Después del confinamiento los ricos siguen siendo más ricos y sigue aumentando el batallón de los pobres, y no lo digo yo, que también; lo dice el estudio elaborado, en octubre, por UBS y PricewaterhouseCoopers. ¡Qué paradojas!, en fin, cosas del capitalismo salvaje.
No sé si por lo general les importará mucho, por ende, la lista de Forbes 2020. Lo que sí creo, que, en lo particular, al ciudadano de a pie, a esos que tienen que usar a diario el transporte público por estas tierras murcianas, lo que realmente les importa es el actual desastre de las líneas de autobuses que van desde las pedanías o pueblos a la ciudad de Murcia, que es la séptima de España en población. Las modernidad de las ciudades también se suelen distinguir por la eficacia y comodidad de sus transportes públicos y desde hace un tiempo tenemos unos servicios de tercera división. ¿Quiénes tienen la culpa? Desde luego, los ciudadanos no. En una breve radiografía la empresa de transportes LAT presentó un ERTE durante el estado de alarma, en marzo. Desde entonces mantiene la reducción de horarios y plantilla, con lo que resulta más surrealista: los domingos no hay ningún tipo de servicio. Los trabajadores llevan más de un mes de protestas y mantienen la huelga de los jueves y reclaman el rescate de los trabajadores de ese ERTE y el restablecimiento de los servicios al 100%, tal como estaban antes de marzo.
Lo más pintoresco es que después de mayo, los autobuses llamados “coloraos” que circulan solo por el centro de Murcia y que subvenciona el ayuntamiento de Murcia volvieron a funcionar con normalidad. Una nueva discriminación entre el centro y las pedanías, y mucho más teniendo en cuenta que más del 60% de la población vive en las pedanías. Y bien, ¿Quién arregla esto? La empresa se escuda en la disminución de usuarios y los usuarios por la reducción de horarios se tienen que buscar otros medios, Y si llega el domingo, no hay alternativa, obligatoriamente hay que coger el coche de San Fernando: ya lo canta Manolo García: “Llévame esta noche a San Fernando, iremos un ratito a pie y otro caminando”.
A esos ciudadanos que tienen que usar el coche de San Fernando poco les importa las causas, o sí, por las que no está funcionando al 100%, ni entran en la dicotomía de la oferta-demanda y en ese concepto de rentabilidad propio del capitalismo salvaje de nuestro tiempo. Lo que quieren, y ya están hartos, es que el consejero de Fomento, José Ramón Díez de Revenga, se reúna con la empresa LAT y con los trabajadores y que ponga fin la disyuntiva de tener que elegir entre el transporte público y el coche de San Fernando.
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