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Homer Simpson contra Telemadrid

Vista general de instalaciones de Telemadrid en Pozuelo de Alarcón (Madrid) (EFE)

Igor Marín

El pasado jueves vi casualmente el informativo del mediodía de Telemadrid. Lo de informativo lo digo por orientar, porque lo que emitieron fue una suma de opiniones malintencionadas y sibilinas impropias de un medio público. A muchos de ustedes no les va a sorprender nada de lo que aquí ponga porque los ejemplos serán ridículos comparados con otros programas y desmanes de la televisión madrileña, pero a quien esto firma -que apenas lleva unos meses viviendo en Madrid- le impactó la forma sutil de tergiversar y dirigir la opinión de los espectadores. Y fíjense que debería estar acostumbrado tras años y años viendo Euskal Telebista...

Ya sé que llueve sobre mojado. Que, de hecho, ha llovido tanto sobre la parcialidad del ente madrileño que casi nada sorprende. Pero que las cosas no sorprendan no debe despistarnos y callar la denuncia de algo intolerable y repugnante en una democracia seria. Si dejamos de asombrarnos por lo habitual, tampoco podríamos denunciar la corrupción genética del Partido Popular. Y las cosas no están para callarnos nada. Nunca lo han estado.

Solo voy a contar unos ejemplos de lo que vi en los apenas 10 minutos que aguanté frente al televisor. Primero, la 'información' sobre el escenario político tras el encargo a Pedro Sánchez de conformar un Gobierno. Todas las frases apuntaban en la misma dirección: Sánchez, que ha perdido las elecciones, va a pactar con los radicales y los independentistas en un bloque de izquierdas. La verdad es que hoy no hay ningún pacto cerrado. Y que el PSOE ya ha dicho que no pactará con los independentistas. Pero a Telemadrid le da igual. Hay que repetir mil veces el mantra nacido en Génova hasta que parezca que es verdad. Algo así como que todo es ETA. O que hay menos parados. O que la economía va bien para todos y no solo para el 1%. Repetir mil veces hasta que parezca verdad. Seguro que les suena.

Después de eso, una pieza sobre la comparecencia de Rajoy con el grupo parlamentario popular (se llama así, aunque no parlamentan con nadie). Para esta información, Telemadrid eligió dos frases del presidente en funciones: la recuperación económica está en juego con la inestabilidad y el pacto de perdedores y Rajoy ya se ha cansado de la corrupción y no pasa ni una más. Ni un comentario. Ni una mención a que la inestabilidad también viene por el mes en el que Rajoy ha estado con la agenda libre, o que la corrupción anidada en su partido tampoco da mucha calma a los inversores y los mercados. Parece que el libro de estilo del ente público permite editorializar unas intervenciones sí y otras no.

Cambio a la información internacional. Y aquí, se resuelve la ecuación. En la entradilla, los presentadores se arrancan con un: “Precisamente, en Portugal -donde gobierna un pacto de perdedores- y en Grecia -donde desde hace un año está Syryza, el partido amigo de Podemos- las cosas no van bien. En el país vecino, van a subir los impuestos (...) y en Grecia, Tsipras se enfrenta otra huelga general (...)”. Toma ya. Primero, identificamos a Sánchez con el pacto de perdedores; después, hacemos una analogía con lo que pasa en Portugal. Y para cerrar, equiparamos a Tsipras con Iglesias y dejamos claro que eso lleva a un país en huelga. A+B=C.

Después, bloque de noticias locales en las que el ayuntamiento dirigido por Carmena no sale precisamente bien parado. Y una denuncia sobre el uso presuntamente indebido de un piso municipal por parte de una asociación próxima a Podemos.

Esta país tiene un desaguisado con las televisiones públicas. Con todas. No me quiero imaginar Canal Sur tras casi 40 años de gobiernos socialistas; o TV3 abanderando exclusivamente los anhelos de una parte de Catalunya; de ETB se pueden contar tantas anécdotas como se quiera. Y qué decir de TVE y su Bertín haciendo de maestro de ceremonias del bipartidismo o de la redacción paralela de informativos.

Urge abrir ya un debate sobre la utilidad, utilización y el coste de las televisiones públicas. Urge porque si no, en aquellas informaciones que no sean de interés para las televisiones privadas, la ciudadanía acabará eligiendo a Homer Simpson como la mejor alternativa para acercarse a la realidad. Y a un país desinformado es mucho más fácil de manipular.

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