21 millones de trabajadores que ya no son noticia
Mientras la resaca electoral alcanza niveles de esperpento en una derecha que no acaba de salir del shock y se contradice a sí misma cada 24 horas, España registra un nuevo récord de ocupados y cruza una línea hasta ahora desconocida: 21 millones de trabajadores según la última Encuesta de Población Activa (EPA). Ni en los mejores momentos del pelotazo inmobiliario trabajaban tantos españoles. Todavía tenemos fresca la frase en campaña de Juan Bravo, vicesecretario de Economía del PP: “Es muy grave que con más de tres millones y medio de desempleados no se encuentre gente para cortar jamón”. La realidad, menos negativa y clasista que el gurú de Feijóo para las cosas del comer, es que el paro cae con fuerza hasta situarse en 2,76 millones, la cifra más baja desde 2008, y la tasa de desempleo decrece al mínimo desde hace quince años, del 13,3% al 11,6% en un solo trimestre.
Curiosamente, la EPA no ha sido noticia destacada en muchos medios, algunos clásicos de la prensa salmón, que relegaron la creación de empleo a casi un breve. Esto es aun más anómalo si recordamos que una de las pocas promesas económicas de Alberto Núñez Feijóo en la reciente campaña fue llegar a los 22 millones de afiliados durante la próxima legislatura, esto es, un millón de empleos en cuatro años, cuando el gobierno de coalición ha conseguido crear 603.900 empleos en solo un trimestre y ha superado los 1,8 millones en todo su mandato.
Una de las noticias más esperanzadoras es que el paro que afecta a mujeres y jóvenes ha caído a tasas de 2008. La tasa de paro femenina se reduce 1,97 puntos y se sitúa en el 13,16% (la masculina está en el 10,19%) y el empleo aumenta en todas las franjas de edad. La temporalidad cae al 17,3% y, en los 12 últimos meses, el empleo ha subido en 524.800 personas en el sector privado y en 63.900 en el público: se confirma que el motor de crecimiento son las empresas y no la administración, como sugieren algunos relatos más o menos interesados. En variación anual, el empleo indefinido aumenta en 1.314.100 personas mientras que el temporal disminuye en 764.300.
Una de las mejores noticias, porque afecta directamente a la reducción de la pobreza y de la desigualdad, es que los hogares que tienen a todos sus miembros en paro disminuyen este trimestre en 139.300, hasta un total, todavía elevado, de 916.000. Y el número de hogares en los que todos sus miembros activos están ocupados aumenta en 345.700 y se sitúa en 11.557.700.
No todo son luces en esta EPA. La creación de empleo mantiene el sesgo territorial: mientras que en comunidades como Baleares, Euskadi o La Rioja la tasa de paro supera por muy poco el 7%, en Andalucía, a pesar de haber creado más de cien mil empleos este año, no baja del 18%, un problema estructural que tanto el gobierno autonómico como central deben abordar dentro de un contexto de cambio climático y sequía que afectan más cruelmente a esta comunidad. También sigue siendo una realidad la falta de movilidad laboral, el drama del paro de larga duración y el duro golpe que supone en España perder el empleo: muchos españoles que se quedan en paro no pueden encontrar un trabajo y las condiciones de los que lo consiguen suelen ser mucho peores. Queda mucho camino por recorrer en mejora de la productividad, en cualificación de la población activa y en la activación de políticas que integren a las personas migrantes y mejoren la convivencia, reconociendo que son imprescindibles en sectores clave de la economía española. Porque la solución no será, o no será solo, el aumento de la natalidad o alargar la edad de jubilación, y vendrá de la mano de otros países: la mejora del empleo y de la economía también pasará por frenar la xenofobia y la populista ola antiinmigración.
¿El objetivo próximo? Conseguir atravesar a la baja la barrera del 10% de desempleo. Para ello hay que reivindicar políticas globales y también locales que impulsen el crecimiento económico, la sostenibilidad del empleo y el bienestar de los ciudadanos. Lo indudable es el éxito de la Reforma Laboral y que, pese al ruido y la furia, se camina en la buena dirección para que los ciudadanos tengan, y se den, un futuro mejor.
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