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“El uso partidista del atentado es una falta de respeto a las víctimas”

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

Olga Rodríguez

El atentado en Las Ramblas, la reacción colectiva de la ciudad de Barcelona gritando “No tenemos miedo” y el uso partidista de lo ocurrido por parte de algunos sectores han marcado la agenda de la alcaldesa Ada Colau en estas últimas semanas. Con su baja de maternidad recién finalizada y con la fecha del referéndum catalán a la vista, nos dedica media hora de su tiempo para hablar de la actualidad de una ciudad abierta, querida y simbólica dispuesta a recuperarse del dolor y a seguir apostando por la acogida y la diversidad. 

¿Cómo vivió los atentados y los días posteriores?

Como un golpe durísimo a la ciudad. Lo único bueno de esta situación ha sido que Barcelona ha reaccionado de forma ejemplar. La ciudad se coordinó de forma inmediata, y no solo los policías y servicios de emergencia, sino los vecinos, los comerciantes, los taxistas, y ese es el espíritu que dominó desde el primer día. Fue la ciudadanía la que salió a gritar “No tenemos miedo” y marcó la principal respuesta política al atentado. Dentro de lo trágico, lo salvaje y lo duro del atentado, la reacción ciudadana ha sido la que ha dado la fuerza.

¿Qué significa decir “No tenemos miedo”?

Tiene mucha más profundidad y fuerza política de lo que muchos han interpretado. Hubo una lectura mediática que entendió ese lema como una especie de exorcismo, como una reacción emocional. En cambio yo creo que ha sido una reacción profundamente política, un grito de empoderamiento colectivo.

Claro que individualmente tenemos miedo, claro que después de algo así la gente se siente vulnerable. Pero colectivamente hemos salido a la calle, para reafirmarnos en nuestros valores, en nuestra apuesta por una ciudad abierta al mundo, una ciudad de acogida, que defiende la vida, el amor y la diversidad frente al miedo y el odio.

¿Cómo le surgió la idea de que el protagonismo de la manifestación contra los atentados tenía que ser de la sociedad y no de las autoridades?

Creo que fue muy instintivo. La primera vez que me lo preguntaron, en una rueda de prensa, dije que me parecía de sentido común que los protagonistas fueran los profesionales de emergencias, de servicios públicos y de seguridad, y no solo ellos, sino esa ciudadanía que había estado más que a la altura: los vecinos de Las Ramblas, los taxistas, los hoteleros, la gente de la Cruz Roja, toda esa ciudadanía que había salido a plantar cara a la situación. La ciudad entera necesitaba darles las gracias de alguna manera.

¿Con qué autoridades habló para perfilar cómo sería la manifestación?

Estuve hablando con Carles Puigdemont, con el delegado del Gobierno, compartiendo con ellos que lo mejor era que el protagonismo fuera de la gente. Pero más allá de las personas entran las inercias, los aparatos, los equipos de seguridad, mecanismos que hacen que, por ejemplo, para mi gusto, -y así lo expresé antes y después- el bloque de las autoridades fuera demasiado visible en la manifestación y tuviera demasiado protagonismo, cuando habíamos dicho que no lo debería tener.

¿Cómo valora la pitada al rey o a Rajoy?

Es evidente que vivimos en una sociedad compleja donde pasan muchas cosas, no solo un atentado. Que en una manifestación masiva se den muchas expresiones entra dentro de lo normal y habitual. Lo único es que creo que hay muchos días del año para expresar muchas cosas. Sencillamente, el protagonismo tenía que ser de la gente y del tema que nos convocaba.

Pero también se puede hacer una autocrítica institucional y creo que si no hubieran ido tantas autoridades habría sido la mejor forma de que la manifestación no tuviera otros temas que se superpusieran al tema que nos convocaba. Supongo que era importante que las autoridades estuviéramos, porque era importante que se nos viera a todos unidos frente a ese golpe. Lo ideal es que las autoridades hubiéramos sido distribuidas a lo largo de la manifestación. El problema es que por temas de seguridad eso era inviable.

Al ir todas concentradas se generó una escenificación que atrae que haya otro tipo de manifestaciones dentro de la manifestación. No lo considero dramático, porque forma parte de la sociedad humana en la que estamos. Pero me habría gustado evitarlo, sobre todo porque en la cabecera también iban familiares de las víctimas mortales.

La prensa ha escrito editoriales en los que se decían cosas como que “el fanatismo independentista rompió la unidad imprescindible” en la manifestación. ¿Interpreta que las pitadas al rey o a Rajoy fueron una muestra de independentismo? ¿O las atribuye a otras cuestiones? 

Creo que el protagonismo no fue de ninguna idea en concreto, porque fue de la gente. La inmensa mayoría de la manifestación eran miles y miles de personas que estuvieron ahí para decir “No tenemos miedo”. Miles y miles de personas queríamos mostrar solidaridad con las víctimas y agradecimiento a las personas que habían dado la respuesta mas difícil en el momento más difícil. Eso es lo que fue la inmensa mayoría de la manifestación.

¿Cómo interpreta la batalla política desatada en torno a la coordinación policial y la referencia a una alerta de atentado a los Mossos publicada por un diario catalán?

He visto a muchos profesionales trabajar codo con codo sin dormir varias noches y por tanto no he visto ni descoordinación, ni desconfianza ente policía y servicios de emergencias de diferentes administraciones. Lamentablemente lo que sí he visto en días posteriores al atentado es la tentación de hacer partidismo, de hacer política con los atentados. Me parece lamentable, es una falta de respeto hacia las víctimas y creo que además la ciudadanía lo rechaza rotundamente.

Por eso todos tenemos que ser firmes y no caer en el juego del uso partidista de los atentados. Yo lo que puedo hacer es no contribuir a eso y por eso me niego a entrar en polémicas estériles sobre si una información u otra o una acción u otra se podía leer en una clave política que iba mucho más allá de los atentados y de sus causas.

¿Qué se necesita para hacer frente a este tipo de atentados?

Tenemos que buscar respuestas de forma serena y no en caliente ni presionados por interpretaciones partidistas. Es momento de preguntarse por las causas. El debate está muy dominado sobre temas de seguridad y sobre si se pueden tomar más precauciones en las calles, pero todos sabemos que este tipo de ataques los pueden cometer pocas personas - o una sola- con muy pocos medios, y por tanto son difíciles de prever.

Por eso hay que preguntarse por las causas, múltiples y complejas, que nos interpelan a todos desde diferentes perspectivas: desde la política internacional que siguen los Estados occidentales desde hace años, hasta qué ofrece Europa a la gente más joven. Parece que la vieja Europa no está ofreciendo un proyecto ilusionante para la gente joven y tampoco ha trabajado en profundidad la convivencia en la diversidad. La diversidad no tiene una representación real en los principales lugares del poder político y mediático. Por tanto queda mucho trabajo desde el punto de vista educativo, social, mediático y político.

¿Cómo se pueden mejorar los protocolos de seguridad?

Siempre se pueden mejorar cosas. De hecho nosotros ahora hemos constituido un grupo de trabajo de seguridad donde tienen que estar todas las policías y expertos en seguridad y hacer primero un análisis. Porque es diferente hacer un simulacro que haber sufrido un atentado, tras sufrirlo hay que hacer una evaluación. Se estaba haciendo un trabajo previo y por eso también hubo coordinación durante el atentado. Hay que evaluar qué ha funcionado y qué podría funcionar mejor, tanto para modificar protocolos de carácter preventivo como para estudiar la mejor respuesta.  

Y hay que tener en cuenta que para abordar esto tenemos que preguntarnos por las causas y tener presente que por mucho que llenáramos las calles de policías y de bolardos no podríamos evitar un tipo de atentado así. Aquí este tipo de ataques suceden puntualmente, pero en Afganistán, Irak y tantos otros sitios son cotidianos. En esos lugares tienen al ejército en la calle, montones de barreras físicas, todo tipo de medidas de seguridad y siguen sufriendo los atentados. Por tanto sabemos que la seguridad cien por cien no existe y que hay que trabajar en las causas.

¿Cree que los atentados y las reacciones posteriores pueden afectar de alguna manera a la convocatoria de referéndum de octubre?

Es evidente que el atentado afecta en general a la política y es pronto para decir con cuánta profundidad puede acabar afectando. Creo que afectará seguro porque algo así golpea tanto a la sociedad que es imposible que no afecte. Ahora, ¿exactamente en qué clave? Todavía está por ver. Creo que debemos evitar usar el atentado tanto desde un punto de vista como del contrario para una lectura partidista, ya sea de cara al 1-O o a cualquier otra cuestión.

Al mismo tiempo me gustaría pensar que podemos extraer un aprendizaje positivo de todo esto. Todas las administraciones tuvimos que trabajar codo con codo tras el atentado y espero que esto al menos sirva para mejorar un poco el diálogo entre quienes tenemos responsabilidades políticas. Sin renunciar a ideas y posiciones, sí tiene que ser posible que seamos capaces de dialogar más y mejor.

Se han registrado tras los atentados ataques a personas musulmanas y reacciones xenófobas en redes sociales. ¿Cómo se puede poner freno a esto y por qué cree que surge?

Desgraciadamente esto no es nuevo, pasa desde hace tiempo. Hay quien intenta aprovechar estos ataques para sembrar odio, racismo, desconfianza hacia colectivos por su origen, cultura o religión. Eso falta a la realidad y además vulnera los derechos humanos. En Barcelona ha habido una reacción de la ciudadanía muy contundente ante esas tentaciones de criminalizar a colectivos.

Si queremos seguridad y ser fuertes más que nunca tenemos que creernos que somos una inmensa mayoría muy diversa de culturas, orígenes y religiones que queremos la vida y los derechos humanos y una pequeña minoría que quiere sembrar el odio pero a la que no se puede asociar a ningún colectivo ni por país, religión o cultura.

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