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Garrotazos en Podemos

Iglesias lamenta que algunos usen Venezuela para sacar rédito político

José María Calleja

En esta lucha a garrotazos es posible que se haya perdido la fecha exacta de cuándo empezó todo, pero es seguro que las partes en contienda conservan y riegan cada día la memoria de los agravios, de los actos y palabras vividos como traiciones y deslealtades. Entregados con ahínco a la construcción concienzuda del enemigo interior, han hecho acopio los contendientes de una suma de heridas que se acumulan por estratos, que parecen paleolíticos, aunque sean recientes.

Es posible que después de los resultados de las elecciones generales de diciembre de 2015, percibidos como una frustración, se pusiera en marcha la maquinaria que ha llevado a la exacerbación de la lucha banderiza actual.

Iglesias se negó a facilitar un gobierno de izquierdas y después de aquella rueda de prensa que aún duele, en la que se atribuyó la vicepresidencia y repartió hasta el Ministerio de Marina, hizo sus cuentas particulares. Si Podemos va con IU, la suma dispara los apoyos y no es que superemos al PSOE, es que podemos quedar primeros. La suma restó y a partir de ahí las discrepancias entre Iglesias y Errejón salieron del armario, se aceleraron.

Iglesias pasó de llamar “pitufos gruñones” y “amargados” a IU, de despreciarlos por conocerlos desde dentro, a abrazarse a ellos para llegar a la Moncloa. Un millón de votantes se quedó en casa en muestra de rechazo a la estrategia. Errejón nunca ha querido saber nada de IU, ni antes ni ahora, cuando los más entusiastas se planteaban formar un único partido. Le pareció que esa unidad dividía y separaba del poder.

Luego, resumiendo, vino la batalla de Madrid, en la que el espíritu navideño, aquel que excita a las familias a zurrarse en la sobremesa, se llevó por delante a José Manuel López, procedente de Cáritas, calificado como el mejor político (Monedero) y purgado la víspera de Nochebuena por Espinar con una urgencia inexplicable no solo para el purgado. La propia Nochebuena, Errejón fue crucificado con la idea “Íñigo, así no”, una reprimenda a caballo entre la censura jesuítica y el no te equivoques, que el partido no es tuyo.

Acaba de escribir Luis Alegre en este diario una carta tumbativa en la que califica a Irene Montero y a Rafa Mayoral, que “entraron tarde y entraron mal”, como muñidores del ataque a Errejón, como sujetos capaces de matar a Iglesias y destruir el organismo (Podemos) sin que el actual secretario general se dé cuenta hasta dentro de un año o dos, cuando sea tarde, dice Alegre. Críticas que Iglesias ha calificado de vilezas.

En esa espiral que lejos de ser del silencio, lo es de los ataques a voces in crescendo, hay quien desde el errejonismo compara a Iglesias con Franco o Sadam Hussein; o culpa al grupo de Iglesias de “pandilla de burócratas intransigentes” (Fernández Liria). Iglesias y su grupo descalifican la candidatura de Errejón y la nombran como la de “Íñigo y Tania”, cuando esta no va en la lista.

La lista de agravios y descalificaciones es interminable y no se puede descartar que aumente en las próximas horas. Todo esto después de que algunos hayan dicho hasta ayer que las disputas internas de Podemos eran o invento o exageración de la prensa.

No se sabe lo que puede pasar durante y después de próximo congreso, pero parece muy complicado que se puedan recuperar los vínculos, políticos y personales, que se reflejaron en la foto fundacional.

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