En brazos de la segunda dosis
Mi miedo es mi sustancia y probablemente lo mejor de mí mismo
Espero que hoy no me hagan mucho caso, si es que tuvieran a bien hacérmelo en algún momento. Vengo a la cita con el lector con el verdadero espíritu del sacerdocio periodístico. La cita con el lector es sagrada. Aquí estoy. Con el brazo dolorido, con el cuerpo dolorido, con algo de fiebre, unas pocas náuseas y sobredosis de paracetamol. Estoy aquí y estoy contenta, pero esta segunda dosis de Moderna me ha dejado como un trapo. Si creen que escribo desvaríos, compréndanme, me duele cada articulación cuando presiono las teclas y me cuesta no correr a tumbarme en el primer lado que pille. Llegó y pasará. No es ninguna queja. Les he dicho que estoy contenta, pero es mi cuerpo el que se arrastra contrito cuando tiro de él para escribirles estas palabras.
La semana aún parece más kafkiana desde estas brumas de la febrícula. La cuestión de las segundas vacunas de AstraZeneca es probablemente el episodio más surrealista acaecido en todo el proceso de vacunación. Toda mi solidaridad con aquellos ciudadanos que recibieron una pauta de una vacuna que se considera segura y que precisaba de una segunda dosis que la Administración se comprometía a inyectarles llegado el momento. En esa buena fe extendieron el brazo. En el camino comenzaron las dudas sobre algunos episodios de trombocitopenia con plaquetas bajas que provocaron algunas muertes y a los que ya me refería.
El primer episodio loco fue la sobreactuación que en aquel momento pareció ordenarse desde uno o varios sitios para que en los medios de comunicación aparecieran personas y científicos y periodistas asegurando machaconamente que los riesgos eran inferiores a tomar paracetamol y que los beneficios individuales y epidemiológicos superaban con mucho la baja incidencia. Cualquier otra pregunta era acallada tratándote prácticamente de antivacunas. Era el momento de mayor abundancia de este suero. Mas se estableció la relación entre los trombos y la vacuna y en España falleció un militar de 35 años con esta relación comprobada. La paralización de nuevas vacunaciones para menores de 60 años puedo entenderla por el “principio de precaución” que se ha alegado y porque había personas que no estaban acudiendo a las citas por la incertidumbre, pero eso dejaba en el limbo a los receptores de la primera dosis.
Cuando es la Administración la que decide por nosotros, en una vacunación sin parangón en la historia de la humanidad, se da por sobreentendido el compromiso a completar el proceso que empezaron contigo. Ahí es donde empieza lo bueno. Un estudio de 600 personas ha servido para decidir hacerles un frankenstein de vacuna, algo sin aval en ningún otro país. Las estadísticas avalan el hecho de que los casos graves de trombos se produjeron tras las primeras dosis y apenas tras las segundas. Aun así se exige ahora a quienes quieran completar la pauta que les prometieron tácitamente que dejen por escrito “su rechazo a vacunarse con Pfizer” y su deseo de vacunarse con la segunda dosis igual a la que le pusieron. No entiendo que nadie con una mente mínimamente lógica haya considerado que esta era la solución. Hay un montón de preguntas que rondan la mente y que la responsable de Sanidad no ha tenido a bien aclarar. Hemos pasado de las ruedas de prensa constantes de Illa a silencios un poco tumultuosos en lo que hace falta.
¿Qué ha cambiado desde que todos los argumentarios, las intervenciones de políticos y científicos, la Agencia Europea del Medicamento, instaban a acudir a vacunarse con AstraZeneca para que ahora haya que firmar expresamente que la quieres? ¿Han visto un incremento del riesgo o, simplemente, es que no se guardaron dosis y ahora, tras el lío mayúsculo y la demanda de la UE, no está claro si hay suficientes para poner todas las segundas dosis necesarias? ¿Temen que la aprensión que empezó a sentir la población pueda perjudicar al proceso de vacunación? ¿Por qué apuestan por una secuencia de vacunas combinadas basada en un estudio rápido y escaso de muestra contra todas las indicaciones de organismos supranacionales? No lo sabemos.
El rizo de lo esperpéntico, tras ese consentimiento en el que debes afirmar renunciar a lo que nunca fue lo previsto y a la par tienes que reafirmarte en que te pongan la pauta pactada desde el principio, ha sido la famosa consulta a la Comisión de Bioética. Otra forma de cubrirse las espaldas que se aleja de toda lógica. Nunca ha estado en juego, como pretenden, “la elección de vacunas”. ¡Pero qué elección de vacunas, si les embarcaron en AZ y ahora son ustedes los que les niegan completar la posología! Nunca ha habido ningún conflicto ético con la presunta elección. Elegir vacuna hubiera sido que desde el principio les hubieran dejado decirles: ¡la de AZ te la pones tú y a mí me pones una de mARN! Me ha chocado que el comité haya contestado y no les haya enviado a esparragar. Así lo dice Serrano Ruiz-Calderón en su voto particular concurrente: “Sobre esta decisión tomada legítimamente por las autoridades sanitarias, en el ejercicio de sus funciones, y tras el correspondiente ensayo clínico, no es función del Comité, desde el modesto entender del miembro que suscribe, pronunciarse”. Es una evidencia y me da igual que este señor sea un carca. Lo que dice es cierto. “El problema ético que se plantea es sobre personas que NO ELIGIERON VACUNA”, dice, y eso, como todos sabemos, es meridianamente cierto.
Así que toda la envolvente del famoso comité no ha sido en realidad sino una forma de cubrirse las espaldas cabe preguntarse de qué: ¿de la eventual aparición de ciudadanos que quisieran otros cambios u otras combinaciones?
Lo han hecho muy mal. No me extraña que los que esperan la segunda dosis estén pasmados. Por un lado todo el acervo científico y las agencias que le dicen, como su sentido común, que lo mejor es que te pongan lo que originariamente se diseñó y experimentó y, por otra parte, unas autoridades sanitarias que te proponen un cambio en ese primitivo consentimiento oral y tácito de la primera dosis, pero que lo hacen redactando un documento en el que parece que es una idea tuya peregrina querer completar la pauta científicamente comprobada. Si alguno piensa que lo hacen por exonerar al Estado de responsabilidad, es de cajón que la firma de tal documento no evitaría la reclamación de los daños que a alguien se le pudieran producir.
Un episodio de camarote con una cuestión de máxima gravedad.
Yo completaría la pauta, si tuviera que elegir. Las posibilidades de sufrir un episodio de trombo tras la segunda dosis, explica Margarita del Val, son aún mucho menores que con la primera dosis. Y vacúnenles ya. Uno ve la vida con otro brillo cuando sabe que ha completado su pauta y que en unos días ya no tendrá que temer un coronavirus grave. Eso aunque duelan los músculos y las articulaciones y andes arrastrándote por los rincones como es mi caso.
Voy a tumbarme. Les dejo. En dos días volveré a revivir llena de anticuerpos. Lo prometo.
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