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Diez claves sobre la victoria de Chávez

Chávez celebra la victoria en el Palacio de Miraflores. Foto: Efe

Iñigo Sáenz de Ugarte

1. Chávez, sólo Chávez

Hubo un periodista español que inició su crónica sobre la derrota de Hugo Chávez en el referéndum de reforma constitucional con la frase: “El chavismo derrota a Chávez”. Resultaba una extraña forma de describir la situación entonces, pero quizá tuviera algo de sentido si tenemos en cuenta que el presidente no había convencido a toda su base social de las virtudes de la reforma. Ahora no cabe duda de que es absurda. El presidente venezolano domina por completo la política de su país. Es un árbol que no deja crecer a sucesores potenciales a su vera y que resulta infranqueable para la oposición.

Chávez dominó por completo la década pasada y no da muestras de estar cerca de su final político. Atrae todo el odio de sus rivales y lo devuelve multiplicado. A oídos europeos, su retórica suena como mínimo exagerada –en especial, ahora que está teñida más que nunca de mensajes religiosos–, pero para la mayoría de los venezolanos es la única garantía de que el Estado no se olvidará de los desposeídos. Eso es lo que ocurría precisamente antes de la llegada de Chávez al poder.

2. Pobreza

¿Cómo explicar las victorias constantes de Chávez? Como en cualquier otro país, con más de un factor, y eso abarca desde la política con mayúsculas hasta la política entendida como la capacidad de zancadillear al adversario y no dejarle levantarse. Pero si hay que buscar una cifra, una realidad económica, bien podría servir la lucha contra la pobreza. Los datos del Banco Mundial lo demuestran. Todas esas personas que ven mejorada su situación económica son votantes agradecidos.

Eso hace que la desigualdad en Venezuela sea la menor de América Latina, según el índice Gini elaborado por ONU-Habitat. Es obvio que nada de eso sería posible sin la riqueza petrolera, pero de eso se trata con la explotación de los recursos naturales, que sirvan como fuente de riqueza para todo un país.

El precio que se paga por este elevado nivel de gasto público puede notarse en la inflación y en el desabastecimiento de algunos productos básicos en ciertas zonas del país. No todos los problemas económicos se solucionan gastando.

3. El enemigo silencioso

Las dos acometidas del cáncer han puesto algo más que un interrogante en el futuro de la revolución venezolana. ¿Qué ocurriría si no sobreviviera a una tercera? La fortaleza de su proyecto político se basa tanto en su personalidad, en su contacto directo e intuitivo con las masas, que nadie sabe exactamente qué pasaría después. ¿Qué hay de malo en que haya un vicepresidente con experiencia y personalidad suficientes como para ser la garantía de que el proyecto tendrá continuidad? Los políticos como Chávez no dejan mucho espacio para un número dos. Se diría que la lista de hombres fuertes de su movimiento empieza en el número cuatro.

4. Urnas llenas

El alto índice de participación (81%) no deja lugar a dudas sobre la legitimidad de la victoria de Chávez. Las acusaciones al Gobierno venezolano de ser una dictadura camuflada suelen golpearse de lleno contra el hecho de que los venezolanos votan con tanta frecuencia que casi parecen suizos. Tampoco se puede sospechar que se deba exclusivamente a la crispación o a maniobras ilegales. Parecidos porcentajes se han producido en las últimas elecciones presidenciales en Argentina (79,3%), Brasil (81,8%) o Chile (87,6%). Es en la vieja Europa donde la participación languidece.

5. Violencia verbal

Esta campaña no ha sido muy distinta de las anteriores en cuanto al lenguaje de campaña. La confrontación política en Venezuela adquiere tal nivel de virulencia en los escenarios políticos y en los medios de comunicación que los votantes siempre están en el borde del precipicio. La victoria del rival es la antesala del infierno. Los adversarios están vendidos a los capitalistas de Washington o a los comunistas de La Habana. Los otros son la encarnación de lo peor de Venezuela. Henrique Capriles, fue el primer dirigente de la oposición que se alejó de esa crispación permanente. No ha ganado, pero no le ha ido tan mal como a otros. Más allá de eso, no cabe duda de que el autoritarismo que emana de las declaraciones de dirigentes chavistas y antichavistas es el dato más lamentable de la vida política del país.

6. Violencia real

El nivel de violencia criminal en Venezuela, especialmente en Caracas, adquiere niveles espeluznantes. El gran fracaso del chavismo ha sido resignarse a unas estadísticas criminales que son de lo peor de América Latina, aún peores que las de México. En el pasado, dirigentes gubernamentales han reconocido en privado que ese ha sido un problema que nunca han sabido afrontar. Ya es hora de que encaren esa realidad. Las clases altas pueden pagarse muros más altos y guardaespaldas mejor armados. Las clases medias y populares no tienen ese privilegio. La violencia es el mayor factor de desigualdad que existe en el país.

7. El cambio tranquilo

Henrique Capriles ha sido la mejor oferta que la oposición venezolana ha ofrecido en toda una década. Hasta ahora los opositores no podían esconder un dato: la vez en que más cerca estuvieron del poder fue cuando se produjo un golpe de Estado en 2002. Eso no suele alimentar los mejores instintos democráticos. Capriles ha demostrado que hay otra forma de plantar cara al Gobierno, y que no consiste en ser más agresivo que el más agresivo de sus rivales. Un candidato de la clase alta ha sido capaz de hacer campaña en zonas monopolizadas por el chavismo. Sólo ya eso ponía de los nervios a Chávez.

Si el cáncer no da tregua a Chávez y el presidente no puede cumplir su mandato, Capriles estará ahí esperando su oportunidad. Tendrá la opción de volver a insistir en el mensaje que no niega muchos de los avances sociales conseguidos por el chavismo y que aspira a mantenerlos aunque sea con otro nombre.

8. Prórroga para Cuba

La victoria de la oposición hubiera dejado a Cuba sin el petróleo venezolano que recibe. No es gratis –La Habana lo paga a cambio de la asistencia de miles de médicos y profesionales cubanos–, pero esa no es una contraprestación que Cabriles habría aceptado. Raúl Castro ha ganado unos años extra de vida.

9. Negocios pendientes con Washington

Si se cumplen los deseos de Chávez, Obama saldrá también reelegido. Ambos tendrán una segunda oportunidad de reconstruir las relaciones entre los dos países. Chávez tiene que elegir. ¿Le es más rentable la carta de la denuncia propagandística contra el enemigo yanki o la de la reconciliación diplomática? A veces parece que Chávez habla de EEUU como si la United Fruit Company aún marcara las prioridades de la política latinoamericana de Washington. La realidad es que a EEUU hace tiempo que Latinoamérica le importa más bien poco.

10. Los deseos y la realidad

Los medios de comunicación españoles daban por hecha la victoria de Capriles o un triunfo de Chávez tan ajustado y tan marcado por las sospechas de fraude que hubiera provocado un estallido de ira. No han acertado en ninguna de las dos cosas. No es la primera vez que ocurre algo así.

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