La posible pérdida de Galicia por el PP desata un tsunami antidemocrático

El Partido Popular podría perder su mayoría absoluta en Galicia y por tanto el gobierno –recordemos que apenas nadie salvo Vox quieren pactar con ellos–. Lo dice el CIS, el Centro de Investigaciones Sociológicas, el más criticado en sus prospecciones electorales y uno de los que más se aproximan a la realidad dado el tamaño y el método de sus muestras. La tendencia debe ser ésa porque, desde el momento en el que se ha sabido, han empezado a desatarse tempestades y se han intensificado las que estaban en curso. Hoy más que nunca rige la máxima de que “si no manda la derecha en España, convierten el país en invivible”.
Los sondeos en campaña son desde hace tiempo uno de los grandes sistemas para procurar influir en el voto. La prensa al servicio del PP anima a su partido asegurándole que va a arrasar en las urnas. Otra vez. Como en las generales de julio. Y hasta se lo creen a veces y se llevan buenos chascos. Pero esta vez se palpa el miedo.
La protesta de “El Campo” estaba prevista y, como ya anticipábamos, tiene múltiples matices. Arrecia ahora con claros signos de provocación y tanto el PP como Vox la aplauden y se la cargan al Gobierno. Sus muchachos ultras agitan las redes visiblemente, baja la guardia en la legislación la UE, como piden, en detrimento de nuestra salud por temor a un triunfo electoral al Parlamento Europeo de la ultraderecha que guía muchas de las protestas, y en el maremágnum se duelen las reivindicaciones justas que sin duda las hay y nos afectan de verdad a todos.
¿Y si acierta el CIS? Se mueven los bastiones de la derecha a vueltas con imputaciones asombrosas por terrorismo para tratar de desestabilizar al Gobierno, sin ningún disimulo ya. Y nadie de quienes deberían hablar, ni Bruselas, ni el jefe del Estado que para algo está, ni el Consejo General del Poder Judicial –caducado y sin embargo bien locuaz– dice ni media palabra de este escándalo. Sabemos demasiado bien en España qué es terrorismo para que nos vengan con insidias. Más allá de la justicia, va a acabar por afectar al equilibrio emocional de toda la sociedad ver terroristas imputables por todas partes menos donde más aprietan para causar terror.
Preséntense limpiamente a las elecciones y operen con los medios de la política democrática y veamos qué pasa, pero ya no sabemos, visto lo visto, si cabe tal cosa en la derecha española y sus muy amarrados centros de poder.
¿Cómo es posible que vuelva a ganar el PP en Galicia con el estado de su sanidad pública, de las residencias de ancianos, o la gestión de los pellets en la costa? La esperanza en que no tenga los votos suficientes es tenue, pesa mucho el medio rural, dicen, pero alguna vez pasó, aunque nadie ignora que el aparato de propaganda está especialmente bien engrasado en Galicia. Un millón de euros han recibido los medios desde la Xunta precisamente durante la precampaña.
Cómo de eficaz será esa propaganda apenas enmascarada, que nos vendieron para la Moncloa a un Núñez Feijóo que parecía prudente, sabio, honesto, un señor de derechas de los de toda la vida. Creo que hasta lo dije y no suelo equivocarme demasiado a estas alturas de la vida. Y ya ven lo que luego salió. Su prensa no descansa, sin embargo. Y ahí tienen a La Razón dándole portada todavía.
La Triple A de la que hablamos en la campaña del verano ha descolgado a Alberto. Ahora el show mediático lo protagonizan Ayuso y Aznar. Ella le enseña cómo es Madrid a su padrino político. “La vida aquí es distinta, cada día es una aventura”. Debe ser que el expresidente del Gobierno que nos dejó en herencia una burbuja inmobiliaria o el 11M vivía antes en un Madrid ignoto. Madrid es una aventura permanente, le dice su pupila. No lo saben bien. Hay que pelear por ser atendido en la sanidad pública en un tiempo razonable, antes de que se enquisten los problemas. A poco que te descuides te socarras en las plazas de cemento en las que no va quedando ni un árbol y todo el dinero de nuestros impuestos es para ladrillos de esos que venden siempre con sobrecostes las constructoras amigas. Porque amigas, son. La gente de bien como ellos mantiene vínculos entrañables en su privilegiado mundo. Ahora preparamos un nuevo pelotazo con la Ciudad de la Justicia, a tirar en ella 700 millones más. Y no olvidemos la Formula 1 que tantos millones dejó al deber de los ciudadanos en Valencia.
Él, Aznar, la persona con el ego rebosante más infundado del mundo, seguro como ella de su impunidad para las controvertidas gestiones de sus mandatos, miente y pontifica hasta contra Zapatero, que ya es decir.
No se han puesto de acuerdo Ayuso y Aznar en si ha sido cerrar las plazas de toros lo que ha provocado la sequía o ese plan hidrológico que quería llevarse el agua del Ebro a Catalunya y que levantó en pie de guerra a los aragoneses (Quien quiera llevarse el agua y el trabajo de Aragón se las ha de ver primero con toda su población, cantaba La Bullonera). Regionalismo del agua ahora entregado al PP y encima con Vox.
Pocas cosas más tediosas que las campañas electorales, a no ser por las consecuencias que de la cita electoral se derivan. El PP de las trampas constantes no merece ganar. Lo que parece bastante probable es que, si no lo consigue Alfonso Rueda, su sucesor en la Xunta, Feijóo caiga con él. Cuatro partidos progresistas enfrente, tres para la televisión pública estatal TVE que siempre olvida a Podemos. Cuatro son. A repartirse y mermar el voto, pero es que cada ciudadano tiene derecho a optar en su papeleta por quien quiera. Salvo las ancianitas y ancianitos de los asilos de monjas, que en ningún lugar como en Galicia votan tan bien asesoradas por sus cuidadoras. Al PP, claro está.
El CIS da el segundo lugar con un espectacular ascenso en el voto (del 24% a casi el 33%) al BNG. Su candidata, Ana Pontón, sería la primera mujer en presidir el Gobierno gallego. Es la más valorada en la encuesta del CIS con un 5,74%. Suena realmente bien y es la opción más recomendada por progresistas sólidos. El PSOE se mantiene en torno a un 20%. Podemos y Vox bajarían a menos de un 1% y Sumar apenas cosecharía un 2%, por tanto es difícil que obtenga representación. El fracaso de Sumar en Galicia, si se confirma en las urnas, daría un notable punto de debilidad a Yolanda Díaz que el sagaz –lo es– Pedro Sánchez no dejaría de aprovechar.
El primer debate electoral en la noche del lunes, el único al que asistirá el presidente de la Xunta, mostró el interés que tiene Rueda por los grandes temas que preocupan a los gallegos, a saber: Puigdemont, la ley de amnistía y ETA. Igualito que sus colegas de toda España. El resto de los candidatos habló de las necesidades reales de sus paisanos y criticó la gestión de Rueda. “Cataluña no hace que tengamos listas de espera”, le dijo Pontón, su rival directa, excluida de la foto inicial del debate por la televisión gallega.
Con ésta y otras encuestas –que dirán lo contrario para animar a los votantes– o con la probabilidad que apunta el CIS vienen un par de semanas bien movidas en las que se puede esperar de todo, de todo, todo. Ya se está viendo. Se le escapa demasiado poder a ese PP retorcido de rabia por haber perdido el gobierno del Estado. Ese PP impoluto que esconde las actas de las residencias de la muerte en pandemia de Madrid, ni aun pidiéndolas la justicia, y que cada día nos obsequia con nuevas impudicias. En la misma línea, PP y Vox borran en Valencia y Baleares el poder de los órganos institucionales antifraude y anticorrupción. Ojos que no ven, impunidad que prospera.
Y sin embargo algún avance se logra cuando no copan todos los órganos de poder, o no con sus secuaces. En 15 años de gobiernos del PP en Galicia, ha recibido 15 varapalos judiciales. Van del tráfico de influencias, al cohecho. Con sentencias que han obligado a pagar indemnizaciones o multas millonarias por sus actuaciones. De dinero público, por supuesto.
Es lo que hay. Esto se arregla –algo, al menos– votando con cabeza, ya saben. Y gobernando con energía y sin miedo para frenar los tsunamis antidemocráticos.
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