Crónica desde el lago
Lo bueno del lago de la Casa de Campo es que no hay otros sonidos que el de los pájaros, el agua en leves movimientos y alguna voz perdida que no grita. Ningún ruido. Agua, en calma, como ocurre en los lagos, de esas que producen luces de espejo con la luz del sol. Maravilloso lugar en Madrid. No hay teles encendidas con tertulias. Las mil y una que componen la plaga no han accedido a las cafeterías del lugar que yo vea.
Como cada mañana desde hace muchos años he buscado la actualidad a través de páginas fiables de Internet y he tuiteado las noticias más relevantes a mi juicio. Es bueno saber el mundo en el que se vive. Y tras sortear los ataques de las fieras tuiteras he recalado en el gran parque madrileño y el lago que ensancha la mirada. El agua es una terapia natural, tanto en forma de mar poderoso como en ese plato de superficie en calma. Suele ser posible acceder a alguno de esos remansos desde múltiples lugares.
Hace falta. Hasta las noticias se contemplan de otra forma, que no implique privarse de ellas. Alojada en mi inquietud han quedado algunas. Las hay de enorme peso que quiero repasar. Antes de salir, leo y me quedo un rato divagando si el viejo periodismo veraz e independiente es el de Ana Rosa Quintana.
Y es que vivimos tiempos de muchos nervios. Sánchez, en un avión hacia Viena preparando la presidencia europea, dice a los periodistas que se presta al abrazo del escorpión con el PP para sacar adelante sus reformas de la ley del consentimiento. No lo dice exactamente así, bien es verdad, lo que se presta a que las interpretaciones mediáticas varíen entre el rapapolvo presidencial, una riña cariñosa, una ministra Montero que desaira a Sánchez y el desprecio en viñeta viva.
Y mira que nos rondan peligros. Madrid proclama, por boca de su consejero de Sanidad, que el sistema está desfasado, que se pensó con tintes cubanos y que “hay que ir a un modelo basado en la enfermería y la videoconsulta”. Una confusión de conceptos interesada a todas luces: cada cual tiene su cometido. Y para muestra esos centros de urgencias de Madrid, sin médicos, que ya han dado más de un susto y un disgusto a los usuarios.
Ayuso, tan chic, sigue insultando a cuantos participan de la protesta por su gestión sanitaria. Dice que es “asqueroso” poner carteles en los centros de salud y que las protestas son “sindicales” porque ya sabemos que para la ultraderecha los sindicatos son algo malísimo.
La ley trans aprobada en el Congreso tiene encabritadas las portadas habituales. Las de los periódicos, informan: no somos únicos en el universo acallado de los derechos.
La auditoría de los abusos en la Iglesia española suma ya 4.000 víctimas pese a las trabas de varios obispos. En el sepulcral silencio de los conteos, portadas, tertulias o furias de Twitter y es que hay categorías en los abusadores sexuales, incluso de niños como es este caso. Todo depende de a quién se quiere dañar y a quienes no se quiere salvar.
Cuando la opinión está fundamentada da gusto. El colega Isaac Rosa explica, con ejemplos visuales clarísimos como el de colocar a los humanos por tamaños según sus ingresos, lo indignante que es ver a los gigantes resistiéndose a que los bajitos crezcan unos centímetros, en ese desfile protagonizado por el jefazo de los empresarios: Garamendi. Necesitamos otras unidades de medida, sí.
El País, con sus defectos y virtudes, se moja en un editorial con la revisión de sentencias a los líderes del procés que les apartan de la política… haciendo política. “El Supremo está convirtiendo en práctica rutinaria su evidente extralimitación al introducir en una pieza jurídica una valoración política sobre las virtudes y defectos de una reforma aprobada en el Congreso de los Diputados”. Y añade “está fuera de sus funciones enjuiciar la acción del legislativo o valorar el nivel de ”desenfoque“ de la reforma”, para concluir. “en ningún caso puede actuar como tercera cámara del poder legislativo”.
Menos mal que tenemos a Europa, aunque no sea ni de lejos el paraíso democrático que quisimos. La UE considera “injustificados” más de 300 permisos de ocupación de la costa ampliados por la amnistía del PP. Mira que no dan puntada sin hilo. Te pones a cortar costa o árboles como en Madrid, que en ello andan, y se constriñe el pulmón de la Tierra. Con lo bien que se respira aquí, en la Casa de Campo al lado del agua.
UE, sí. La investigación por las mascarillas del hermano de Ayuso que Casado destapó sigue viva un año después. La Fiscalía Europea mantiene abiertas las diligencias por malversación, fraude y cohecho, pese a que Anticorrupción española archivó las suyas.
Y otro problema que afecta a los servicios públicos. Parece ser que las universidades privadas que implanta el PP con dinero publico no dan el nivel. “No puede ser que acaben aprobándose pseudouniversidades cuando tienen informes previos en contra”, afirma el ministro Subirats, tras autorizarse dos universidades privadas en Andalucía: “Es un problema acuciante que afecta a todo el sistema”. Y tanto ¿escucharon ustedes la explicación de Feijoo de por qué no hace falta saber inglés, como es su caso, para las negociaciones en foros internacionales?
El agua sigue en calma. La temperatura se ha elevado unos grados y sigue siendo perfecta en mi banco de la orilla a pleno sol.
Biden anda cazando globos, mientras el sistema ferroviario de Estados Unidos, privado, explosiona en un desastre humano y mediombiental y de gestión en Ohio. Un tren cargado de cloruro de vinilo descarriló provocando un vertido tóxico peligrosísimo y el desplazamiento de casi 5.000 personas. No falta un detalle de los peores augurios. Hasta un periodista detenido por investigar la catástrofe. Vean que bien lo cuentan en Xataca.
El lago está precioso. Un par de piragüistas lo surcan, sin hacer ruido. Hace rato que ya he aparcado las noticias y ni miro el móvil para actualizar en Internet. Eso es esencial. Solo con pinchar te salta una hiena soltando espumarajos. Pero sí mantengo en la mente la serie “10.000 días” que ha realizado TVE con Carlos Franganillo al frente, y varios grandes compañeros, sin productoras externas parece. Están los conceptos que importan, los que determinan consecuencias y deberían ocupar mucho más espacio en la información que los chascarrillos políticos, máxime si son interesados.
Pedro Alonso, catedrático de Salud Global en el Hospital Clinic Universidad de Barcelona, nos recuerda aquella estadística de la OMS: el lugar de nacimiento determina una diferencia de la esperanza de vida de 25 o 30 años. Y añade que el desarrollo no puede olvidarlo, que es moralmente inaceptable, un riesgo sistémico para la humanidad. Las herramientas, los avances tecnológicos y científicos, han de estar guiadas por sistemas de valores transformadores. 25 o 30 años de vida. También ocurre de un barrio a otro en la misma ciudad, y en el mismo país. Tan decisivo quién gestiona, con qué criterios, quién informa y quién manipula, cómo se interioriza y razona o cómo se traga para soltarlo en veneno.
Hay días en los que los fantasmas que habitan las ciudades se hacen más presentes, suele coincidir con la niebla y hoy brilla un sol radiante. Todo se contempla con más lucidez. Hasta los problemas insolubles. A esos que les buscas salidas que se van cerrando en cuanto te acercas y terminas por certificar que vienen así de fábrica y los tomas como son o los dejas en pack completo. Pero ¿cuáles son los verdaderos problemas? Batea la realidad en todos sus síntomas cada día. Quizás el principal obstáculo sea obturar la razón para no verlo y no discernir lo esencial de lo accesorio.
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