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En Navidad, más que nunca, Comercio Justo

José María Vera_Director General de Oxfam Intermón

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Mi primer año de trabajo en Oxfam Intermón, en 1993, lo pasé en un pequeño espacio de una tienda de comercio justo. Recuerdo una larga noche en que, junto con varias personas voluntarias del equipo, abríamos cajas y montábamos la nueva tienda en la calle Alberto Aguilera de Madrid. Para mí, como para tantas otras personas de nuestra organización, el comercio justo es y ha sido parte importante de nuestro día a día; lo llevamos en la piel.

¿Por qué? En primer lugar, porque hay un “comercio injusto”, aquel que se basa en la vulneración de derechos fundamentales. El que paga salarios de miseria que solo reproducen la pobreza; el que atornilla los precios de los productos a las fluctuaciones de mercados dominados por especuladores, buscando siempre el máximo beneficio; el que se ceba especialmente en las mujeres y los niños, imponiendo prácticas explotadoras que impiden su desarrollo, prácticas indignas para la vida de una persona.

Y es que el comercio justo va de personas. Trabajamos con grupos vulnerables que luchan por producir mejor, por vivir de su trabajo, por contribuir al desarrollo de sus comunidades. Estos 20 años nos permiten contar historias de libertad y de crecimiento organizativo y personal. Hay cooperativas y grupos de productores que se han capacitado en gestión, en calidad, en organización, que han ampliado sus canales de comercialización, que han logrado mejoras en sus infraestructuras exigiendo el apoyo público y que hoy son capaces de negociar y obtener mejores condiciones de venta para sus productos. El comercio justo nos permite alertar sobre injusticias, proponer soluciones y explicarlas a la población de nuestro país.

Miles de personas se han acercado a la organización y a las causas que defendemos a través del café, de una camiseta o de un exquisito chocolate. Miles han podido ampliar su compromiso social a través del consumo responsable de productos de comercio justo y de lo que hay detrás de ellos.

Dicho esto, tras 20 años tenemos retos notables.

Queremos profundizar nuestro compromiso, trabajando con grupos especialmente vulnerables, extremando el rigor en las exigencias propias sobre los criterios de comercio justo, para poder exigir también a los demás. Por otro lado, nuestras tiendas están evolucionando para convertirse en espacios ciudadanos donde “pasan cosas”, donde no solo se puede comprar ropa, cosmética, alimentación o artesanía de calidad, sino que también hay lugar para el activismo, para sumarse a una campaña, para conocer otras formas de consumo y una economía alternativa. Ya se venden algunos de nuestros productos en las grandes cadenas comerciales de forma que estén al alcance de la población. Esperamos llegar a más, y para ello os animo a que paséis por alguna de nuestras 40 tiendas, que están por todo el país, y accedáis a todos estos productos.

Este año, además de nuevas ubicaciones en varias de nuestras tiendas y de una gama de productos más variada para regalos, vestido y alimentación, lanzamos una nueva tienda en internet para facilitar el acceso a estos productos.

La actividad de Comercio Justo tiene detrás a un equipo enamorado de esta actividad solidaria y cercana, comprometido hasta el final con los productores del Sur. También a cientos de personas voluntarias que abren las tiendas todos los días, en mañanas de escasa asistencia, en tardes navideñas de locura; lo hacen venta a venta, palabra a palabra, para explicar que “nuestro” café tiene un rostro y una historia humana detrás.

Sin embargo, las verdaderas protagonistas son las miles de mujeres y hombres que día a día siembran, secan, procesan, tejen, dan forma al barro y lo cuecen..., a todas aquellas que en la noche, cuando han atendido a sus familias, se juntan para fortalecer su organización, para aprender y para alzar su voz en defensa de un trabajo digno, bien remunerado, apoyado por las instituciones. El comercio justo está detrás de esas mujeres y hombres, haciendo posible el cambio en sus vidas, ese al que todas estas personas aspiran.

Gracias por participar de un consumo responsable, el que hace posible la justicia en el comercio.

Mi primer año de trabajo en Oxfam Intermón, en 1993, lo pasé en un pequeño espacio de una tienda de comercio justo. Recuerdo una larga noche en que, junto con varias personas voluntarias del equipo, abríamos cajas y montábamos la nueva tienda en la calle Alberto Aguilera de Madrid. Para mí, como para tantas otras personas de nuestra organización, el comercio justo es y ha sido parte importante de nuestro día a día; lo llevamos en la piel.

¿Por qué? En primer lugar, porque hay un “comercio injusto”, aquel que se basa en la vulneración de derechos fundamentales. El que paga salarios de miseria que solo reproducen la pobreza; el que atornilla los precios de los productos a las fluctuaciones de mercados dominados por especuladores, buscando siempre el máximo beneficio; el que se ceba especialmente en las mujeres y los niños, imponiendo prácticas explotadoras que impiden su desarrollo, prácticas indignas para la vida de una persona.