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Feliz 2014

Antonio Orejudo

Este ha sido un año hermoso y amargo. He vuelto a ver movilizaciones y comportamientos que pensé que nunca volvería a ver. Manifestaciones masivas en defensa del sector público, concentraciones improvisadas a golpe de tweet, huelgas en la enseñanza, en la educación, concentraciones en la plaza de Neptuno de Madrid... He visto solidaridad, compañerismo, he visto un país que parecía aletargado y que espoleado por la indecencia de este Gobierno y el cinismo avejentado de la oposición ha resistido pacíficamente las agresiones (las metafóricas y las agresiones de verdad) y ha expresado su malestar al margen de las instituciones tradicionales, que se han revelado caducas e inoperantes cuando no directamente corruptas: desde la monarquía hasta la última concejalía, pasando por el Parlamento, el Senado y las instituciones europeas. Esto ha sido lo hermoso, la capacidad de la gente para canalizar su rabia y organizarse por su cuenta.

Lo amargo es que no hemos conseguido nada. Ya sabíamos que votar no servía para mucho. Y por si alguien tenía alguna duda, Mariano se ha encargado de demostrarnos el principio fundacional de nuestra democracia: tú vota en libertad el programa que quieras, que si yo salgo elegido haré impunemente lo que me dé la gana. Lo que no sabíamos es que manifestarnos como nos hemos manifestado, dejar de trabajar o gritar frente al Parlamento tampoco servía para mucho. No les ha servido de nada a los griegos, no les ha servido de nada a los portugueses y no nos está sirviendo de nada a nosotros.

¿Hemos mejorado la educación pública? Ha empeorado con las últimas medidas. ¿Hemos logrado que no se desmantele la infraestructura científica? Los científicos se están yendo de España. ¿Hemos obligado al presidente a que en vez de recortar servicios sociales luche contra el fraude fiscal? Todo lo contrario: están perdonando a los defraudadores. ¿Hemos conseguido salvar la sanidad pública? En Madrid han comenzado a venderla. ¿Irá Rato a la cárcel?... Lamento ser tan cenizo en un día como hoy, pero digo lo que veo. Y lo que veo es que por no conseguir, ni siquiera hemos conseguido hacer un cordón humano y rodear el Congreso, vergonzosamente blindado a las quejas de sus representados.

Y no sólo eso. Si no hacemos algo, llevamos camino de quedar como los villanos de esta historia, como esa pandilla de fanáticos que se opuso con sus protestas y sus boicots a la modernización económica de España: la Iglesia católica ya está tomando posiciones y ayer mismo salió a la calle para quejarse de lo mal que la tratan los medios. A Rajoy ya le han dicho sus asesores que se haga la víctima. ¡Y el tío va por las ruedas de prensa pidiéndonos a nosotros solidaridad!

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