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Rivera afronta el debate de investidura debilitado por la grave crisis interna y en mitad de pactos con Vox

Albert Rivera coloca al núcleo duro de su Ejecutiva en la Diputación Permanente del Congreso

Carmen Moraga

Albert Rivera llega al debate de investidura de Pedro Sánchez en su peor momento político: debilitado por la grave crisis interna que sufre su partido y sometido a fuertes presiones tanto internas como externas para que cambie de criterio y facilite un gobierno del PSOE del que no forme parte Unidas Podemos ni dependa de los nacionalistas y “separatistas”.

Aunque el centro del debate es Sánchez, Rivera va a ir preparado para aguantar los ataques que a buen seguro recibirá del presidente en funciones -además de otros portavoces- por el acuerdo cerrado con el PP y Vox en Murcia, en donde las tres derechas limaron sus asperezas el viernes para poder investir al popular Fernando López Miras. Pero también en Andalucía, en donde acaban de aprobarse los presupuestos firmados entre el PP y Cs con la extrema derecha. La Comunidad de Madrid, aunque la situación está ahora más parada, va por el mismo camino.

En lo interno, el último mazazo que ha sufrido Rivera ha sido que transcienda justo ahora que uno de los históricos fundadores del partido y su padrino político, Francesc de Carreras, abandonó hace meses el partido, precisamente al discrepar profundamente de la política de pactos de Rivera.

El catedrático ha recriminado al líder de Ciudadanos en todas sus entrevistas y artículos de prensa que haya vetado al PSOE y priorice los pactos con PP y Vox. “Lo más lógico era un gobierno entre el PSOE y Ciudadanos”, dijo sin tapujos en una reciente entrevista con eldiario.es. Una opinión que comparten otros dirigentes de su partido que han ido abandonando estos días sus cargos, como Toni Roldán o Javier Nart. Aunque por otras razones, también ha dimitido Xavier Pericay, otro histórico fundador.

Presiones para que no haya que repetir las elecciones

En el entono de Rivera se quejan de las fuertes presiones que unos y otros han ejercido sobre el líder para que ceda y evite nuevas elecciones generales si no hay nuevo gobierno. El propio Sánchez ha intentado convencerlo para que cambie de criterio y al menos se abstenga en la segunda votación de su investidura para no tener que dar entrada en su gabinete a Unidas Podemos -con los que sigue en una tensa negociación- ni depender tampoco de los “nacionalistas y separatistas”.

Las llamadas del presidente en funciones para que Rivera se siente a escucharlo por tercera vez han sido infructuosas. El líder de Ciudadanos le ha dicho en privado y públicamente que no pensaba acudir a Moncloa de nuevo, como sí ha hecho el presidente del PP y jefe de la oposición, Pablo Casado. Después, ha evitado cogerle el teléfono, según desveló el propio Sánchez en una entrevista en la cadena SER.

Pero Rivera va a mantenerse inamovible en su 'no' a Sánchez, como le dejó claro a mediados de junio en su encuentro en el Congreso. Y tampoco planea abstenerse en segunda votación. En su núcleo duro creen que esta estrategia, a pesar de las críticas que están aguantando, les va a reportar más beneficios que perjuicios. “Cuando cambiamos de opinión nos llaman veletas y ahora que nos mantenemos firmes también nos critican”, lamentan los dirigentes de Ciudadanos.

Así que pocas novedades se esperan en el discurso que desgranará en la tribuna este lunes por la tarde. El líder de Ciudadanos subirá a la tribuna de oradores para dejar claro su rotundo rechazo a que el presidente en funciones continúe en la Moncloa “ni por activa ni por pasiva” y desgranará los motivos de su negativa, los mismos que ya ha reiterado en multitud de ocasiones. Es decir, que Sánchez ha ganado las elecciones, tiene mandato del rey para acudir a la investidura y mayoría para formar gobierno con sus “socios preferentes, Unidas Podemos y nacionalistas y separatista”, que él mismo ha elegido. Por lo tanto, es “su responsabilidad” salir de este embrollo y configurar un gobierno.

A la vez, reiterará que su partido estará en la oposición porque así lo han decidido los españoles. Y desde esa posición “vigilarán” al Gobierno, si finalmente lo hay.

En su discurso no faltarán los reproches a Sánchez por sus “pactos de la infamia”, especialmente el de Navarra, en donde la coalición de UPN, Cs y PP ganó las elecciones pero no ha podido gobernar. “El PSOE podría haber favorecido un gobierno constitucionalista y ha preferido pactar con Geroa Bai y Bildu, los amigos de ETA”. “Prefiere a Batasuna como socios. No tiene remedio”, ha sostenido Rivera estos días.

Pero su aceptación a Vox como aliado va a desmoronarle esta línea de ataque al presidente. La imagen de las tres derechas sentadas negociando y cerrado acuerdos, pese al 'cordón sanitario' que aseguraban en la dirección nacional de Ciudadanos que había impuesto a los de Abascal, abrirá las portadas de muchos medios de comunicación en vísperas del debate, amenazando con estropear el discurso a Rivera.

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