Los trabajos matan más parejas que los cuernos
En 2017, un concejal de una pequeña localidad de Suecia llamada Övertorneå propuso algo así como una licencia sexual remunerada para aumentar la baja natalidad del pueblo y mejorar la salud mental de los vecinos ya que el sexo está demostrado que rebaja el estrés, entre otras virtudes. Básicamente, lo que proponía este concejal emprendedor es que los empleados disfrutasen de una hora diaria remunerada para mantener relaciones sexuales. La propuesta fue rechazada por el resto de concejales vete tú a saber por qué y, por tanto, los vecinos de Övertorneå, como el resto de currantes del mundo, continuaron buscando espacio para la intimidad entre el agotamiento diario.
Hace unos días, Gloria Gil escribió en Twitter la frase que da título a esta columna y que amablemente me ha dejado prestada. Su tuit me hizo reflexionar sobre cómo muchas relaciones se ven erosionadas a diario por la ausencia de conciliación y los horarios laborales. Trabajos que someten a las personas a tensiones y angustias que acaban sentándose en el sofá a la hora de la cena; eso si la persona en cuestión llega a tiempo para la cena.
Al agotamiento laboral hay que añadirle el agotamiento post jornada con supermercados, lavadoras, limpiezas, tuppers, planchas o cualquier otra actividad necesaria para mantener ciertos estándares de salubridad y nutrición en el día a día. Si en la ecuación hay, además, cuidado de niños, el tiempo se vierte directamente por los bordes como el Metro de Madrid cuando llueve. A menudo, de hecho, el cuidado se subcontrata en trabajadoras que han dejado atrás a sus propias parejas e hijos para irse a otro lugar a ganarse la vida. Así que, la intimidad, el sexo o las conversaciones profundas se posponen regularmente al fin de semana o se programan como una reunión de trabajo, pero con tu pareja en la sala de juntas de brazos cruzados.
Por supuesto, otro factor de erosión es la precariedad. Los secretos financieros existen entre algunas parejas. Otras discuten constantemente por dinero. Otras se van a vivir juntas antes de que estén realmente preparadas porque vivir solo es una ruina. O, en el peor de los casos, algunas no se separan cuando quieren o necesitan hacerlo, especialmente en el caso de relaciones abusivas en el que uno depende económicamente del otro.
Es un círculo perfecto. Porque si una relación no funciona y te quedas soltero o no tienes hijos, te conviertes en el candidato ideal para cargar en el trabajo con los peores horarios y una menor posibilidad de conciliación familiar. Además, si no compartes la vida con nadie, tu vida es más cara y recurres a la herencia religiosa del trabajo duro y disciplinado. De este modo, la rueda se sigue alimentando y rodando imparable por la ladera del capitalismo.
En muchos sectores, incluso, las oficinas se han diseñado para actuar como un hogar, con áreas de descanso, vestuarios, cocinas o zonas de ocio. Javier Bardem vestido de buen patrón aparece por este párrafo para decir que una buena empresa es aquella en la que los empleados se sienten como en casa y en una familia.
Publicaba El País hace unos días que tras la pandemia algunas empresas se han sensibilizado y lanzado programas o contratado servicios de atención psicológica para prevenir los problemas de salud entre los trabajadores. Cualquier medida para mejorar la salud mental es bienvenida pero ¿por qué el manejo del estrés o ansiedad provocado a menudo por la austeridad, las condiciones de trabajo opresivas o la falta de conciliación, recaen en el trabajador y no en la empresa misma? ¿Desde cuándo es preferible un coach que un buen sueldo o buenos horarios? La salud emocional de los trabajadores va de la mano de sus condiciones laborales.
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