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Culturgeist

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Son fenómenos extraños y endémicos –aunque no exclusivos- de España. Pasan desapercibidos por una especie de omertà que los cubre con su velo, pero ocurren cada día.

Durante el “Milagro Económico” por ejemplo, buena parte de los presupuestos de cultura se utilizaron para hacer teatros, auditorios y salas allí donde se necesitaban y donde no. Están distribuidos por todo el país y algunos son fantásticos. Serían dignos de elogio si no fuera porque aquellas inversiones esquilmaron los presupuestos para contratar artistas durante años, tal vez lustros, pues su deterioro no parece ser del uso.

A lo largo de la crisis que para algunos ya acabó, se buscaron soluciones imaginativas para dar salida al potencial creativo y ofrecer espectáculos a la ciudadanía. Una de las más exitosas ha sido crear festivales/concurso para los que se escoge a lo más florido de los centenares de artistas que concurren. Quien gana, es gratificado con una cantidad que se aproxima al caché. Luego los premios van bajando a razón de un 50% por escalón hasta concretarse en una caja, o botellas de vino para el 4º y 5º puesto.

Pero hay muchos más “Culturgeist” en nuestro día a día. No es nada habitual –por mi experiencia al menos- que acuda “alguien” de la parte contratante para ver si el espectáculo ofrecido es de calidad y si aparecen no es para verlo y valorarlo sino para contabilizar el nº de espectadores. Número de “Impactos” lo llaman y parecen determinantes en política cultural.

También hay psicofonías que de uno y otro lado me llegan y apavorado me dejan. Una es sobre los sueldos de los responsables de programaciones, festivales y entidades culturales. Evidentemente los habrá también infra-remunerados, pero hay casos en los que más de la mitad del presupuesto se va en su salario. Al mismo tiempo, se va generalizando que en lugar de que programadores o técnicos de cultura rebusquen las novedades o joyitas que quieren ofrecer a la ciudadanía, sean los artistas y compañías los que presenten propuestas entre las que los responsables puedan elegir más cómodamente. Tampoco se quieren gestionar más facturas de lo imprescindible, así que mejor externalizar y elegir de entre el catálogo de este o aquel distribuidor que al tiempo que les facilita el trabajo, las compendia todas por una “nimia” comisión. Gracias a esto pelechan en mi gremio elementos con un enorme talento para lo funcionarial. Curiosamente son los más aptos para la supervivencia en el sector.

El último Culturgeist que les comento es la “iniciativa” de una biblioteca de Logroño que ...“al amparo del mandato constitucional que le impele a promover y tutelar el acceso de los ciudadanos a la cultura”..., promueve una programación de 5 actuaciones en calle. Con buen ojo, destinan más de 6.000€ para sillas, sonido e iluminación, pero no prevé cantidad alguna para pagar a los artistas. ¡Muerto soy! No porque sea novedad que piensen que trabajamos “Por amor al arte”, sino por la jugosa puntilla de las especificaciones para presentar la propuesta: “...El cuerpo del proyecto deberá ir en Arial, cuerpo 11, interlineado 1’5 y una separación entre párrafos de 6 puntos. El texto debe estar justificado a ambos márgenes y debe respetar márgenes de 2,5 cm. superior e inferior, y 3 cm a derecha e izquierda. La primera línea de cada párrafo debe estar indentada 1 cm; para ello, no utilicen nunca la barra espaciadora...”

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