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Réquiem por el 15M

La Puerta del Sol tras una semana de acampada en mayo de 2011.

100

Crear es resistir y resistir es crear

Stéphane Hessel Indignez vous!

Diez años después, estamos a mitad de una odisea. Veinte años no son nada, cree Ulises, y diez años son menos que nada, la mitad.

Dies irae (Días de ira)

“Día de la ira, aquel en que los siglos se reduzcan a cenizas

Como una olla a presión, veníamos de una insoportable crisis creada por los especuladores, de una culpa repercutida en los más débiles. Veníamos del descubrimiento de las redes y de su facultad para unir y para convocar. Veníamos de las primaveras árabes y de las emociones que aquí nos despertaron, de la ley Sinde, de la reforma Bolonia, de Wikileaks.

“Mirad a vuestro alrededor y encontraréis los temas de vuestra indignación”, escribía un anciano francés de 93 años que fue el primer indignado. No faltaban. La desigualdad. La injusticia con que se había planteado la salida de una crisis creada por la codicia. Los políticos barbudos y ajenos a lo que sufría el pueblo.

Tuba mirum (La trompeta)

“La trompeta esparciendo un sonido admirable”

Fueron 40 personas procedentes de una manifestación a la que nadie había prestado atención. Se sentaron. Quedaron. El sonido de su protesta fue flotando por las redes y calando en la necesidad de tantos espíritus. La revuelta pacífica era energética. La plaza se llenó. Unos compartían, restaban, resistían. Otros muchos más respiraban aquel soplo de utopía. Fuimos y vimos y nos reconocimos. Manos que se alzaban y corazones que se sentían felices en aquella primavera que nos hacía vernos tan próximos. No a todos. El PP solicitó una y mil veces que se desalojara a la fuerza a miles de personas porque no permitían deambular libremente y porque los comercios de la zona perdían clientes. Ya nos suena, nos suena.

Rex tremendae (Rey tremendo)

“Rey de tremenda majestad que salvas a quien lo merece”

Y era el pueblo el que merecía salvación. El diagnóstico de la indignación era muy acertado. Hace diez años la injusticia del pago de la crisis era insoportable. Hoy volverá a serlo. La cuestión es: ¿a quién y cómo se le pedía salvación? El primer indignado era un señor de 93 años que nos explicaba que la peor de las actitudes es la indiferencia. “Una de las facultades indispensables junto a la de indignación es la del compromiso”, decía quien nos impulsaba a seguir el espíritu de los resistentes. ¿Cuántos se comprometieron? Y, sobre todo, ¿a qué se comprometieron? Hessel consideraba que los derechos humanos y la salvación del planeta eran banderines de enganche suficientes. “Estoy convencido de que el futuro pertenece a la no violencia (…), la violencia no es eficaz (…), el terrorismo no es eficaz (…), yo propugno una insurrección pacífica”. La cólera contra la injusticia permanece intacta.

Algunos lemas de las plazas recogen este preciso malestar y diez años después son igual de válidos: “Violencia es cobrar 600€”, “No tenemos pan para tanto chorizo”, “Me sobra mes a final de sueldo”, “Manos arriba, esto es un contrato”, “No es una crisis, es el sistema”, “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”. ¿Qué ha mejorado diez años después respecto a estos gritos? Nada, si acaso la situación es tanto o más sombría. El grito real de la indignación se quedó flotando en el aire mientras que se recogieron, con creces, los que tenían una interpretación más discutible.

Confutatis, maledictus (Cuando los condenados…)

“Cuando los condenados, sentenciados a las lágrimas de la aflicción”

Por contra, pasaron a ocupar el lugar central algunos de los lemas que intentaban dar un diagnóstico pero que no proponían solución o proponían una errónea. De aquellos lodos se ha derivado una puesta en cuestión del sistema democrático que es una deriva peligrosa. De aquellos lemas –“Nuestros sueños no caben en vuestras urnas”, “Los políticos nos mean, los medios dicen que llueve”, “No nos representan”, “Democracia real ya” o “Me gustas democracia porque estás como ausente”– nos ha quedado la idea contumaz y persistente, enarbolada por algunos grupos políticos, que estuvieron listos para intentar recoger la siembra de aquellos días, que considera que el problema es nuestra democracia y que sus imperfecciones, lejos de ser subsanables, nos abocan a una demolición. En días recientes hemos visto aún colear los efectos. Un presidente del Gobierno teniendo que defender que vivimos en una democracia plena. Representantes de la soberanía nacional que lo niegan. Independentistas pretendiendo que solo la escisión les llevará a esa Arcadia deseada de la democracia perfecta. El régimen del 78 como enemigo. El régimen del 78 es un régimen constitucional y democrático. ¿Qué pretenden en su lugar? Silencio. ¿Qué vendría de su destrucción? ¿Qué en su lugar? Confutatis, maledictus.

Lacrimosa

“Lamentable aquel día… cuando los culpables se levanten para ser juzgados”

Ni mucho menos los males que aquejaron a los habitantes de Sol y a quienes les acompañaron eran privativos. El resto de las democracias occidentales los sufren también y tuvieron sus propias versiones de este malestar (Occupy Walt Street, los chalecos amarillos…). El diagnóstico no es la solución. Los que tomaron la antorcha ¿hicieron la luz para salir de forma ordenada a un nuevo orden? Juegos de poder. Alas del este y del oeste. Puñaladas fraternas. Luchas. Mucha emoción y poca razón. Las goteras, los desperfectos no siempre indican que lo mejor sea derruir la casa. Sobre todo si no tienes medios ni ideas para sustituirla por algo diferente. Apuntalar, sanear, rehabilitar, mejorar, adecentar. Los verbos olvidados que tal vez nos permitirían trabajar juntos.

Lux aeterna (Luz eterna)

“Que la luz eterna brille...”

Cada vez es más difícil que la luz de la verdad y la de la razón se abran paso. Lemas y manos y emociones, a puñados. Procesos de construcción, ideas que permitan restañar la pérdida de ilusión democrática, empujes comunes que nos ayuden a salir de la nueva crisis y apuntar a un futuro que debe ser completamente diferente, para evitar que el propio planeta nos rechace, de eso tenemos muy poco. Gente joven arengando no es siempre sangre renovada para regar un proceso hacia el futuro.

Libera me (Líbrame)

“Líbrame de la muerte eterna en el terrible día”

El mundo es cada vez más complejo y los males que nos acechan cada vez más incomprensibles e inaprensibles, cada vez más difíciles de vencer. Obtener el poder no es nada que llene si de ese poder no se derivan sendas de mejor vida para el conjunto. Gobernar es servir aún aunque pretendan ignorarlo. De aquella emoción global, de aquel grito de alerta, se han derivado cuestiones que nos han ilusionado y otras que nos han complicado la vida. Estamos estancados. Vivimos en una democracia que es preciso mejorar, proteger y defender. Los riesgos están a la vista, aquí y en el resto del mundo. Las redes y su odio, las manipulaciones de sus sistemas, las intoxicaciones, todo conspira no para conseguir esa quimérica “democracia real”, sino para arrebatarnos la frágil y humana democracia imperfecta existente.

Busquemos juntos la Lux aeterna, la de la razón y la verdad, la que quizá pretendieron encender en aquellas plazas pero que hoy ya luce sepultada en un aniversario más.

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