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El feminismo como reclamo

Beyonce posó en Instagram emulando 'Rosie la remachadora', icono del empoderamiento de las mujeres

Pascual Serrano

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Ese gran especialista en comunicación que era Vicente Romano llamaba a la publicidad la “industria del reclamo”. Es un clásico que cualquier causa social termina siendo absorbida por el mercado, es decir, termina convertida en material para el reclamo. Recordemos el famoso ejemplo de la foto del Che, icono todavía hoy de camisetas y tazas. Ahora le ha tocado al feminismo. Una vez incorporadas al feminismo la reina Letizia, Patricia Botín y Ana Rosa Quintana, solo queda que las empresas hagan caja en nombre de la lucha por la igualdad de la mujer. Y para eso está la publicidad, la industria del reclamo.

Si eres de los que se indignan porque las mujeres cobran menos que los hombres, la compañía de juguetes estadounidense Hasbro ha creado para ti Mrs Monopoly, una versión del Monopoly que, según señala la caja, es “el primer juego en el que las mujeres ganan más que los hombres”. Según las instrucciones, a la hora de repartir ese primer dinero para comenzar a jugar, las mujeres tendrán más, en concreto 1.900 dólares, 400 más que los jugadores del sexo masculino, que empezarán con 1.500. Y a la hora de pasar por la casilla de salida las mujeres reciben más dinero que los hombres, 240 dólares frente a los 200 de ellos. Revolución feminista resuelta, es verdad que el mundo real las mujeres cobran menos, pero qué más da, ya está el mundo virtual para resolverlo. Ah, y si estás en contra del feminismo no hay problema, la compañía Hasbro te sigue vendiendo la clásica versión de Monopoly, sin concesiones feministas. No se descarta una versión para los militantes de Vox, donde sean los hombres (no emigrantes, se entiende) quienes cobren más al inicio y cada vez que pasen por la casilla de salida.

La industria cinematográfica tampoco va a ser menos. El cartel promocional de la última entrega de la saga de Star Wars , El ascenso de Skywalker, incluía la frase: “Especialmente recomendada para el fomento de la igualdad de género”. Todo empieza porque en 2011 el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, en colaboración con el Instituto de la Mujer,estableció esta distinción para las obras que cumplieran determinadas condiciones. La idea parecía ser buena, pero ya se sabe cómo es el mercado, al final una superproducción de Walt Disney termina haciendo negocio con la calificación. O lo que es peor, llegan los de Vox con su alharaca vociferando que se está imponiendo la ideología de género y hasta consiguen que el Twitter oficial de Star Wars retire el tuit donde destacaban la recomendación del Ministerio de Cultura.

El feminismo puede dar juego publicitario incluso para vender un golpe de Estado. Ahí está la portada de Forbes con la imagen de Jeanine Añez, la senadora boliviana que, sin haberse presentado a ninguna elección presidencial y perteneciendo a un partido que sacó el 4,24% de los votos en las elecciones presidenciales, acaba siendo presidenta de Bolivia gracias a los militares. “El poder es femenino”, es el titular a toda página sobre la foto de Añez que ocupa la totalidad de la portada. Y esta es la presentación: “Jeanine Añez Chávez hace historia como la segunda mujer presidente de Bolivia y la primera de origen beniano [del Departamento de Beni]. Habló con Forbes a días de asumir el mundo del país”. Un ejemplo de empoderamiento femenino, eso sí, con uniformes militares masculinos detrás. Pero eso no lo cuentan en la portada de Forbes.

Y llegamos a la prueba más palpable, tangible y vibrable de la liberación feminista: Satisfyer. La periodista María Palmero recuerda que “todo empezó en verano del 2019” con un reportaje feminista que se publicó en uno de los medios digitales más leídos del país. Lo cierto es que lo hicieron de forma inteligentísima: tenían testimonios de mujeres reales, datos, gráficos y vídeos. Las mujeres posaban sonrientes con sus Satisfyer en las manos. Se presentaba al aparato como un acto de revolución sexual, en pleno siglo XXI, y se decía dónde comprarlo“. La prensa le ha llegado a denominar ”el juguete sexual feminista de moda“ . El marketing se encargaba de calificar la maquinita como el símbolo del empoderamiento femenino con todo el traqueteo de comentarios y opiniones: la que se borra del Tinder, los hombres que ya no son necesarios, el fin del tabú de la masturbación femenina... Lo triste es que tenga que haber llegado el negocio de un aparato masturbador femenino para que muchas mujeres descubran su cuerpo y sus orgasmos, y no digamos los hombres. Y, peor todavía, que eso (comprarlo) sea revolución y feminismo.

La conclusión está clara. En las causas sociales habrá que hacer como recomendaba el misterioso Garganta Profunda a los periodistas del Washington Post que investigaban el Watergate, seguir la pista del dinero. Así podremos saber cuánto hay de reivindicación social y cuánto de negocio publicitario.

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