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Pablo Sánchez y los republicanos esclavos

Imagen de archivo del Puente de Piedra de Burdeos

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El próximo 14 de abril se cumplen 90 años de la proclamación de la II República Española. Pocos años después de aquella fecha, la rebelión de los militares y la toma del poder por el dictador Francisco Franco, tras la Guerra Civil, obligó a cientos de miles de republicanos a salir camino del exilio. 

Muchos de ellos escaparon a Francia donde esperaban encontrar la libertad, pero, al contrario, se encontraron con que la Alemania de Hitler invadía el país en medio de la II Guerra Mundial. En esa tesitura, los republicanos lucharon junto a la resistencia francesa contra los nazis, pero buena parte de ellos fueron detenidos y muchos llevados a campos de exterminio.

En la ciudad de Burdeos nos topamos con dos pequeñas historias, parte de la gran Historia de esos republicanos, que merecen ser recordadas. En 1941, hace ahora 80 años, en Burdeos, cerca de tres mil republicanos españoles exiliados en Francia fueron utilizados como mano de obra esclava para la construcción de una base de submarinos situada cerca del Garona, el caudaloso río que atraviesa la ciudad camino del cercano Océano Atlántico.

Republicanos, esclavos de los nazis

En plena II Guerra Mundial, los nazis decidieron construir una base de submarinos en Burdeos, aprovechando una infraestructura previa creada por los fascistas italianos cerca de donde hoy se encuentra la instalación cultural conocida como La Cité du Vin, La Ciudad del Vino, en la capital del departamento de la Gironde. Era parte del llamado Muro Atlántico, un complejo sistema de defensa para evitar futuros desembarcos aliados que fue construyendo la Organización Todt.

Para entonces, Hitler había invadido Francia y la ciudad junto al río Garona, estaba en sus manos. La otra parte del país, la llamada Francia de Vichy, la dirigía el mariscal Pétain, un antiguo héroe nacional reconvertido en marioneta de Hitler. Aprovechando esa instalación previa de los fascistas italianos de Mussolini, los alemanes construyeron una base de submarinos prácticamente indestructible. Utilizaron 600.000 metros cúbicos de hormigón para dar cobijo en sus 45.000 metros cuadrados de construcción a su flota de submarinos que eran básicos en el desarrollo de la guerra mundial.

Y, ¿a quiénes utilizaron como mano de obra? Fundamentalmente a prisioneros, muchos de ellos republicanos españoles que habían salido exiliados de su país y que se encontraron con que Francia era invadida por los alemanes y pasaba de ser tierra de promisión, a tierra de sumisión.

Cerca de 3.000 exiliados republicanos fueron utilizados por los nazis para las obras de construcción de la base de submarinos, en una zona cercana al río Garona, lo que permitía enlazar con el Océano Atlántico. La obra era gigantesca y los trabajadores fueron sometidos a duras jornadas de trabajo durante seis días a la semana.

Alemania estaba inmersa en una economía de guerra, y tenía necesidad de contar con mano de obra suficiente como para acometer obras gigantescas, como la de la base de submarinos. Para ello se puso en marcha el reclutamiento forzoso en la invadida Francia en base al STO (Service du Travail Obligatoire) y los prisioneros fueron de los primeros reclutados para semejante labor.

Tras esas penosas jornadas de trabajo, los republicanos esclavos eran trasladados a unas instalaciones industriales al otro lado del río que servían de dormitorio para esa ingente cantidad de obreros. Hoy, esa zona es conocida como espacio Darwin, un lugar de esparcimiento y de cultura alternativa, muy apreciado por los jóvenes, que pueden ver allí un monumento a la presencia de los republicanos españoles en los tiempos de la invasión alemana.

Esculpido en metal, y bajo la bandera francesa, el lema “No pasarán”, recuerda aquella presencia. Y remarca que los republicanos fueron detenidos por la policía francesa por “rojos”, y pasaron a manos alemanas que los utilizaron como mano de obra en concepto de GTO (Groupements de Travailleurs Étrangers).

En el lugar donde se construyó la base de submarinos, hoy dedicado también a actuaciones culturales, hay otro monumento que recuerda “a los miles de republicanos españoles” utilizados allí como mano de obra esclava por los nazis. En la parte superior del monumento, ondea una bandera republicana en homenaje a aquellos trabajadores, varios de los cuales murieron a consecuencia de la intensidad brutal del trabajo y sus  terribles condiciones de vida.

Pocos años después, en 1944, otro republicano exiliado español, Pablo Sánchez quedó registrado en la historia de Burdeos por un hecho excepcional. Sánchez fue considerado un héroe en Burdeos. Su historia queda reflejada en una pequeña lápida junto al magnífico Pont de Pierre, el Puente de Piedra. Era un exiliado republicano que, junto a otros miles, terminaron en la capital del departamento de la Gironde tras perder la Guerra Civil.

El día 27 de agosto de 1944, precisamente el último día de la ocupación nazi de la ciudad, dice la tradición que Pablo Sánchez logró desactivar los explosivos situados por las tropas alemanas en el Puente de Piedra que une las dos orillas de Burdeos, y permite la comunicación con el interior de Francia. Un compañero suyo, Ángel Villar, vio como Sánchez volvía del puente tras desactivar los explosivos y gritaba: “¡Ganamos!”.

En ese momento se escucharon unos disparos de un francotirador alemán que acertaron en el cuerpo de Pablo Sánchez, quien cayó muerto.

Tres días después se celebraron sus funerales y asistió una multitud en agradecimiento a la actitud del exiliado republicano. En conmemoración de estos hechos, la Junta Española de Liberación, le dedicó una placa cerca del puente que logró salvar. En esa placa podemos leer: “A la memoria de Pablo Sánchez, exilado español muerto en este lugar por las balas nazis el 27 de agosto de 1944 en defensa de la libertad”.

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