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El afán de búsqueda de vestigios judíos indigna al barrio palestino de Silwán

El afán de búsqueda de vestigios judíos indigna al barrio palestino de Silwán

EFE

Jerusalén —

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El milenario Camino de los Peregrinos partía de la piscina de Siloé hasta el bíblico Monte del Templo, pero hoy queda en el subsuelo de un barrio palestino de Jerusalén Este, donde Israel intenta recuperar sus orígenes judíos con excavaciones subterráneas que indignan a los vecinos.

Encima del amplio túnel está el vecindario árabe de Silwan; debajo, los canales donde se escondían los judíos en la revuelta contra el Imperio Romano; y en él, un pasadizo que recorre la monumental calzada de unos 600 metros que ascendían los judíos hacia el Monte del Templo (denominación judía de la actual Explanada de las Mezquitas, Noble Santuario para el islam).

“Calculamos que se usaron 10.000 metros cuadrados de piedra y su función era guiar a todos los peregrinos judíos al lugar sagrado hace dos mil años”, explica Najson Szanton, director de las excavaciones, sobre los descubrimientos en los aledaños de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

El hallazgo de una moneda de la época de Poncio Pilato, que gobernó en el siglo I y a quien se atribuye el juicio y ejecución de Jesús, permiten ir datando la historia de estas piedras originales, añade.

El camino de peregrinaje estuvo operativo pocas décadas y se construyó sobre el alcantarillado que podría haber servido de escondite a los judíos durante la Gran Revuelta, como narran los escritos del cronista Flavio Josefo sobre la huida hacia unas cavernas subterráneas en el valle de Siloé. Después, quedó destrozado.

Las excavaciones que ahora lo revelan forman parte del Parque Arqueológico de la Ciudad de David, donde trabajan el Instituto de Antigüedades de Israel y la organización Elad, que tiene entre sus objetivos expandir el asentamiento judío en Silwan y desarrollar el parque, en territorio palestino ocupado desde 1967 y anexionado unilateralmente por Israel en 1980 en una decisión que rechaza la comunidad internacional.

En este entorno, donde se ubicaba la ciudad baja de Jerusalén, transitan hoy excavadoras, trabajadores y voluntarios israelíes, se levantan estructuras, andamios y perforan vías subterráneas frente a la perplejidad de los vecinos palestinos.

“Jerusalén empieza aquí”, asegura a Efe Jamie Elgrod, uno de los guías turísticos de estos hallazgos que han convertido el barrio árabe de Silwan en un yacimiento arqueológico en busca de las empresas del rey israelita David (s.XI a.C.).

Además de la presencia de este monarca venerado por el judaísmo, el cristianismo y el islam, en este barrio se ubican varias narraciones bíblicas, como la curación del ciego por Jesús en las aguas de la piscina de Siloé, según el evangelio de San Juan.

Pero en el presente se ha convertido en fuente de tensiones. Un comité de uno de los vecindarios de Silwan denunció en abril que al menos 50 viviendas se han visto afectadas en los últimos cuatro años, con paredes agrietadas y deslizamientos de tierra, por estos trabajos de investigación, afirma el centro de información Wadi Helweh.

Saben que hay un proyecto turístico bajo sus pies, para conectar estos túneles con los que se abren debajo de la Ciudad Vieja y el Muro de las Lamentaciones (vestigio del Segundo Templo) y aseguran haber conseguido los planos que contemplan instalaciones comerciales, un centro de información, grandes salones y exposiciones.

Szanton espera que en “poco tiempo” se abra al público y pueda ser transitado, mientras el centro Wadi Helweh intenta parar legalmente estas excavaciones y asegura que consiguieron detenerlas durante catorce meses hasta que una orden judicial dictaminó que podrían continuar si los trabajos no suponían un riesgo para los residentes.

Este camino de desencuentros fue elegido el pasado diciembre como escenario por la Ministra de Cultura israelí, Miri Reguev, para dar paso a las conmemoraciones de este año por el medio siglo de lo que Israel denomina la “Reunificación de Jerusalén” y que para la comunidad internacional supone el comienzo de la ocupación tras la Guerra de los Seis Días en 1967.

Laura Fernández Palomo

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