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El turismo de cruceros en Cartagena

Pedro Belmonte Espejo

Murcia —

El turismo de cruceros en Cartagena es un fenómeno reciente que ha tenido un crecimiento significativo en nuestra región, no exento de impactos ambientales y sociales. Durante el año 2016, se recibieron 121 buques y 187.813 cruceristas y en 2017 se ha estimado el atraque de 148 barcos con más de 230.000 viajeros.

Este crecimiento ha supuesto un flujo económico para la ciudad y el puerto y un aumento del desarrollo de las infraestructuras asociadas a este tipo de turismo. En el estado español, el sector de cruceros crece de una manera casi exponencial por las políticas de turismo sin control, especialmente en Barcelona, las Islas Baleares, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife y ahora también en Cartagena.

La afluencia masiva de turistas de cruceros en el núcleo histórico de Cartagena supone un riesgo evidente de gentrificación en esta zona del casco urbano, como ha sucedido en otras ciudades, por la progresiva desaparición de los antiguos habitantes debido al aumento del precio de la vivienda, y al cambio del comercio de proximidad y la economía de servicios que pasan a estar dedicados prácticamente en exclusiva a los visitantes.

Otros impactos ambientales vienen derivados del hecho de que los cruceros utilizan un fuel oil pesado, 100 veces más tóxico que el diésel que usan automóviles y camiones, y que tiene hasta 3.500 veces más contenido de azufre. Este tipo de combustible está prohibido en tierra, donde es considerado un residuo peligroso que exige un tratamiento altamente costoso. Además, su combustión genera óxidos de azufre, CO, CO2, óxidos de nitrógeno y partículas.

Desgraciadamente, el Mediterráneo no es un Área de Control de Emisiones (ECA, Emission Control Area) que establece límites más estrictos sobre las emisiones de estos barcos. Hay que señalar, sin embargo que la Directiva Europea 2012/33/EU en el Mediterráneo y costa europea señala que los buques de pasajeros que operen mayoritariamente en puertos europeos o cerca de la costa, deben usar el fuel oil con un máximo de 1’5 % de azufre durante la navegación y un 0’10 % cuando atraquen en puerto.

La industria del turismo de cruceros viene negándose a usar combustibles más limpios e instalar sistemas de filtros que, desde hace años, se utilizan en las industrias en tierra. La contaminación de las aguas marinas también viene generada por los residuos y los vertidos de aguas de lastre y de sentina ya que se autoriza a descargar aguas negras sin tratar en una ruta a más de 12 millas de la costa. Los tanques de lastre pueden tomar agua y luego soltarla en otro punto muy distante, con el consiguiente impacto ambiental de esa agua con bacterias, microorganismos, algas y plantas sobre el ecosistema donde es vertida.

La organización ambiental alemana NABU (Nature and Biodiversity Union), la mayor del país, lleva años denunciando los daños que provocan las emisiones contaminantes de los cruceros sobre la salud humana y el medio ambiente a través de las campañas que realiza en puertos europeos. Han hecho análisis y mediciones en las mismas terminales de cruceros que mostraron niveles alarmantes de micropartículas ultrafinas, uno de los contaminantes más perjudiciales para la salud pública. Sin embargo, la Autoridad Portuaria de Cartagena solo tiene dispositivos de medición de contaminación atmosférica en la dársena de Escombreras y no en el muelle de cruceros del puerto de la ciudad.

La Autoridad Portuaria debe controlar e informar sobre los niveles a los que está expuesta la población que vive en los barrios cercanos a las terminales de cruceros. Los convenios y normativas actuales no sirven para prevenir la contaminación atmosférica y los vertidos de residuos y aguas de lastre y sentina por parte de los cruceros turísticos.

Es necesario una regulación estricta y obligatoria que limite los fuertes impactos socioambientales de esta industria. La falta de regulación de los aspectos económicos, fiscales, sociales y ambientales de este sector, el control del número y tamaño de cruceros según la capacidad de carga y la asimilación de este tipo de turismo por la ciudad de Cartagena son objetivos fundamentales de una política de turismo sostenible.

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