios. O de Alá. Vale.

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