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La ética del humor

La ética del humor
3 de diciembre de 2021 22:30 h

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El 29 de noviembre se juzgaba al humorista David Suárez en la Audiencia Provincial de Madrid por “solo un chiste” (o eso es como en general las redes lo están tratando), y os soy sincera, a mí el argumento de “es solo un chiste”, “es solo humor”, “era bromiiiiii” me tiene harta, ¿Qué pasa con el humor? ¿Es un submundo de la creación sin valor que ni pincha ni corta?¿si “es bromiiii” no puede doler? ¿Si era un chiste no sesga ni se usa como flecha arrojadiza hacia nadie? ¿Si escribo “Mein Kampf” pues mira sí, crimen de odio… pero los chistes, no? 🤷🏻‍♀️🤷🏻‍♀️🤷🏻‍♀️. Como autora cuyo principal herramienta de comunicación es el humor, no creo que el humor esté por debajo del resto de creaciones literarias, coerciones audiovisuales o artísticas… etc., también tiene su peso, su relevancia, el arte de crearlo… ¿y quizás también sus delitos?.

Veamos este caso en concreto: a David Suárez no se le ha citado en la Audiencia Provincial por mal cómico o por ofender, sino por un delito de odio, que según el ministerio de Interior, es:

 (A) Cualquier infracción penal, incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, donde la víctima, el local o el objetivo de la infracción se elija por su, real o percibida, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo como los definidos en la parte B;

(B) Un grupo debe estar basado en una característica común de sus miembros, como su raza real o perceptiva, el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la  edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor similar.“ (OSCE, 2003)

La fiscalía sostiene que el tuit/chiste era humillante y vejatorio contra un grupo, las mujeres con síndrome de Down. Y aquí entramos en barrena, que si era solo humor, un chiste, que si estaba ejerciendo su profesión y que si ahora vaya a ser que por ofender nos vayamos todos a la cárcel. Penas de la fiscalía aparte, de las que no puedo opinar porque no entran en mi parcela, de lo que sí creo que puedo opinar es de la responsabilidad del oficio como humorista o creador de contenidos humorísticos. Desde mi óptica personal, leo el chiste y sí, me suena a humillante y vejatorio.

El humor no es un ser de luz donde todos colisionamos en un mundo de arcoíris y amor, el humor tiene su miga: tiene dirección (preferiblemente de abajo hacia arriba, de lo contrario, sería un poco bullying), tiene también ideologías políticas (¿o el humor no se influye por los movimientos sociales del contexto?), tiene contexto, y lo creamos o no, también influye en nuestros comportamientos (como muchos otros tipos de contenidos que consumimos), si humoristas con mucha relevancia hacen cierto tipos de chistes racistas o machistas que sean aplaudidos y difundidos entre la gente, afectará a su comportamiento, ejemplo: Si un humorista de la talla de Dani Rovira hiciera un tour por España con su nuevo monólogo “Qué feos son los chinos”, estaría normalizando y legitimando estos comportamientos entre la población de a pie ¿Y cómo afectaría esto? Según la pirámide del odio, recurso creado por la Anti-defamation league para entender los crímenes de odio, estas bromas o chistes estarían en el segundo escalón de la pirámide, en la de actos de prejuicio justo antes de la discriminación sistemática (muy divertida esta pirámide, porque si seguimos construyendo la pirámide del odio, acabamos en el genocidio, yupiiiii), es decir, estamos construyendo queriendo o sin querer la deshumanización de ese grupo al que se dirige nuestro chiste. 

En definitiva, el humor también tiene ética, o al menos debería tenerla para los humoristas. El argumento de “era solo un chiste” para evitar la ofensa o quizás, el delito, quedó desfasado long ago (hace mucho). Seamos responsables con nuestras creaciones y reflexionemos como creadores, que no tengamos que llegar a un juicio para que nos paremos a pensar sobre ello, ya que lo creamos o no, el humor que creamos construye o destruye en el contexto en el que estamos. 

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