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Las ascuas de Ferraz: de la ira política al fervor religioso frente a la sede del PSOE

Un cura asiste a uno de los rezos del rosario frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz

Alberto Pozas

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Hubo un momento en que las concentraciones masivas frente a la sede central del PSOE prometían un desbordamiento social y callejero contra la investidura de Pedro Sánchez. Miles de personas deseosas de mostrar su rechazo a la amnistía unieron sus caminos con Vox y con líderes e 'influencers' de extrema derecha para poner en jaque a la propia Policía Nacional que protegía la calle Ferraz. Dos semanas después, con Sánchez en la Moncloa y la amnistía tramitándose en el Congreso, las concentraciones se han convertido en rezos masivos del rosario mezclados con gritos racistas, banderas fascistas y una colección de personajes de la constelación de extrema derecha. La última, el pasado viernes, con poca capacidad de convocatoria.

El martes, 28 de noviembre, llegó el punto álgido. Falta más de una hora para que la gente empiece a llegar al cruce de la calle Ferraz con Marqués de Urquijo, escenario de varias batallas campales en los últimos días entre manifestantes, ultras y antidisturbios. Un grupo de personas comenta la situación en uno de los bares de la calle. “A la Policía hay que respetarla, y si no atenerse a las consecuencias”, dice uno. “A ver si nos dejan las fiestas, todo el mes la calle cortada... nos están jodiendo”, zanja el camarero.

Los parroquianos hablan, sobre todo, de la detención de una mujer un día antes. Una mujer que, según los que convocan estas oraciones frente al santuario del Inmaculado Corazón de María, ha sido arrestada por rezar. Ese es el motivo de la convocatoria de este día: rezar como protesta por la criminalización del rezo. La mujer, que según la Policía no rezó de forma ilegal sino que cortó la calle y empujó a un policía que casi termina atropellado, también está allí. Denuncian con el megáfono que los católicos en España han estado sometidos a “décadas de arrinconamiento y silenciamiento”.

“La intención de este acto es una reparación por lo que sucedió ayer en este lugar. Y luego rezamos por España y después cada uno por sus intenciones particulares”, explicó un cura que acompañó a las personas que rezaron el rosario esa tarde. Durante los rezos el silencio es sepulcral, pero poco antes una mujer tocaba el silbato al confundir a una ambulancia con una furgoneta de los antidisturbios y los convocados aplaudían cada vez que pasaba la furgoneta de HazteOír con un montaje de Sánchez caracterizado como Hitler.

El rezo termina con ya varios cientos de personas congregadas en Marqués de Urquijo, y para entonces varias caras visibles de la extrema derecha se concentran en la zona. El agitador Luis 'Alvise' Pérez, superada la decepción de su marcha a cenar en una de las primeras grandes concentraciones, se saca fotos con la multitud, acompañado por Vito Quiles, detenido unos días antes por, supuestamente, empujar a un policía, y convertido en héroe de estas manifestaciones.

Blandiendo una enorme bandera fascista está Chen Xianwei, hostelero conocido por haber tenido un bar alicatado hasta el techo de simbología franquista en Madrid. Se deja ver Manuel Mariscal, máximo responsable de la fábrica comunicativa que es Vox. Aparece Miguel Frontera con su escudo del Capitán América, aunque hoy nadie le acusa de ser un infiltrado de la Policía. Pero no todo son youtubers o influencers. Allí están Melisa Domínguez, líder del grupo Hogar Social Madrid, Pablo Lucini, de Democracia Nacional, y Pedro Pablo Peña, de Alianza Nacional.

Termina el rosario y vuelven los cánticos de todos los días. Pero en esta ocasión la protagonista no es la amnistía. “Óscar Puente, delincuente”, cantan algunos sobre el nuevo ministro. “España cristiana y no musulmana”, “Si tienes un hijo subnormal no lo trates mal, hazlo policía nacional” o “los Borbones, a los tiburones”, cantan algunos. “Prensa servil, garrote vil”, cantan otros, rememorando la herramienta que el franquismo usó para ejecutar a Salvador Puig Antich.

Rosarios contra la línea policial

En días anteriores, con miles de personas concentradas y decenas de ultras incrustados en las primeras filas de las manifestaciones, los disturbios llegaban con lanzamientos de botellas y objetos a la línea policial, cánticos fascistas y brazos en alto. Este martes, los problemas llegan cuando la policía se lleva a José Andrés Calderón, que ha llevado la voz cantante durante los rezos. El que en días posteriores, por ejemplo el viernes ocho de diciembre, relaciona el momento actual con Flandes o Covadonga, con la confianza puesta en “Dios y la virgen María”.

Según explica él mismo poco después, le han dicho que le van a multar, aunque no explica la razón. Pero su identificación por parte de los agentes desata una oleada de gritos y empujones de dos centenares de personas contra unos pocos antidisturbios que, durante unos minutos, mantienen la calma pero a punto están de perder el control de la situación.

Lo que viene después es un rezo del rosario con esteroides. Decenas de personas se encaran con una línea policial de antidisturbios blandiendo rosarios contra sus cascos. Un joven vestido de carlista canta al “glorioso Requeté” que combatió en el bando golpista durante la Guerra Civil. Otro saca una foto de la Virgen y se la enseña con rabia a un policía: “¿A ella también la vas a empujar?”, grita.

Se trata de la noche más tensa en unas semanas en las que la intensidad política de las protestas de Ferraz ha sido sustituida por el fervor religioso y la defensa de que rezar “no es delito”. Lo único que se mantiene de forma transversal a los primeros días, además de las banderas fascistas aquí y allá, es el hostigamiento a reporteros, cuando varios manifestantes impiden a un periodista grabar una crónica con su teléfono móvil instándole a “decir la verdad”, y no lo que sea que está diciendo, que no se oye.

La presencia de Vox también es visualmente residual en los días de perfil bajo. Se ven algunos pines del partido, un megáfono y retales de una bandera de Revuelta, un joven con una gorra de la Fundación Disenso, pero poco más. Santiago Abascal, que hace unos días llevó hasta Ferraz a Tucker Carlson, profeta de la extrema derecha mediática, reaparece el Día de la Constitución en otro de los días grandes de concentraciones.

“Yo no soy ningún héroe”, dice el líder de los rezos, mientras insta a acudir todos los días a Ferraz con un rosario. “Rezar, rezar y rezar. La salvación de España vendrá con la intercesión de la Virgen María”, afirma mientras alguien hace sonar a todo volumen el Cara al Sol por un altavoz. Unos días después, sigue allí y convoca a rezar uno de estos rosarios en Ferraz el primer sábado de cada mes.

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