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Bruselas quiere más reforma laboral

La canciller alemana, Angela Merkel. / Efe

Rosa Paz

La comisaria europea de Empleo, Marianne Thyssen, parece haberse dado cuenta de que la tasa de desempleo en España es insostenible y que la de paro juvenil aún lo es más. Lo dijo este jueves en una comparecencia en Bruselas. Aquí hace tiempo que se sabe –que se sufre–, pese al bombardeo publicitario del Gobierno y del PP, empeñados en convencer a los ciudadanos de que se crean ya montones de puestos de trabajo y de que la crisis ha pasado a la historia. Mariano Rajoy dixit. Las declaraciones de la comisaria belga vienen a aguar tanto triunfalismo, aunque no hacía falta, porque aquí no hay español que no esté en mayor o menor medida afectado por el paro, que no tenga algún hijo, cuñado, o primo que busque empleo y no lo encuentre, cuando no están en esa situación casi todos los miembros de la unidad familiar.

Ese drama español viene produciéndose desde hace varios años sin que de la Unión Europea haya llegado, hasta el momento, ninguna ayuda concreta para atajarlo y sí reiteradas e insistentes recomendaciones de reforma del mercado laboral, pese a las dos que ya se han hecho. Parece que nunca tienen suficiente, que son insaciables, que siempre quieren una vuelta de tuerca más. La comisaria demócrata cristiana belga ha insistido en ello. “En España hace falta una reforma del mercado laboral”, dice, como si fuera la primera.

Mientras, sin embargo, los planes de empleo juvenil aprobados en los consejos europeos duermen el sueño de los justos, no se impulsan, no se dotan de presupuesto, afectados por la lentitud propia de la maquinaria comunitaria y, sobre todo, por la falta de voluntad política de quienes mandan. Lo mismo ocurre, por ahora, con el plan Juncker de inversiones, crecimiento y empleo, cifrado en 300.000 millones de euros que nadie sabe aún de dónde van a salir.

La razón es simple, que en la mayoría de los países de la UE siguen dominando los planteamientos conservadores de quienes defienden esas políticas de recorte, que no impiden que la deuda pública siga aumentando, que están bloqueando las posibilidades de crecimiento, incluso en Alemania, y empobreciendo y causando gran sufrimiento a las clases medias y a las capas sociales más desfavorecidas, especialmente de los países del sur. España, Grecia, Portugal, Italia, que son los más afectados por el desempleo.

Y esas recetas parecen inamovibles, pese a que hay evidencias trágicas de que no dan resultado, y pese a que en los últimos meses, incluso un conservador como Jean-Claude Juncker, el actual presidente de la Comisión Europea, parecía haberlas abandonado para convertirse al keynesianismo, aunque solo fuera para buscar el apoyo de parte de la izquierda. Los políticos, economistas y ciudadanos que defienden que para salir del estancamiento económico habrá que hacer un plan de inversiones que impulse el crecimiento y la creación de empleo de calidad –no del empleo barato por horas– siguen topando con los países dominantes en el club europeo, empeñados en recortar servicios y derechos. Más reforma laboral, pero ni un euro para incentivar el empleo.

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