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Lima-Madrid: el vuelo de la esperanza para 67 españoles

Lima-Madrid: el vuelo de la esperanza para 67 españoles

EFE

Madrid —

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Enrique y Luis han vuelto hoy a España en el mismo vuelo, el que ayer salió del aeropuerto limeño Jorge Chávez, donde hace años les pusieron los grilletes cuando, en lo peor de la crisis, decidieron hacer de “correos” o “mulas” de la droga para hacer frente a su desesperada situación económica.

Ilusionados ante el futuro que les espera en España, el destino inmediato de ambos será distinto.

Mientras Enrique, un vallisoletano ingeniero aeronáutico de 38 años, será trasladado a la cárcel de Soto del Real (Madrid) para terminar de cumplir su condena (le cayeron 8 años y ha estado encerrado en Perú 27 meses), Luis, un encofrador barcelonés de 42 años en libertad desde hace 30 meses tras pasar 6,5 años en prisión, luchará desde hoy por encontrar trabajo y casa en Madrid.

Ambos han compartido el mismo avión con dos grupos diferentes: Enrique, con el formado por otros 31 presos españoles, tres de ellos mujeres, que gracias al acuerdo con Perú han sido repatriados para terminar de cumplir sus condenas tras pasar una media de entre 2 y 5 años en las cárceles del Callao y Ancón II.

Luis, su mujer y su hijo de dos años, que sufre problemas renales, han volado con el grupo de 35 españoles, entre ellos siete niños y una mujer embarazada de siete meses, que, en su mayoría, ha tenido que vivir en Perú casi en la indigencia tras su salida de la cárcel, sin recursos para volver.

El Defensor del Pueblo, el Consulado de España y la Fundación +34 de ayuda a españoles en el exterior han trabajado juntos para localizarles y traerles.

Un vuelo fletado por la Policía Nacional española, en concreto por la Unidad Central de Expulsiones y Repatriaciones (UCER) de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras, les ha trasladado hasta Madrid después de haber dejado en Bogotá a 43 colombianos expulsados de España y en Lima, a siete peruanos.

Fueron responsables de la oficina del Defensor del Pueblo quienes plantearon que los vuelos de expulsión de la UCER se aprovecharan a la vuelta para repatriar a presos y a españoles “sin techo”.

El Ministerio del Interior y, en concreto, la Secretaría de Estado de Seguridad, recogió el guante, y la UCER ya ha realizado este servicio humanitario en marzo pasado, con la repatriación desde Perú de unos 60 españoles, y hoy mismo, con el traslado de 67.

No tenían antecedentes policiales hasta ese fatídico día en que fueron interceptados en el aeropuerto cuando intentaban llevar droga a España, en la mayoría de los casos convencidos de que era el último recurso para paliar su grave situación económica y personal.

Con todos ellos ha viajado Efe en un vuelo con amplio dispositivo policial para custodiar a los repatriados hoy y a los expulsados el miércoles, un equipo de Interpol España y un servicio médico formado por un facultativo y una diplomada universitaria en Enfermería que les ha revisado antes de la partida y atendido, sin incidencias destacables, durante el vuelo.

Un traslado tranquilo en el que ni siquiera ha sido necesario colocar lazos en las muñecas de los presos.

Pese al estado visiblemente deteriorado de alguno, la alegría asomaba en los rostros de los repatriados desde que han llegado al aeropuerto limeño, donde les ha despedido el ministro peruano de Justicia, Enrique Mendoza, y el embajador español, Ernesto de Zulueta.

Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia, A Coruña, Las Palmas, Málaga, Segovia, Gijón, Alicante, Valladolid, Almería, Huelva o Toledo son los lugares de origen de los repatriados, que vuelven con sus escasas pertenencias. Algunas tan especiales como el cajón de limpiabotas que su dueño no ha querido abandonar: su único equipaje rescatado, como él, bajo un puente.

Luis y Enrique han relatado a Efe cómo llegaron hasta su situación actual. El paro arrastró al encofrador hasta la cárcel después de que le auguraran un dinero fácil, con “todo arreglado”. Dice que le utilizaron como “marcado”, es decir, le señalaron para que, mientras le interceptaban, pudieran pasar narcos con cantidades muy superiores a la que portaba él.

No fue fácil la estancia en la cárcel, pero, gracias a su trabajo en el mantenimiento de la prisión, conoció a su compañera, también encarcelada en ese momento y con la que tiene un hijo. Hoy, esperanzado, quiere darles “mejor vida”.

A Enrique le fue mal el negocio y la vida personal, se endeudó mucho y optó por hacer de “mula” de la droga. Ha adelgazado 23 kilos en la cárcel, pero su aspecto es muy bueno. Ahora solo desea abrazar a su madre -podrá hacerlo en breve en Soto del Real-, conseguir que su exmujer le deje ver a su hija de siete años y seguir afrontando su vida con el ánimo que le devuelve a España.

Los dos han escuchado en el avión las palabras de aliento del comisario jefe de la UCER, Mariano Fernández de la Hera, que ha agradecido a los agentes su profesionalidad en dos vuelos realizados en poco más de 48 horas.

Ya en tierra, han sido recibidos por el defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán; la directora general de Asuntos Consulares, María Victoria González Bueno; y representantes de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid, que de momento se hará cargo de los repatriados libres.

Los presos se trasladarán a Soto del Real, a cargo de la Audiencia Nacional, que evaluará la situación de cada uno.

Aún quedan 151 reclusos españoles en Perú, que ya estudia una tercera entrega, en la que también podrían incluirse algunos de los 38 españoles en situación de necesidad que están en libertad y que la Fundación +34 tiene identificados, aunque reconoce que hay más.

De todos modos, según fuentes consulares, la mejor situación económica en España ha reducido el número de “correos” españoles detenidos en Perú: 15 en lo que va de año.

Sagrario Ortega

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