Crónicas del gran timo
La crisis económica, que arranca en Estados Unidos en 2007 y se extiende luego por todo el mundo en sucesivas fases y mutaciones, ha tenido efectos devastadores para la vida de millones de personas, pero también para la calidad de la democracia. Los ejemplos son universales, pero España es uno de los países más afectados por esta doble devastación -económica y de calidad democrática- que aquí se ha profundizado notablemente con el Gobierno de Mariano Rajoy. En economía, el supuesto poder político se ha entregado por completo a la gran banca -bajo la supervisión del exjefe de Lehman Brothers en la península ibérica, Luis de Guindos, y con el jefe jurídico del Banco Santander, Jaime Pérez Renovales, en la sala de máquinas entre Soraya Sáenz de Santamaría y la familia Botín- y del deterioro democrático sin parangón en Occidente da sobradas muestras la terrorífica gestión del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que parece responder más al Opus Dei que a la soberanía popular, con reformas legales que restringen derechos fundamentales y estrechan radicalmente el campo permitido a la disidencia, la grotesca actitud de condecorar vírgenes y rezar frente a los restos del dictador Francisco Franco en el Valle de los Caídos, nombrar comisario a periodistas amigos y dirigir los cuerpos policiales como si de una policía política a su servicio se tratara.
El paisaje es aterrador, pero el relato oficial, amplificado por los medios del poder -los públicos, bajo control del PP; los privados, propiedad de la gran banca-, es muy distinto: subraya que España ha dejado atrás la crisis gracias a una gestión rigurosa y que lo que amenaza la calidad de la democracia en nuestro país es el auge de fuerzas como Podemos. Nunca ha sido tan pertinente, pues, ese viejo y descarado lema contracultural, que pudo volver a leerse en las paredes de muchas ciudades tras la irrupción del 15-M, que sostiene: “Se nos mean encima y la prensa dice que llueve”.
El fracaso de los grandes medios tradicionales en el cumplimiento de la función que le asigna la teoría liberal -ejercer de “cuarto poder” que fiscaliza a los otros poderes- se ha ido haciendo cada vez más evidente en la medida en que su modelo de negocio ha hecho aguas por todas partes y solo sobreviven con el respirador asistido colocado por el poder, ya sea en su vertiente política -opaca publicidad institucional-, financiera -con los principales bancos en los consejos de Administración- o corporativa, con la manguera de publicidad que brota del Ibex 35. En Papel Mojado (Debate, 2013) ya radiografiamos la penosa dependencia mediática de la gran banca, pero el fenómeno no ha dejado de crecer. Afortunadamente, quedan periodistas individuales haciendo su trabajo de forma valiente con mucha dignidad en las grandes redacciones, pero deben lidiar cada día con un entorno más hostil y asfixiante creado por unas empresas arruinadas que dependen como nunca de los poderosos para mantenerse en pie.
Este marco, que se agrava año tras año, es el que explicó el surgimiento de la revista Mongolia, en abril de 2012, como un espacio indomable que combina la sátira despiadada con el periodismo independiente, ambos con la mirilla apuntando hacia los desmanes del poder, cada vez más impune y concentrado. La parte de información, llamada Reality News, se coloca siempre bien diferenciada al final de la revista con una advertencia al lector: “A partir de aquí, si se ríe es cosa suya”. No es raro, pues, que la suma de lo publicado en estos años en el Reality News haga reir muy poco y suponga un auténtico contra-relato de la situación en España que propaga la versión oficial y sus altavoces mediáticos. El panorama que arroja es bastante menos edificante. Es por ello que nos ha parecido oportuno reunir en un libro algunos de estos artículos y contribuir así al fomento de debate real que la teoría liberal prevé para las democracias, pero que los medios tradicionales y el Gobierno suelen esquivar pese a presentarse como garantes del liberalismo y la democracia.
El libro se focaliza en cuatro grandes apartados, que en buena medida han marcado los últimos años en España: la crisis económica, la calidad de la democracia, el conflicto territorial alrededor del auge independentista en Catalunya, y la crisis de los medios de comunicación. Lógicamente, nuestra perspectiva no es la que habitualmente puede encontrarse en los medios oficiales: la crisis económica ha sido realmente una extraordinaria oportunidad de negocio para los de siempre y sus familiares; las “razones de Estado” en manos de políticos como Fernández Díaz son una auténtica amenaza para la calidad de la democracia; el pulso Madrid-Barcelona ha sido muy bien aprovechado por los que llevan años beneficiándose del inacabable conflicto, en una y otra capital, y el mundo de los medios de comunicación españoles no sólo son un coto de la banca y las finanzas, sino que sus magnates y referentes son de aúpa.
Los que hacemos la revista somos también sus propietarios y por esto podemos hacer este tipo de periodismo, que no tiene que rendir cuentas a nadie más que a los lectores. Evidentemente, un modelo así es sólo posible con el apoyo permanente de estos lectores, que asumen que tienen que contribuir económicamente al proyecto -comprando la revista, suscribiéndose a ella, comprando este libro u otros que editamos, acudiendo a los teatros para ver El Musical 2.0., etcétera- para que sea posible. Este mismo libro es fruto también del mismo compromiso, que ha sido constante desde el nacimiento de la revista: se ha podido editar gracias al éxito de una campaña de micromecenazgo que ha contado con las generosas aportaciones de más de 400 personas -el listado íntegro se publica al final del libro-, con cantidades que oscilan entre los 5 euros y los 300.
Esta comunidad que contribuye a financiar Mongolia es la que hace posible este periodismo irreverente e implacable frente al poder. Con su apoyo seguiremos siendo una mosca cojonera por los siglos de los siglos. Amén.