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Sumar: cómo dejar de ser “el partido de Yolanda Díaz”

La líder de Sumar y vicepresidenta Segunda, Yolanda Díaz, en un acto en Madrid el 14 de enero.

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A los periodistas y columnistas nos encantan los sinónimos, y odiamos repetir una misma palabra en el mismo párrafo. Cuestión de estilo. Recuerdo en mi juventud un editor de revistas que subrayaba con bolígrafo rojo mis textos tachando todas las palabras demasiado repetidas y sugiriéndome sinónimos anotados en el margen. Es por eso que cuando nos toca escribir una noticia o una columna sobre Sumar, tenemos a mano una lista de sinónimos para no repetirnos: “el partido de Yolanda Díaz”, “la formación de Yolanda Díaz”, “los de Yolanda Díaz”.

Lo mismo pasaba en su día con Podemos, acuérdate. Para evitar las feas repeticiones, en la segunda línea del texto nos referíamos a Podemos como “el partido de Pablo Iglesias”, “la formación de Pablo Iglesias”, o “los de Pablo Iglesias”. Triunfó la fórmula y ya no se usaba en la segunda línea sino directamente en el titular. Todavía hoy, casi tres años después de retirado Iglesias, hay quien se sigue refiriendo a su organización como “el partido de Pablo Iglesias”.

Bromas aparte, es obvio que no llamamos así a Sumar por manías gramaticales, como tampoco lo hacíamos con Podemos para evitar repetirnos demasiado. Son maneras de subrayar la condición de unas formaciones políticas marcadas por un liderazgo fuerte desde su mismo nacimiento; liderazgo que ensombrece a otros dirigentes, y que se convierte en el principal capital político y mediático.

Podemos nació como “el partido de Pablo Iglesias”, e igualmente Sumar apareció como “la formación de Yolanda Díaz”. Ambas organizaciones acudieron a sus primeras elecciones apostando todo a la popularidad y el carisma de sus líderes, incluso poniendo sus rostros en las papeletas electorales. Y ambas dieron sus primeros pasos organizativos bajo una dirección personalista, convertidas en marcas y máquinas electorales antes que en partidos al uso.

Ahí deberían acabar los paralelismos entre Podemos y Sumar. En el primer caso, el partido se construyó sin aflojar el hiperliderazgo de Iglesias, con poca democracia interna (por muchas “primarias” que celebrasen) y una estructura mucho más jerárquica y vertical que la de los partidos tradicionales de izquierda. La sombra de Iglesias, y la dependencia de los suyos, no se ha reducido ni siquiera con su salida de la primera línea, en buena medida por su insistencia en seguir interviniendo en las decisiones de su organización.

En el caso de Sumar, las urgencias electorales no dieron tiempo ni a iniciar lo que se prometía como un movimiento antes que un partido, participativo y horizontal. No tuvo más remedio que ser, en efecto, “la formación de Yolanda Díaz”, dado el tirón electoral de su líder. Pasada la urgencia (aunque siempre hay elecciones en el horizonte), es el momento de dar los pasos para ser mucho más que “el partido de Yolanda Díaz”, y apartarse cuanto antes del camino que ya siguió Podemos y que sabemos bien dónde acabó.

Que Sumar haya anunciado el inicio de este proceso justo ahora que Podemos cumple diez años es un buen recordatorio de la primera tarea que la todavía “formación de Yolanda Díaz” tiene que afrontar: aprender de los errores de Podemos. Que en el grupo promotor haya tantos ex de Podemos puede servir para que aporten precisamente su experiencia, para aprender de los aciertos (que por supuesto los hubo) y sobre todo de los errores. Entre ellos, el hiperliderazgo, la verticalidad interna y la falta de una base social más allá de los “inscritos” llamados a mil procesos internos que habitualmente no iban más allá de ratificar las decisiones previas del líder. La primera tarea es precisamente esa: que Sumar deje de ser cuanto antes “la formación de Yolanda Díaz”, antes de que no pueda ser ya otra cosa.

No será fácil, entre otras cosas porque la España de 2024 no es la de 2014. Hoy son otras las urgencias y amenazas. Lo que entonces parecía un nuevo sentido común inclinado a la izquierda tras varios años de austeridad y recortes; hoy ese sentido común ha ido girando hacia la derecha e incluso la extrema derecha. Y además, los votantes de izquierda estamos más cansados, más desfondados y decepcionados tras el largo ciclo político que arrancó precisamente en 2014. Todo eso lo saben bien los miembros del grupo promotor, pues reconozco entre ellos a gente de gran valía e inteligencia.

Se juega mucho Sumar en este proceso, y la izquierda española con ella. Suerte.

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