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Feijóo post mortem

Alberto Núñez Feijóo, Cuca Gamarra e Isabel Díaz Ayuso celebran el resultado de las elecciones del 23J.

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El corazón político de Feijóo se paró a las once de la noche del domingo, cuando lo avanzado del recuento hacía evidente que no habría mayoría de la derecha y la ultraderecha. Nadie certificó su muerte política en ese momento, así que el líder del PP salió al balcón de Génova como si nada. Pero si se fijan bien en los vídeos de esa noche comprobarán la palidez azulina de su rostro y la aparición de manchas en el cuello por la falta de circulación sanguínea. Mientras disminuía su temperatura corporal, Feijóo aseguró que se encontraba mejor que nunca, que el PP había ganado con el mayor crecimiento de votos de su historia, los españoles le habían dado la confianza y él iba a intentar gobernar porque en España siempre gobiernan los ganadores, nunca los perdedores. Pareció intensificarse su lividez cadavérica cuando lo interrumpieron gritos de “¡Ayuso, Ayuso!” pero, pese a las primeras señales de rigor mortis en sus tejidos musculares, dio un par de saltitos celebratorios.

Al día siguiente, lunes, Feijóo acudió a la Junta Directiva Nacional de su partido. Los presentes debieron de notar el tono ceroso de su piel y un principio de hinchazón abdominal, y quienes le dieron la mano la reconocerían helada y rígida. Pero el líder del PP aseguró a los suyos que ya había iniciado contactos con algunos partidos, porque él era el ganador y “no voy a renunciar a lograrlo”. Se mostró orgulloso de haber crecido en 47 escaños, “somos el primer partido de España, es un resultado que parecía imposible cuando asumí la presidencia”.

El martes, día de Santiago, Feijóo fue a la catedral compostelana para “dar las gracias al apóstol por la victoria electoral”. Seguramente el botafumeiro disimuló el olor a descomposición, pero era evidente la hinchazón general por la acción de bacterias en sus órganos, más acentuada en los ojos saltones y la lengua hinchada al hablar, así como el abdomen tan abultado que no le dejaba abrochar la chaqueta. Para tranquilizar a quienes lo miraban con preocupación, Feijóo dijo que era “una conclusión precipitada” asumir que no podrá formar gobierno por la negativa tajante del PNV, y abogó por un “pacto entre los partidos de Estado”, referido al PSOE, con quien dijo iba a iniciar conversaciones de inmediato porque España merece estabilidad, y aquí está él para garantizarla como, recordó una vez más, vencedor de las elecciones.

El miércoles, tres días después de su fallecimiento político, el estado de descomposición era ya tan evidente y el olor tan indisimulable que el ganador de las elecciones no apareció en público. Fueron otros quienes aseguraron que se encuentra en perfecta forma, mejor que nunca: Ayuso incluso descartó que fuese a sustituirlo, “esto no funciona así”, no iban a tirarlo por un puente, aunque de paso criticó que propusiera pactar con el PSOE: “con el desastre no se puede pactar”. Desde el PP insistieron en que por supuesto Feijóo irá a la investidura, y los de Vox le animaron a que convenza a “cuatro o cinco socialistas”, que ellos lo apoyarían.

El jueves, mientras Feijóo se descomponía en la intimidad liberando gases y fluidos de manera incontrolada, los suyos salieron en tromba a defender su buena salud y acallar rumores: Juanma Moreno, Martínez Almeida, Cuca Gamarra y unos cuantos barones territoriales, todos ensalzando la buena cara y la vitalidad del ganador de las elecciones: “Es el preferido de los españoles”. “Es nuestro líder”. “Será el próximo presidente de España”. “Tiene todo el respaldo del partido”. “Es el presente y el futuro del PP”. “Este partido es un solo hombre detrás de Feijóo”.

Con suerte, Feijóo completará la parte más desagradable del proceso de putrefacción durante la primera quincena de agosto, alejado de los focos, de modo que cuando se constituyan las Cortes el 17 de agosto ya apenas huela. Cuando el rey convoque a los representantes parlamentarios para la ronda de consultas, el ganador de las elecciones será ya solo hueso, pellejo seco y cartílago. No es descartable que en Génova decidan momificarlo para que aguante en el escaño hasta que el perdedor de las elecciones forme su gobierno de perdedores, y luego ya verán si lo dejan un tiempo más, haciendo bulto pero sin estorbar mucho, o lo entierran de una vez y corre turno en el partido. Hasta entonces, seguirán intentando convencernos de que este ganador está muy vivo, tiene cuerda para rato. Que sí.

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