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Nuevas violencias contra las mujeres en Europa

Rosa Cobo Bedia

Profesora de Sociología del Género y directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de la Universidad de A Coruña —

En lo que va de año se han producido algunas violencias contra las mujeres nada frecuentes en el entorno europeo: en Nochevieja, en varias ciudades alemanas, –Colonia, Hamburgo, Berlín, Stuttgart, Francfort, Bielefeld-, cientos de varones agredieron sexualmente a mujeres, incluidas violaciones, aprovechándose de la escasa luz y de las aglomeraciones propias de las fiestas. Estos hechos, inesperados y sorprendentes, fueron acompañados de la pasividad de la policía. La característica de los agresores reside en su origen árabe y norteafricano. La policía alemana, después de algunas dimisiones y poca autocrítica, advirtió que existía algún tipo de conexión en las acciones que tuvieron lugar al mismo tiempo en las diferentes ciudades y llegaron a hablar de “un nuevo tipo de criminalidad organizada”. En una nueva vuelta de tuerca parece que quieren denominar ‘crimen organizado’ a la violencia patriarcal.

Estos hechos nos ponen delante de los ojos algunos interrogantes: ¿Estas acciones podrían haber sido inspiradas por la extrema derecha para crear un clima de opinión contra inmigrantes y refugiados árabes y del norte de África? ¿O habrá sido una decisión autónoma de esos varones que no soportan la libertad y autonomía de las mujeres? ¿O por medio de esas agresiones los varones inmigrantes están mostrando su malestar por el lugar secundario que se les asigna en la sociedad alemana? ¿Podría interpretarse que a través de esas mujeres están enviando un mensaje a los hombres europeos? ¿Es posible que ese ataque sea simbólicamente una agresión al territorio alemán? ¿O cabe pensar que consideran que las mujeres son propiedad de los varones y a través de ese ataque les están agrediendo a ellos? ¿Sentirán que no son bien tratados en Alemania y que deben responder con violencia y para ello eligen a las mujeres porque ellas son un flanco mucho más débil que el masculino?

El pasado mes de febrero, seguidores de Daryush Valizadeh, bloguero estadounidense, se reunieron en diversas ciudades del mundo con el objetivo de conocerse entre sí y formar tribus masculinas ‘donde los hombres pueden ser hombres’. En una de esas ciudades, Barcelona, se les prohibió la reunión. Roosh V, así se denomina este bloguero, no solo es partidario de la violación sino que su objetivo es restablecer el viejo patriarcado en aquellos países en los que se ha erosionado. La doctrina de Roosh V es que los hombres tienen no solo el derecho a conquistar a las mujeres que les gustan sino también a vencer su posible resistencia. En su doctrina parece que el abuso y la fuerza son herramientas útiles para el ejercicio de este derecho que creen se les ha arrebatado.

En marzo, un grupo de hinchas holandeses humillaron a mendigas rumanas en la Plaza Mayor de Madrid lanzando monedas y migas de pan al suelo para que ellas se inclinaran y las recogiesen. Mientras esto sucedía, ellos se reían a carcajadas de estas mujeres. Días después, en Roma, otro grupo de hinchas checos simularon orinar sobre una mendiga hasta el punto de que uno de ellos orinó realmente sobre una de las mujeres que pedía limosna.

Es necesario analizar algunos elementos de estos hechos para comprender su significado. El primero es que los agresores son hombres y las agredidas son mujeres. El segundo es que las agresiones masculinas se han realizado en grupo. Y el tercero es que estos repugnantes acontecimientos han tenido lugar en Europa, un continente ‘civilizado’ y al que creíamos ajeno a este tipo de actos de violencia.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno estructural en Europa y en el resto del mundo. El carácter civilizatorio de nuestro continente, sobre el que se asienta una ideología de la superioridad de occidente, sin embargo, no ha erradicado la violencia patriarcal. En gran medida este fenómeno tiene lugar en las relaciones de pareja, bien porque las mujeres quieren abandonar la relación o la han abandonado o porque no se someten a los parámetros de obediencia y sumisión requeridos por los agresores. Sin embargo, existen otras muchas formas de violencia contra las mujeres menos nombradas y que no tienen lugar en el ámbito de la pareja. La característica de todas ellas es que son acciones individuales de varones que no pueden aceptar el hecho de que las mujeres no son de su propiedad. Lo inédito es que se produzcan agresiones colectivas de varones en países de la UE. En nuestro imaginario, parecía que esos hechos tenían lugar en otros contextos culturales y sociales menos ‘civilizados’. Y, sin embargo, esas agresiones colectivas se están produciendo en nuestro entorno político. La pregunta insoslayable es la función que cumplen estas agresiones masculinas que indudablemente son un mensaje para las mujeres. Probablemente el objetivo es que se sientan vulnerables, que tengan miedo y que se vayan acostumbrando que el espacio público no es seguro para ellas.

La otra cuestión sobre la que merece la pena reflexionar es el contexto en el que se producen estas acciones, es decir, el caldo de cultivo en el que crecen estas agresiones. Estos actos han tenido lugar en Europa: en la Europa de la insolidaridad que cierra sus fronteras a la gente refugiada de la guerra; en la Europa austericida que impone la filosofía del sálvese quien pueda; en la Europa que no frena el crecimiento de una extrema derecha que usa el racismo para asustar a electorados vulnerables por el recorte del estado de bienestar; en la Europa de las instituciones comunitarias que legislan para los poderosos; en suma, en la Europa dominada por la reacción patriarcal. El huevo de la serpiente está creciendo en nuestro continente ante la pasividad de nuestras élites. Y las mujeres son una vez más las primeras en recibir ese aviso. Por si nos cabía alguna duda: las mujeres no están libres de la violencia masculina en ningún continente.

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