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Los peligros tangibles de un gobierno del PP

Alberto Núñez Feijóo, junto al presidente del diario La Razón, Mauricio Casals, este lunes en Madrid. EFE/ Kiko Huesca

Rosa María Artal

4 de julio de 2023 22:39 h

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Los hechos, los datos, nos están interpelando a gritos. Arde Francia en disturbios de enorme entidad protagonizados por jóvenes, adolescentes incluso, tan desesperados como para pensar que no tienen nada que perder. Nada. Franceses de piel menos clara. El detonante fue que un policía disparó a bocajarro a un chico argelino de 17 años, Nahel, y lo dejó seco en el acto. La ultraderecha francesa ha recaudado 700.000 euros para el agente que lo asesinó, nos cuenta el periodista Rafael Narbona. Las recauda un vocero de las ondas, Jean Messiha, de quien parte la iniciativa. Como contraste, se han recaudado 100.000 para la familia de Nahel por otras vías.

Ya tenemos los ingredientes del cóctel explosivo. La historia nos ha enseñado que primero fueron a por los emigrantes, después a por los hijos de los emigrantes, después a por todos los pobres y desfavorecidos. Y ya está pasando, en España también. Vean el gobierno para ricos con el dinero de todos de Ayuso en Madrid. Y lo que se empieza a plasmar en los pactos del PP con Vox. Y lo que quieren para España entera.

Pero sigamos. El “periodista” de ultraderecha francés, egipcio en realidad, es similar a los que en distintos grados operan en España. En el más alto, Jean Messiha aplaude al asesino e incita a mal llamados ciudadanos a hacer lo mismo. Cuando se empieza a justificar la violencia es el fin, además de un inmenso error estratégico. No hay mano dura suficiente para aplacar la ira máxima, y menos en esta sociedad hedonista e infantilizada.

En este contexto, el panorama que dibuja Feijóo con cuanto anuncia puede tener consecuencias devastadoras. Anuncia y le compran los medios de tal manera que ya hablan de él dando por hecho que va a ser presidente de España. Por cualquier lado que se mire. Veamos Europa. Dice que llevan “semanas” pensando en su presidencia rotatoria tras ganar las elecciones. El gobierno actual de España lleva años gestando su contenido. Con un programa aprobado que no puede cambiar Feijóo. El plantel que ha elegido además y que recogía con gran conocimiento Andrés Gil en elDiario es verdaderamente espeluznante. Desde una Ana Palacio, la ministra que presionó a la Asamblea General de la ONU mintiendo sobre la autoría de los atentados del 11M, y a todas las embajadas a la par que el gobierno de Aznar trataba de convencer a los corresponsales extranjeros acreditados en España, como hizo con directores de grandes medios.

El resto de su biografía es de similar calado: un perfil ultraconservador y pocos escrúpulos. Fue defensora de Berlusconi, para acabar miembro del consejo asesor de United Against Nuclear Iran (UANI) y del consejo de administración de Enagás, como detalla Andrés Gil. Un clásico.

Arias Cañete, un machista acreditado y con turbulencias fiscales. O Méndez de Vigo, ministro de Cultura que, a medias con Cospedal, quería educar a los niños en “valores castrenses”.  

Si al PP, caso de llegar al gobierno de España, se le ocurre incumplir acuerdos comunitarios nos sancionarán para pagarlos entre todos. Además, los pactos del PP ya proyectan preocupantes sombras hasta en su proyección económica. La ultraderecha no “cree” en el cambio climático en contra de la ciencia, obstaculiza su protección en Europa y está recibiendo barra libre del PP para operar así en España. Las consejerías de medio rural para Vox, como la del patético sainete de Extremadura, nos sitúan ante un país convertido en un secarral al que nadie querrá venir “de vacaciones”, siendo el turismo motor económico para quienes todo lo fían al sol que cae. Es lo que se anticipa por este camino.

Atendamos al desmontaje de la educación que se propone el PP y que ya practica en comunidades como Madrid: mínima inversión en la pública y nuestros recursos para la concertada.

Educación en civismo: un candidato a la presidencia del gobierno de un país democrático no puede hacer estas declaraciones, le invalidan por completo. Malherido, su oponente; su decencia sí lo está y de gravedad. Es ejemplo de manual de la deshumanización fascista:

Ya no le faltaba más que el intento de provocar una rebelión entre los barones del PSOE descontentos y que Sánchez le deje gobernar aunque no gane las elecciones. Bien es verdad que siguiendo las directrices de Felipe González, que no es la primera vez que aparece para arreglar a su modo la formación de gobiernos de Sánchez. Las democracias parlamentarias se fundamentan en mayorías, no en amaños. Por lo demás, el PP ya nos ha demostrado su afinidad con Vox en las elecciones del 28M. Y en el programa que Feijóo presentó este martes. Además de promesas sobre lo que ya son realidades en España, se despliega en leyes represoras y recuperación de delitos, como si fuera tan fácil arbitrarlas de un plumazo. Desde luego por métodos democráticos llevan procesos más complejos. Feijóo va a por todas, con la colaboración de medios que más parecen folletos de promoción electoral.

El machismo, la negación de la violencia cuando, casualmente, se multiplican los asesinatos machistas. Insisto: no hay país que dedique tres turnos policiales a proteger a cada mujer amenazada. El problema está en la ideología que lo alienta.

Tampoco es fácil aplacar la ira de los desheredados por el capitalismo que terminan siendo todos menos sus élites. Aprendan de Francia y de la inconstancia de un PP que camina hacia atrás sin que ningún escrúpulo le coarte para alcanzar el poder. Aprendan de una vez a detectar las voces que mienten a sueldo.

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