Londres no consigue quitarse de la adicción a la austeridad
A la era de la austeridad en el Reino Unido no le salen las cuentas. Los datos de endeudamiento de julio fueron mucho peor de lo esperado. Los analistas confiaban en un superávit de 2.500 millones de libras en la línea de lo conseguido en 2011 (2.800 millones). Julio es un mes en el que el pago del impuesto de sociedades por las empresas suele dar lugar a altas cifras de recaudación.
La realidad se quedó muy lejos de las expectativas. En realidad, no hubo superávit. El endeudamiento --sin contar los compromisos de los rescates bancarios-- aumentó en 557 millones. El 'agujero' imprevisto proviene en parte del descenso de los ingresos fiscales procedentes de la industria petrolífera y gasística del Mar del Norte.
Hay que sumarle a ello la diferencia entre la realidad y los presupuestos (en los que las cifras siempre cuadran con milagrosa facilidad). El Gobierno de Cameron anunció en 2011 que impondría un impuesto especial por una sola vez a las empresas del sector del petróleo para recaudar 2.000 millones. La industria amenazó con un descenso de las inversiones y al final el Tesoro se vio obligado a renegociar la factura fiscal de estas empresas y aceptar fuertes desgravaciones en el caso de las explotaciones más rentables. Esos 2.000 millones de partida se han quedado en una cifra muy inferior. more
Menos consumo en una economía en recesión equivale a menos ventas, menos beneficios de las empresas y menos impuestos que pagan al Estado. Pero el mandato de la austeridad es intocable. El Instituto de Directores --un 'think tank' de ideología liberal-- ha pedido al Gobierno que tome medidas que fomenten las inversiones, dado que las compañías temen que la recesión se prolongue durante todo este año.
Si dan por muerto a 2012, los ingresos fiscales del Estado continuarán resistiéndose. “Una baja confianza (empresarial) llevará a que las decisiones (empresariales) se retrasen, y esas decisiones aplazadas reducirán aún más la confianza en la economía. Es un círculo vicioso”, ha dicho el instituto.
Todo esto ocurre cuando los bonos británicos son uno de los valores refugio a los que los inversores huyen para escaparse de la incertidumbre de la eurozona. Ayer Londres subastó deuda a 17 años por valor de 1.250 millones de libras a un tipo interés medio (descontando la inflación futura) de menos 0,025%. Dinero gratis.
Por eso, el economista jefe del banco Standard Chartered, Gerard Lyons, comentó que la capacidad británica de pedir dinero prestado a largo plazo a estos niveles debería hacer que el Gobierno lo aprovechara para financiar inversiones en infraestructuras. Varios economistas que apoyaron los planes de los conservadores británicos durante la campaña electoral de 2010 solicitan ahora menos dosis de austeridad y más apuesta por el crecimiento al haber cambiado la coyuntura internacional. Ya no es tan urgente reducir la deuda a cualquier precio ni existe el mismo riesgo de que los inversores internacionales castiguen a los bonos británicos.
¿Va a cambiar de política el Gobierno de David Cameron y George Osborne, ministro de Hacienda? No apuesten por ello. Ante las cifras de julio, un portavoz de Tesoro dijo ayer que revelan “lo arriesgado que sería un incremento deliberado del endeudamiento”. Como destacaban ayer varios periodistas, si el incremento es accidental como en julio, no pasa nada aparentemente. Los mercados sólo te castigan si el aumento es deliberado.
La austeridad es adictiva. Habrá probablemente más recortes para solventar los malos datos de meses como el de julio y los que vendrán después. El Gobierno continuará corriendo en círculo sin poder atraparse a sí mismo.