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Adel Abdelmahdi, el primer ministro tumbado por la revuelta popular de Irak

EFE

Bagdad —

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El Parlamento iraquí aceptó hoy la renuncia del primer ministro Adel Abdelmahdi, después de dos meses de protestas en las calles contra la corrupción y la falta de servicios públicos y oportunidades económicas que él mismo prometió a los iraquíes cuando llegó al poder en octubre de 2018.

Nacido en Bagdad en 1942, el político chií consiguió ser el candidato de consenso para encabezar el Gobierno, gracias al acuerdo entre las dos fuerzas más votadas en los comicios de mayo de 2018: la coalición Sairún, apadrinada por el destacado clérigo chíi Muqtada al Sadr, y la alianza Al Fath, de Hadi al Amri.

A menudo tachado de “débil” y “marioneta” de esas dos fuerzas políticas, el ya ex primer ministro heredó el interés por la política de su padre, quien fue ministro, y pasó por diversas fases en las que militó en el partido panarabista Al Baaz, del dictador Sadam Husein; el Partido Comunista y finalmente en formaciones islámicas.

Su carácter diplomático le ayudó a acercarse simultáneamente a Teherán y Washington, facilitando su escalada hasta el Gobierno nacional.

Además, su inclinación al diálogo le permitió también acortar distancias con los líderes de la región autónoma del Kurdistán -con quien las autoridades centrales de Bagdad siempre mantienen relaciones tensas-, y las potencias regionales de Arabia Saudí y Turquía.

Graduado en Economía por la Universidad de Bagdad en 1963, Abdelmahdi completó dos máster en Francia, uno en Ciencias Políticas y otro en Economía Política.

En su época de estudiante, fue encarcelado, presuntamente torturado e, incluso, condenado a muerte por su activismo político, lo cual le llevó a residir fuera de Irak durante años.

En 1973 trabajó una temporada en el Líbano y posteriormente en el Instituto Nacional para el Desarrollo Árabe en Siria, donde estaba al frente del departamento de Economía.

Permaneció en Beirut hasta la invasión israelí de 1982, lo que le llevó a regresar a Francia y a quedarse en este país hasta 2003, cuando la invasión estadounidense de Irak, que derrocó a Sadam Husein y dio comienzo a un nuevo orden en el país árabe, le hizo regresar y empezar su carrera en el Gobierno de la nación.

Entre finales de junio de 2004 y abril de 2005 fue ministro de Finanzas en el Ejecutivo de Iyad Alaui y supervisó la preparación del primer presupuesto estatal de Irak en diez años.

Elegido diputado por la chií Alianza Iraquí Unida en las elecciones generales de enero de 2005, fue designado poco después como vicepresidente de Irak, y reelegido para ocupar su escaño en las elecciones legislativas siguientes.

En 2014, se convirtió en titular de Petróleo, una de las carteras más destacadas del Gobierno, si bien acabó renunciando.

Finalmente, hace un año se convirtió en primer ministro con la promesa de combatir la corrupción y realizar reformas económicas para mejorar los servicios públicos, algo que no ha podido cumplir por las presiones de los distintos grupos políticos y la falta de apoyos.

El también jefe de las Fuerzas Armadas se encontró además con los coletazos de la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI), que perdió sus dominios territoriales en Irak en 2017 pero aún tiene una destacada presencia y atenta de forma esporádica.

Las promesas económicas de Abdelmahdi se tornaron en su contra cuando a principios de octubre miles de ciudadanos salieron a las calles para pedir, precisamente, todo aquello que había sido su carta de presentación.

Si bien a finales de octubre el presidente de la República, Barham Saleh, apuntó a que Abdelmahdi estaba dispuesto a dimitir, el primer ministro se aferró al poder con el respaldo de algunos aliados locales y de Irán.

Sin embargo, en este tiempo perdió el respaldo del influyente Al Sadr y, sobre todo, de la máxima autoridad religiosa chií de Irak, el ayatolá Ali al Sistani, que este viernes calificó al Gobierno de “incompetente”.

También el líder de la coalición Al Nasr, Haidar al Abadi, antecesor de Abdelmahdi al frente del Ejecutivo, pidió la formación de un “Gobierno independiente”, proceso que dará comienzo ahora aunque no será fácil encontrar un candidato de consenso que lo sustituya.

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