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Las leyes del movimiento político

El pleno de investidura de Sánchez tendrá hora límite en la primera jornada

Javier Pérez Royo

“La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea sin un acuerdo de retirada sería una calamidad nacional inequívoca. Tiene que ser detenida por el Parlamento tan pronto y tan decisivamente como sea posible. Es la obligación de todos los miembros del Parlamento que se oponen a un Brexit sin acuerdo con la Unión Europea, trabajar juntos en las próximas semanas, alcanzando los compromisos que sean necesarios, con la finalidad de conseguir este objetivo”. 

Con estas dramáticas palabras, empezaba The Guardian su editorial del pasado jueves, 15 de agosto (The Guardian View on MPs and no-deal Brexit: mobilise the mayority). Hay, sin duda, una mayoría en el Parlamento en contra de un Brexit sin acuerdo y, sin embargo, se está corriendo el riesgo de que esto sea lo que acabe ocurriendo por la incapacidad de dicha mayoría de ponerse de acuerdo en las medidas necesarias para evitarlo. El tiempo corre y es de muy pocas semanas de las que se dispone para evitar la hecatombe.

La razón de que así fuera, la expresaba ese mismo jueves en The Guardian uno de sus columnistas, Rafael Behr: “Los partidarios del Brexit no se detendrán ante nada para conseguir lo que quieren. Los contrarios al Brexit se detienen por casi cualquier cosa. Las leyes del movimiento político dictarán entonces en qué dirección se mueven las cosas” (“Remainers will do anything to stop Brexit, except install Corbyn as PM. Why?”).

Algo parecido está ocurriendo en España, salvando todas las distancias, con el proceso para la investidura del presidente del Gobierno. Las derechas españolas están demostrando que no hay obstáculos para conseguir lo que quieren, y que están dispuestas a llegar al Gobierno en cuanto las circunstancias se lo permitan, pasando por encima de todas las reservas que puedan existir sobre la corrupción de los unos, o la barbarie anticonstitucional de los otros. 

Las izquierdas, por el contrario, están paralizadas por obstáculos que son de su propia invención. Han sido capaces durante catorce meses de ejercer el poder en condiciones muy precarias y de empezar a contrarrestar lo que había sido una deriva reaccionaria de nuestro sistema político, con consecuencias deletéreas para el tejido social e incluso para la integración territorial del Estado, y, sin embargo, una vez que, tras unas elecciones generales, consiguen disponer de una mayoría parlamentaria clara sobre las tres derechas y están en condiciones de formar gobierno, se enredan en una disputa acerca de si son galgos o podencos y están a punto de tirar por la borda no solamente lo poco que se ha conseguido hasta ahora, sino, sobre todo, lo mucho que se puede conseguir.

En el supuesto de que las tres derechas sumaran 165 escaños y el PSOE y Unidas Podemos, 147 y tuvieran además mayoría absoluta en el Senado, ¿tiene alguien la menor duda de  que habría sido investido ya el presidente del Gobierno? Es sencillamente inimaginable que hubieran dejado escapar esa oportunidad.  

¿Por qué en la izquierda no ocurre lo mismo? ¿Por qué se paraliza ante la posibilidad de formar Gobierno conjuntamente? ¿A qué viene el miedo a ejercer el poder que te han confiado los ciudadanos en las urnas de una manera inequívoca? Unas elecciones admiten siempre diversas interpretaciones, pero si algo ha quedado claro del resultado electoral del 28-A, es que la sociedad española ha preferido claramente una opción de izquierda, a la que representaban las tres derechas. Y que ha preferido una opción en la que el PSOE aparecía claramente destacado, pero a una distancia considerable de poder gobernar en solitario. Esto resulta difícilmente discutible.

Es cierto que para hacer realidad dicha opción electoral, hay diversas fórmulas, desde la 'portuguesa' a la del 'gobierno de coalición', pasando por otras más próximas a la primera o a la segunda. Pero lo que no resulta aceptable es que no haya ninguna fórmula en la que las izquierdas se pongan de acuerdo para hacer realidad la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Cuando los ciudadanos han depositado la confianza en ti para ejercer el poder, no puedes negarte a hacerlo. 

De esa renuncia al ejercicio del poder no se puede salir bien. Y lo que digan las encuestas en este momento no significa nada. Si hay repetición de elecciones, el próximo Gobierno será de las derechas por la sencilla razón de que habrá demostrado que está dispuesta a formar gobierno, independientemente de sus diferencias internas, mientras que las izquierdas no lo están. Las leyes del movimiento político operan en todas las democracias. En cada una a su manera, pero en todas.

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