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Carta abierta a propósito de las elecciones europeas

Gerardo Pisarello

  • Artículo publicado en sinpermiso en el que el vicepresidente del Observatori DESC expresa su decepción por el modo en el que se ha configurado la candidatura europea de IU
  • Pisarello fue uno de los nombres por los que apostó EUiA, la federación catalana de IU, que ha sido relegada al décimo puesto de la lista

Hace casi dos meses, un grupo de compañeros y compañeras de Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) sugirieron mi implicación personal para impulsar una candidatura catalana a las elecciones europeas. La idea era que esta candidatura se abriera a gente de fuera de la coalición y planteara la necesidad de una ruptura democrática en cuatro niveles: en Europa, en Cataluña, en el conjunto del reino de España y al interior de los propios partidos de izquierdas. Más allá de la apelación individual, lo que se planteaba era lanzar una propuesta colectiva que persiguiera varios objetivos: conectar con los movimientos sociales, impugnar el bipartidismo heredado de la Transición, tender puentes entre las izquierdas contrarias a la Troika y favorables al ejercicio del derecho de autodeterminación de los pueblos y contribuir a la regeneración de las formas de hacer política. La fortaleza de esta iniciativa venía vinculada, desde un inicio, a la posibilidad de que se viera reconocida con un lugar claro de salida en la lista estatal encabezada por Izquierda Unida.

Para alguien que, a pesar de haber acompañado como jurista numerosas iniciativas de izquierdas y de movimientos sociales, nunca ha militado de forma orgánica en un partido, una apuesta así entrañaba riesgos y retos. Por un lado, conseguir que este proyecto de apertura política se abriera camino en estructuras partidarias complejas, que a menudo arrastran lastres conservadores. Por otro, explicarlo a gente de fuera y de dentro de estas organizaciones en unos tiempos sobre los que no se tiene todo el control. Con todo, la excepcionalidad del escenario deconstituyente que atravesamos, tantas veces evocada, justificaba el intento.

Hay que decir que en muy poco tiempo la idea de la candidatura y el proyecto que pretendía encarnar recogieron muestras de simpatía de diferentes espacios políticos y sociales de Cataluña y del resto del reino. Eso, por sí solo, es una pequeña victoria que sería injusto desdeñar. La andadura de la propuesta, sin embargo, se vio interrumpida por la decisión del Consejo Federal de Izquierda Unida de pactar ya el orden definitivo de la lista. Tras un arduo debate, las resistencias de la dirección de IU y la necesidad lógica de recoger diversas sensibilidades territoriales, políticas y de género, acabaron por afectar una iniciativa que requería una mayor maduración y un apoyo orgánico con el que finalmente no ha contado. En las condiciones finalmente acordadas, es prácticamente imposible que una candidatura con vocación de apertura pueda cumplir, sobre todo en Cataluña, la función pedagógica y de revulsivo que justificaron su gestación.

Son muchas las lecciones que habrá que extraer de este desenlace. Ninguna supone que la idea de ruptura democrática deba abandonarse o que haya perdido su sentido político. Por el contrario, estará presente en diferentes iniciativas electorales y no electorales que comparecerán el mes de mayo y será más necesaria que nunca una vez pasados estos comicios. De lo que se trata, en último término, es de procurar que esas iniciativas confluyan en proyectos de transformación y rebeldía lo más amplios posibles. Con ello me comprometo plenamente, como he intentado hacer hasta ahora. Mientras tanto, vaya todo mi reconocimiento y gratitud a las personas que creyeron que esta propuesta de candidatura abierta, transversal y rupturista era algo por lo que valía la pena luchar y arriesgar.

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