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En el feminismo cabemos todas

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Loreto Arenillas / Cristina Castillo

Diputada de Más Madrid y portavoz de Mujer en la Asamblea / Asesora de Igualdad —

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En los últimos días observamos con cierta sorpresa la publicación de un argumentario interno firmado por la Dirección del PSOE, que explica la posición del partido con respecto a las reivindicaciones del colectivo trans. Puntualizando que apoyan esa lucha, y que no es su intención dejar de lado sus demandas, explican que algunas de ellas son problemáticas porque pueden poner en riesgo ciertas categorías jurídicas, además de generar confusión, desdibujar a las mujeres como sujeto político y poner en riesgo los derechos, las políticas públicas de igualdad y los logros del movimiento feminista. De nuevo, nos encontramos ante la enésima pugna por el sujeto político, es decir, quién tiene derecho a expresar demandas y reclamar derechos en el espacio público en nombre del feminismo, y más en concreto, bajo qué condiciones tienen derecho a ser reconocidas jurídicamente las personas transexuales no nacidas mujeres.

Esto ha ocurrido porque la reciente Ley aprobada por el Gobierno sobre Infancia, incluye el derecho a la autodeterminación sexual, y dice textualmente: “Los niños, niñas y adolescentes tendrán derecho a que su orientación sexual e identidad de género, sentida o expresada, sea respetada en todos los entornos de vida.” Esto ha causado revuelo en las filas del PSOE, que no aceptan que las mujeres trans sean reconocidas jurídicamente como mujeres, sin pasar por una infinidad de protocolos que en muchos casos las discriminan y les hacen sufrir un auténtico calvario.

Desde que el feminismo se ha hecho hegemónico y está tan presente en la agenda política, llegando a modificar el sentido común y también la legislación y la jurisprudencia para ciertas cuestiones, venimos observando cómo ciertos espacios de poder se niegan a hablar de temas que escuecen especialmente. Hemos llegado a escuchar auténticas barbaridades de Doctoras en Filosofía de alto prestigio en la Universidad, que han llegado a afirmar desde sus tribunas que “el transfeminismo no es aceptable porque lo trans no trasciende nada y lo único que hace es perpetuar roles”, que las mujeres transexuales son “tíos que vienen a amenazar a las feministas” y que “no tienen cabida en el movimiento feminista”, así como otras tergiversaciones rodeadas de faltas de respeto e insultos.

En esta pugna por lo que es el sentido común en el feminismo, dentro del PSOE conviven varias almas. Si no, no se puede comprender cómo desde la Dirección se esfuerzan en sacar un argumentario como este, mientras a la vez se expresan voces a las que todo esto les parece doloroso, indignante y totalmente fuera de lugar, como la de la Diputada en la Asamblea de Madrid, Carla Antonelli, reconocida activista transexual por los derechos LGTBI.

Tampoco se puede comprender cómo, unas semanas antes de que se decretara el estado de alarma, el PSOE de la Comunidad de Madrid, presentara una Proposición No de Ley para que fuera discutida en el pleno de cara al Día de la Visibilidad Trans (31 de marzo), que pedía completar el desarrollo y cumplimiento de la Ley 2/2016, de 29 de marzo, de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid, en la que, entre otras cosas, se pedía que las personas transexuales pudieran cambiar su sexo y su nombre en la correspondiente partida registral de nacimiento así como la eliminación del requisito de tener que pasar por el quirófano previamente, y que pedía también reformar esta Ley para la completa despatologización e inclusión de las y los menores. Este debate nunca tuvo lugar debido a la pandemia, pero es un ejemplo claro de estas divergencias.

Sorprende, por tanto, que ciertos sectores sean capaces de tergiversar de esta manera una realidad que no parece ser un problema para nadie, más que para ellas mismas, pero que tienen una voz tan poderosa y amplificada que hace parecer que es un conflicto insalvable. Lo único que parece estar ocurriendo es que estos sectores, están viendo cómo les ha pasado por encima una realidad que no son capaces de aceptar, porque la sienten como una amenaza a sus intereses, y por eso tratan de falsear estas voces tildándolas como neoliberalismo y patriarcado disfrazado, cuando lo único que hacen es ampliar el espacio y hacerse visibles como identidades con voz para reclamar lo que no son más que derechos humanos. ¿Por qué es tan problemático incluir a las mujeres trans en la categoría mujer?, ¿a qué viene este repliegue que excluye a tantas voces?

Lo que necesitan las personas trans es espacio para ser escuchadas y que su voz tome el lugar que les corresponde en el debate político. Ese ser escuchadas tiene que ver con lo que Nancy Fraser llama lucha por la representación, que no puede desligarse de la lucha por la redistribución y por el reconocimiento. Si se les niega a las personas transexuales y transgénero la pertenencia a los espacios de participación política se les está negando la posibilidad de integrarse en condiciones de igualdad en el proceso de decisión para elegir el quién y definir el cómo de la expresión de las demandas políticas, lo que determina las demandas mismas.

Lo que piden son cuestiones muy básicas que ya están en vigor en muchos países y que no han dado lugar a todas las atrocidades que vaticina el PSOE en sus argumentarios, no ha habido ningún hombre acusado de violencia machista que se haya reivindicado mujer para que le quiten la condena, ni se ha puesto en peligro la condición del sujeto mujer cuando se reclama que se amplíe la definición de violencia de género, como exigen los Convenios Internacionales.

Por el contrario, lo que ha ocurrido es que se ha ampliado el campo de la democracia. A las voces de las mujeres reclamando igualdad y su espacio en el mundo, se suman las voces del colectivo LGTBI, que reclaman su derecho a no ser discriminadas por su orientación e identidad sexual. ¿Por qué escuece tanto hablar de identidad sexual? No reconocer y negar la identidad sexual de las personas transexuales y transgénero es una violación de un derecho humano básico: el derecho a existir y a ser persona, y por el hecho de existir y ser persona, ser sujeto de derechos y respetado como un igual.

En esta pugna, sólo tiene sentido posicionarnos con quienes quieren ampliar el foco, agrandar la democracia, defender los derechos humanos más básicos y ampliar derechos a más personas, a las que, en este caso, les va literalmente la vida en ello. Frente a las guardianas de esencias imposibles que desean, nostálgicas, que el mundo fuera como en el pasado y se sienten amenazadas, solo podemos abogar por la inclusión, y la ampliación del campo de lucha, que hace más fuerte la democracia. Se trata de personas que siempre han estado ahí y que ahora reclaman el espacio político y la voz propia que les corresponde, para demandar su derecho a tener derechos, a ser escuchadas, y, en definitiva, a ser personas libres.

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