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Elogio a un franquista

España luchará con intensidad en el plan contra la trata de inmigrantes en Libia

Jesús Cintora

Uno piensa cuánto debemos avanzar como democracia en España cuando ve al presidente del Gobierno referirse a uno de los golpistas más sanguinarios de nuestra historia reciente. Aquí, un día cualquiera, el jefe del Ejecutivo declara que no entiende por qué le quitaron la calle a semejante criminal y no pasa nada. Para muchos es una noticia de breves o que no existe. Para otros, no hay que reabrir heridas, pero hay que soportar que Rajoy declare con orgullo que aún nombra como “Salvador Moreno” la calle “Rosalía de Castro”.

Mucho nos ponen como ejemplo a Alemania para cumplir medidas como los severos ajustes económicos. Allí serían impensables semejantes declaraciones del jefe del Gobierno sobre los protagonistas de la negra huella del fascismo en Europa. Rajoy recuerda con nostalgia la calle Salvador Moreno, que rendía homenaje a un sublevado contra un Gobierno democrático. Moreno encabezó matanzas a uno y otro lado de España. En el Mediterráneo, en el Atlántico, en el Cantábrico... A cualquiera con un mínimo de sensibilidad se le revuelven las tripas leyendo sus andanzas, como el ataque a Asturias, bombardeando Gijón.

Ahora que tanto se nos llena la boca con que hay que cumplir la ley, el presidente ignora abiertamente alguna como la de Memoria Histórica. Aquí se nos pide que pasemos página sobre las penurias que pasaron nuestros abuelos, pero debemos consentir declaraciones como las del presidente del Gobierno, que suceden a otras que hemos vivido burlándose de las víctimas que aún siguen en las cunetas. Te llaman resentido si pides al menos algo de cordura, porque lo sensato es hacer como Mariano Rajoy, que elogia la calle a uno de los altos cargos del franquismo que en otro país sería repudiado por crímenes contra la humanidad.

Mal si Rajoy ha obrado así por ignorancia. No estaría a la altura de un presidente del Gobierno, que debería conocer nuestra historia y tratarla con el respeto debido a todos los españoles. Mal si es por desprecio, de un gobernante que no dedica ni un euro a la ley de Memoria Histórica. Mal si es un guiño del presidente a lo más rancio de nuestra sociedad, ahora que se habla de una disputa en la derecha por captar el voto de los más reaccionarios, venidos arriba con el desafío catalán. Sería una deriva irresponsable y peligrosa.

Presidente, no se muestre tan contrariado si le quitan la calle a un ministro de Franco. Muéstrese más inquieto si la jueza sienta en el banquillo a su partido, si cambian de un plumazo al tribunal que le citó a declarar por la Gürtel, si imputan a Camps, si el bueno de Paco (“siempre estaré contigo”) anda denunciando a la Guardia Civil por investigarle. Que es lo mismo que ha hecho el otro Paco, Granados, porque ya sabemos que algunos están con el “todo por la patria” cuando y como conviene. Presidente, piense en los que quieren cumplimiento de las leyes y una democracia avanzada en Catalunya, en los tribunales que juzgan la corrupción o en los nombres de las calles que no deben rendir homenaje a los golpistas.

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