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Solo por ser socialistas…

Ortega Smith.

R. Ricardo Rosas Romera

Secretario de Organización de las Juventudes Socialistas de España —

En las últimas semanas son ya un par de veces las que los y las socialistas nos hemos sobresaltado con los improperios con los que la ultraderecha ha decidido deleitarnos. Vox parece haber emprendido una inexplicable cruzada (otra más), ya no solo contra la memoria democrática y contra las bases históricas del PSOE y las Juventudes Socialistas, sino contra la verdad en sí misma. No tengo claro si es que la salida del dictador del Valle de los Caídos les está afectando más de la cuenta o si de tanto repetirlas se están creyendo sus propias mentiras. “Violadoras, asesinas y chequistas” son las palabras con las que Ortega Smith se refirió la semana pasada a las 13 rosas, aquellas 13 mujeres fusiladas el 5 de agosto del 39 tras un juicio sumarísimo de urgencia, por defender la justicia, la democracia y la libertad.

Lo paradójico del caso ya no es que un diputado de Vox intente manchar la memoria de cuantas fusiladas sea posible, sino que para hacerlo desdiga al mismísimo Coronel Cerdeño Gurich, Presidente del noveno Consejo de Guerra Permanente de Madrid. Tribunal que juzgó a las 13 rosas y que nunca acusó a las 13 jóvenes de otro delito más allá del de “adhesión a la rebelión”, es decir, ni las mataron por violadoras, ni por asesinas, ni por torturadoras. Las mataron solo por ser socialistas.

Es de justicia indicar que no todas ellas pertenecían a las Juventudes Socialistas Unificadas. Solo pudo probarse la afiliación de la mitad de ellas a esta organización a la que yo hoy pertenezco, las Juventudes Socialistas de España. Sin embargo, de una manera u otra se las acusó y mató por adherirse a la rebelión, una rebelión compuesta por socialistas, comunistas, sindicalistas, leales a la República y cualesquiera otras cataduras morales que el régimen estimó contrarias a su “Nueva España”.

Habrá quien piense que poco importa el porqué, que el caso es que las mataron hace mucho. Fueron procesadas y sentenciadas, como tantos otros, por un tribunal ilegítimo, sin ningún tipo de garantía procesal, sin abogado, sin presunción de inocencia, sin mas audiencia que la que les dieran en la lectura de la sentencia (si es que se la dieron). Por eso es importante tener claras las motivaciones del tribunal, que no eran sino las del movimiento en sí mismo: depurar la sociedad de elementos subversivos en lugar de administrar justicia a quienes se acusase legalmente de algún delito.

Al menos el tribunal militar tuvo entonces la honestidad de declarar negro sobre blanco en su sentencia (causa nº 30426) cuáles eran los motivos reales de su acción: defender “cuantos postulados integraren aquel Glorioso Movimiento Nacional” y en consecuencia responder ante cualquier “violación” por medio de sus “Órganos sancionadores, correctores y represivos” (sic.). Resulta llamativo que, al menos, lo dejasen así de claro sin siquiera querer enmascararlo de acción legítima de la Justicia. Por lo menos en el 39, los fascistas no tenían pudor en parecerlo.

Y es que no deja de sorprenderme y cabrearme, a partes iguales, que en octubre de 2019, a renglón seguido de embarrar la memoria de quienes llevan 80 años muertas, un diputado pueda opinar en tertulia abierta, sin detenerse demasiado en el atropello de libertades civiles y políticas, que “las infraestructuras hídricas del régimen eran envidiables” o que la seguridad social, esa que tanto ha cuidado siempre la derecha (entiéndase la ironía) era poco menos que una proeza expiatoria de todos los pecados nacionales.

Que no digo yo que los pantanos no sigan siendo útiles a día de hoy o que incluso, y tras aceptar barco como animal acuático, la economía española fuese entonces la novena del mundo; pero, claro, con todos los ases en la manga es mas fácil jugar. Sin oposición, sin sociedad civil de ningún orden, sin el más mínimo control institucional o social, sin prestar ningún servicio público esencial, y con toda la maquinaria del Estado y la iglesia al servicio del dictador, muy mal hay que hacerlo para no inaugurar un par de pantanos. Y por supuesto, nada de esto es excusa para permitirse la licencia de mancillar y deshonrar la memoria de 13 mujeres jóvenes inocentes que fueron asesinadas a sangre fría una mañana de agosto por el único delito de pertenecer a una organización política.

Como le decía Agustín González a José Luis López Vázquez en aquella fantástica película de 1985, 'La corte del Faraón': “No gana uno una cruzada nacional (o una democracia en este caso) para escuchar estas cosas.”

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