Ya están aquí…

Sí. Ya están aquí. Y no, no me refiero a la Navidad, las cenas de empresa, las vacaciones, la lotería o los propósitos de año nuevo. Ya están aquí los Presupuestos Generales del Estado previstos para el año 2014. Ayer el Senado dio luz verde a los Presupuestos de 2014 que serán remitidos al Congreso de los Diputados para su aprobación definitiva la semana que viene.

En su paso por la Cámara Alta se han incorporado tan sólo 112 enmiendas de las 3.791 presentadas (9 de las presentadas por la oposición, 103 del partido del Gobierno), desperdiciando la última oportunidad que teníamos para convertir los presupuestos de 2014 en una herramienta que priorice a las personas y luche contra la pobreza y la desigualdad dentro y fuera de nuestras fronteras.

La mayoría absoluta del PP y la disciplina de partido han vuelto a imponer su criterio, rechazando los 5.000 millones que se estima que ingresaría el Estado español con la Tasa a las Transacciones Financieras y manteniendo la Ayuda Oficial al Desarrollo en un 0,17% de la RNB; una cifra que, además de ser la más baja de los últimos veinte años, no refleja la posición que tenemos como economía mundial ni las previsiones de crecimiento de las que tanto nos gusta alardear.

Los presupuestos, como todo en la vida, es #CuestiónDePrioridades. Las prioridades del Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ya han quedado claras en el reparto del pastel entre las políticas públicas. Ahora toca ver qué priorizan los distintos ministerios a la hora de gastarse los recursos asignados. Porque si hay algo más importante que la previsión del gasto público, es su ejecución.

Los presupuestos no son del gobierno, son nuestros, son de las personas. Aunque el próximo jueves se aprueben definitivamente unos presupuestos que no representan a la ciudadanía y tiran sus derechos a la basura, nuestra labor de vigilancia no se puede acabar aquí. Tras su aprobación tenemos que fiscalizar la ejecución del gasto público y vigilar en qué nos gastaremos el dinero el año que viene. Sólo de nosotras depende que los presupuestos se conviertan en un arma para combatir la pobreza y la desigualdad en España y en el mundo.