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Por un tratado internacional contra la impunidad de las transnacionales

Debate de la Asamblea General de la ONU, en su sede de Nueva York. / Efe.

Ana Terrón

Vicepresidenta de la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Congreso de los Diputados —

Los retos civilizatorios a los que nos enfrentamos son muchos y diversos. El cambio climático, la desigualdad de género, la limitación de recursos, el aumento de las migraciones forzadas y un modelo de consumo y producción insostenible son algunos ejemplos. Estamos ante desafíos complejos e interrelacionados que deben abordarse de manera holística. Ya no es posible ni razonable imaginar que podamos abordar alguno de estos retos de manera individual sin considerar su relación con otros. Por ello, debemos de ser coherentes en toda nuestra acción política. La Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible se adopta precisamente con el objetivo de abordar de forma integral las causas de estos desafíos globales. El existente vacío legal internacional sobre el que operan las transnacionales es una de las causas raíz de los grandes retos que hoy afrontamos. Parte de esa coherencia que reivindica la Agenda 2030 ha de pasar por redefinir el comercio internacional tal y como lo conocemos hoy.

El modelo hegemónico de comercio internacional, desbocado y prácticamente desregulado, de filiales y subcontratas, donde lo financiero juega un rol clave, un comercio asimétrico, que crea centros y periferias, y ciego ante la cuestión de género y la ambiental, está teniendo efectos perniciosos para el planeta y las personas. No es coherente que una transnacional pueda hacer lo que le plazca con la Amazonía o con las gentes de un determinado territorio con total impunidad. La necesidad de resignificar lo que entendemos por comercio internacional es, por tanto, de sentido común y el Tratado Vinculante de las NN.UU. sobre empresas y derechos humanos es un instrumento esencial para este objetivo.

Debemos superar los desequilibrios generados por la globalización financiera derivados de una jerarquía errónea de prioridades, reorientar el comercio global hacia un comercio justo, entre iguales, que anteponga a las personas y al planeta al lucro de unos pocos. El Tratado Vinculante es el contrapeso imprescindible para equilibrar la balanza y potenciar los efectos positivos del comercio internacional, que, si logramos que se enmarque entorno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pueden ser muchos.

El primero de junio cambiamos el Gobierno de este país, lo que ha supuesto aire fresco y ha generado una ola de ilusión progresista. Un cambio de gobierno que no puede quedarse simplemente en algo cosmético, sino que ha de seguir implementando la agenda de cambio político surgida desde mayo de 2011, lo cual también implica que España juegue un papel destacado en la defensa de los valores democráticos y la promoción de los derechos humanos a nivel global, dejando de mirar hacia otro lado ante la impunidad de las trasnacionales.

Pese a la actitud de bloqueo sistemático al desarrollo del Tratado Vinculante mantenida por el anterior gobierno, desoyendo la voluntad del Congreso de los Diputados, y a que el Gobierno de Pedro Sánchez aún no haya renovado la Misión Diplomática de España en Ginebra, somos optimistas. No podemos imaginar otro escenario diferente al de que España juegue el rol que internacionalmente le corresponde y defienda activamente la pronta consecución del Tratado. Dada la dependencia del nuevo Gobierno con el Congreso que le sostiene tenemos motivos para pensar que es posible, prueba de ello es el acuerdo histórico para unos presupuestos más sociales y al servicio de la gente al que se le ha forzado esta última semana y que debe ser el primer paso para el proyecto de país que queremos. Hay que ir más allá y el Tratado Vinculante es un elemento esencial para alcanzar los compromisos internacionales adquiridos, como la Agenda 2030 o el Acuerdo del Clima de París, y es también, por tanto, necesario para afrontar de manera efectiva y coherente los retos civilizatorios que tenemos por delante. Esperamos que el Gobierno de Sánchez esté a la altura.

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