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Ley Trans: camina o revienta

Manifestación contra el fascismo y por la ley trans en Madrid.

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Que el camino iba a ser difícil, lo supimos desde el principio. Que la batalla por la igualdad dejaría bajas y heridas, lo vivimos en carnes propias. ¿Y en qué punto nos encontramos ahora? En el estancamiento silencioso.

Sufrimos tiempos frenéticos y convulsos, jornadas en las que los titulares que nos despiertan con ansiedad llegan caducados al telediario de la noche. ¿Pandequé? ¿Casaquién? Y ahora, encima, una maldita guerra, una invasión neo-zarista avalada por una iglesia rusa que cree que lo importante es acabar con el “lobby gay” y los valores occidentales. Y ahora, encima, las facturas de Putin domiciliadas en nuestros recibos.

Vaya por delante todo el apoyo al pueblo ucraniano –y al sirio, y al yemení y al palestino y al saharaui–, un pueblo que ejerce ahora de dique de contención contra el Hitler del siglo XXI. Un pueblo que nos duele porque es nuestro espejo: nos devuelve reflejada la fragilidad de nuestras rutinas y la importancia de defender cada día la democracia y los Derechos Humanos.

Vaya por delante también todo nuestro cariño a las personas vulnerables, que son siempre las que más sufren en estos conflictos. Como Judis, una joven trans ucraniana que intentaba cruzar la frontera para huir de la guerra y a la que unos guardias fronterizos obligaron a desnudarse y le gritaron “¡Eres un tío, largo de aquí!”. Con 24 añitos y pese a tener su documentación como mujer en regla, relata The Guardian.

Hoy es el Día de la Visibilidad Trans y me paro a escribir estas palabras con la rabiosa voluntad de recordar que no hemos llegado aquí para nada. Porque el olor de una guerra cercana no debe sino acelerar nuestras ganas de reforzar y mejorar nuestras democracias. 

Parece un recuerdo decimonónico aquel junio de 2021 en el que llegó por fin al Consejo de Ministros el Anteproyecto de Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans y para la Garantía de los Derechos de las Personas LGTBI.

Parece una película del Jurásico aquel verano de 2020, en el que personas con nombres y apellidos de forma falaz enarbolaron la bandera del feminismo para unirse a las tesis de la ultraderecha, separándose del abrazo interseccional que llenó las calles el pasado 8 de marzo.

Pero no, todo aquello fue hace muy poquito, y las heridas todavía escuecen. Dice Camila Sosa en Las Malas que “eso somos como país también, el daño sin tregua al cuerpo de las travestis (trans). La huella dejada en determinados cuerpos, de manera injusta, azarosa y evitable, esa huella de odio”.

Esa huella de odio aún palpita, pero las que habitamos los márgenes no tenemos miedo ante el dolor: tenemos prisa por la justicia.

El Gobierno de Coalición ha sido puesto a prueba mil y una veces, y ahí sigue, resistiendo, gobernando el conflicto permanente y legislando en dignidad. Y así debe seguir, y así debe acelerar los tiempos y sacarnos del estancamiento. Porque la fase de consulta pública se está ralentizando por un Consejo General del Poder Judicial cuyo informe (no vinculante) les anticipo tan negativo como previsible. Y es que una servidora todavía recuerda las barbaridades que se dijeron en la cocina del matrimonio igualitario.

Necesitamos la Ley Trans cuanto antes. Para que nos dejen de considerar enfermas, para que la autodeterminación de género sea un derecho, para prohibir las malditas terapias de conversión y para amparar a menores, migrantes y personas no binarias, porque cuanto más tarde más herramientas se les dará a negacionistas y radicales transexcluyentes. 

Algunos propios y muchos ajenos querrán frenarnos diciendo “con la que está cayendo, ahora no toca”. Mentira. Si se quiere, se puede. Y se debe. Hace apenas unos días el Congreso avanzaba con las normativas de FP, Residuos, Planes de Pensiones, Depósito Legal o Instituciones Penitenciarias, al igual que el plan del Gobierno de 6.000 millones para medidas contra la crisis y límites a las subidas de los alquileres. Temas importantes todos ellos. Tanto como lo nuestro.

Concluyo pidiendo disculpas por cambiar el foco. Sé que hoy era el día de celebrar los nombres y apellidos de gente trans visible como Elizabeth Duval, Alejandro Albán, Daniela Vega, Uge Sangil, Hunter Schufer (Jules en Euphoria), Darío Gael Gómez, Lola Rodríguez, Marcos Ventura, Ángela Ponce, Daniela Santiago, Valeria Vegas, Mané Fernández Noriega, Kim Pérez, Alicia Ramos, Daniasa Curbelo, Marina Sáenz, Guillem Montoro, Juani Bermejo, Jimena González y tantas y tantas personas que están transformando los espacios de la televisión, la literatura, el activismo, la academia o la computación cuántica.

Me van a perdonar la vehemencia, pero hoy toca ponernos peleonas y volver a ser las Sylvias Rivera que habita en cada una de nosotras. Hoy toca caminar o reventar.

Porque no aguanto ni un año más sin la Ley que merecemos, el respeto que se nos debe y la dignidad arrebatada de cada día, cada hora y cada minuto, mientras no seamos ciudadanas, ciudadanos y ciudadanes de pleno derecho.

Feliz y combativo Día de la Visibilidad Transformadora.

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