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El trasvase de votos a Vox: la volatilidad de un electorado desatendido por el PP y al que condiciona Catalunya

Los principales dirigentes de Vox celebran su crecimiento en escaños durante la noche del 10N.

Iñigo Aduriz

El PP, formación hegemónica de la derecha en las últimas décadas y que aglutinó desde la Transición a votantes ubicados desde el centro hasta la derecha más extrema, se hundió en las elecciones del 28A pero ni mucho menos se recuperó en la misma proporción medio año más tarde. Este 10N, los populares no lograron rentabilizar el hundimiento de Ciudadanos –que perdió 2,5 millones de votos y 47 escaños–. Aunque la formación que preside Pablo Casado sumó 800.000 votos más que el 28A y aumentó su representación en 23 escaños –logró 89 frente a los 66 de abril–, la formación que más rédito electoral obtuvo de esa caída fue Vox.

El partido de extrema derecha creció en casi un millón de votos respecto a las últimas generales, situándose como uno de los grandes vencedores de la noche con 52 escaños –28 más que el 28A– y 3,6 millones de votos. Lejos de la “reunificación” de la derecha en el PP soñada por Casado, el 10N volvió a dejar en evidencia la división del conservadurismo español, si bien el escenario se modificaba respecto a los últimos meses: los populares siguen siendo la primera fuerza de la derecha, pero Vox, con el 35% de los votos del electorado de derechas, arrebata el segundo puesto a Ciudadanos.

¿Cuál es la razón por la que gran cantidad de los votantes conservadores que en las últimas décadas se aglutinaban en el PP, que después se marcharon en parte a Ciudadanos, han optado ahora de forma masiva por la extrema derecha? Los analistas consultados por eldiario.es coinciden en que el fenómeno se debe a un contexto de “volatilidad” del electorado en el que además los votantes conservadores se han sentido “desatendidos” por el PP, y a los que a la hora de acudir a las urnas les ha condicionado especialmente la crisis catalana y los disturbios que se produjeron tras la sentencia del procés.

Lourdes López Nieto, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y de Sociología de la UNED, recuerda que “es evidente que en el electorado del PP estaba ubicada la ciudadanía que en los estudios del CIS se ubica en el 8, 9 y 10”. Se refiere a la clasificación que hace el citado organismo de los encuestados que se ubican por ideología en un intervalo del 0, considerado la extrema izquierda, al 10, la extrema derecha.

El PP fue un “partido pulpo”

“Si ahora ese electorado se ha marchado ha sido porque ha creído que Vox le representa mejor. En Alianza Popular, primero, y en el PP, después, se integraba todo el espectro que va desde el centro político hasta la derecha más a la derecha, pero hasta ahora no sabíamos cuántos eran los más extremos”, añade López Nieto. También apunta que en un contexto de “mucha volatilidad del voto en toda Europa”, cuando surge “otra organización la gente se mueve” tanto en la derecha como en la izquierda.

“El voto a la derecha se ha mantenido. Antes se canalizaba casi de forma exclusiva a través del PP, que llegó a ser un partido pulpo porque extendía sus tentáculos al centro y a la extrema derecha”, recuerda, por su parte, Ander Gurrutxaga, catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco (UPV). “Lo que ha sucedido es que han emergido nuevos partidos y se ha puesto final al proceso de transición del bipartidismo tradicional”, insiste.

Gurrutxaga rememora que, de hecho, “Vox sale del PP” y argumenta que para explicar su éxito “hay razones de tipo coyuntural, como la descomposición de los partidos que hasta ahora se consideraban nuevos, con el ejemplo de la crisis de Ciudadanos, así como la pérdida de votos del PP”.

En su opinión, existe un espacio político al que “Vox está dando voz para una serie de cuestiones. Vox les ofrece voz para encauzar sus cabreos por unas razones o por otras. Sus votantes son gente que se siente desasistida, ve mal la corrupción y cree que la vuelta a los valores tradicionales les puede ir bien. Se lanzan a votar a Vox por cierta ingenuidad sin saber bien qué están votando y las consecuencias que puede tener”, concluye Gurrutxaga.

Electores “maltratados y humillados”

“Tal y como hemos podido ver en los mapas publicados por eldiario.es, a Vox le vota gente en las zonas muy ricas y también en las zonas más pobres. En ciertos lugares se ha concentrado una crisis interna de los partidos tradicionales, como es el caso de la Región de Murcia, con sectores sociales que se sienten desatendidos y que consideran que el país está muy mal. Son personas que se sienten maltratadas, humilladas y que creen que nadie se preocupa por ellas”, insiste.

Para los analistas el fenómeno va más allá de la preocupación acerca de problemas concretos como la inmigración o la nostalgia del franquismo resurgida por la exhumación del dictador. Pero sí relacionan el auge de Vox directamente con la crisis catalana y con las imágenes de los disturbios en las calles de las principales ciudades de Catalunya.

Para Lluís Mollà, analista de la empresa demoscópica 40dB, “la novedad” que se ha dado en las elecciones del 10N “es el crecimiento de Vox en el espacio de las clases medias o bajas que antes votaban al PP y Ciudadanos”. Él considera que hay una sustancial diferencia en el comportamiento electoral de las derechas entre los comicios del 28A y los de este mes.

“En abril, el propio adelanto electoral pudo soterrar el conflicto catalán y es cuando Vox consiguió el apoyo de votantes de clases económicas más pudientes con su promesa de bajadas de impuestos. Después de la sentencia del procés todo gira en torno a ella y Vox resulta un actor más creíble entre esos votantes conservadores de las clases medias y bajas para resolver este problema”.

El eje de competición territorial

En realidad, añade Mollà, “es un cambio de la composición de los bloques porque no hay flujos importantes de votantes de PSOE y Unidas Podemos a Vox. Lo que ha sucedido es que para afrontar el conflicto catalán, incluso para el electorado del PP, Vox es el partido que les ofrece más credibilidad porque plantea las propuestas más radicales como la ”supresión del Estado de las autonomías“.

El analista de 40dB insiste en que Franco “no ha tenido tanto que ver en la campaña”. “El principal eje de competición que se ha activado es el territorial, principalmente por las imágenes de disturbios”, zanja.

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